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Habla el primer hombre que abandonó al presidente griego, que hoy podría perder las elecciones. Estas son sus verdades el día en que él también se somete a las urnas tras su fracaso europeo.
Varoufakis llega como nos tiene acostumbrados a verle llegar: a lomos de su moto.
En los seis meses entre finales de enero y principios de julio de 2015 en los que fue el díscolo ministro de Economía griego -apenas 162 días-, siempre llegaba así, en moto. A las sesiones del Parlamento griego, a los consejos de ministros, a las durísimas reuniones con los representantes de la troika, a las recepciones oficiales… Y siempre con ese aspecto rozando lo macarra, demasiado informal para lo que se espera de un señor ministro de Finanzas de un país al borde del precipicio. Como cuando se presentó en Downing Street con chupa de cuero.
Nada ha cambiado. Varoufakis sigue siendo Varoufakis. Hoy va vestido con una gastada camiseta negra, unos vaqueros del mismo color -agujereados a la altura de una de las rodillas- y unas zapatillas deportivas. Tiene exactamente el mismo aspecto que hace cuatro años, como si no hubiera pasado el tiempo. Aunque ya ha cumplido 58 años, el deporte le permite seguir luciendo una buena musculatura.
La única diferencia es que ya no acude a reuniones que tenían al mundo entero conteniendo la respiración, ya no participa en arduas negociaciones de cuyo resultado estaba pendiente toda Grecia, toda Europa, todo el planeta. El mundo ya no gira a su alrededor.
Varoufakis desmonta de su moto, se quita el casco y entra tan campante en la Plaza del Reloj en Pasalimani, un barrio del Pireo. Un centenar de personas se concentran allí esperando que comience su mitin, incluida Danae, su rubísima mujer. Varoufakis ya no está bajo los focos, pero sigue haciendo política. Y sigue diciendo exactamente las mismas cosas que decía hace cuatro años, cuando era ministro de Economía de Grecia. Sin cambiar una sola coma, un solo punto. Sigue siendo marxista.
«Soy muy aburrido, ¿verdad? Siempre digo lo mismo. Y no sólo desde hace cuatro años, lo digo desde hace diez», asegura a Crónica. «Porque si la situación es la misma, si se siguen cometiento los mismos errores con Grecia, sólo se puede esperar el mismo resultado. Y yo sólo puedo seguir diciendo las mismas cosas».
Se le podrá acusar de arrogante, de ir de sobrado, de ególatra, de vanidoso, de narcisista, de gastar ademanes un tanto chulescos. Pero no de incoherente.
Varoufakis defiende hoy el mismo plan para sacar a Grecia de la crisis que tenía en 2015, el mismo que presentó a las autoridades europeas, el mismo que puso a Bruselas los pelos de punta, exactamente el mismo que le tumbaron y que contemplaba una reestruccturación de la salvaje deuda pública griega.
«Sí, el mismo plan. Lo único es que ahora no se lo presentaría a Europa, ese error ya lo cometí y he aprendido la lección. Si fuera primer ministro implementaría ese plan y punto, sin consultar a Bruselas. Porque, ¿qué derecho tiene Bruselas a decirnos a los griegos el nivel de impuestos que debemos tener? ¿Qué derecho tiene Bruselas a exigirnos que vendamos nuestras joyas de la corona, las pocas empresas públicas que nos quedan, a sus propios oligarcas? Y si nos quieren echar de la eurozona, pues muy bien, adelante, que nos echen. Les desafío a que lo hagan».
-Pero, ¿podría sobrevivir Grecia fuera de la eurozona?
-Lo que está claro es que tal y como está actuando actualmente la eurozona, no habrá ninguna Grecia, el país está condenado a muerte. Nosotros, entiéndame, no queremos salir del euro. Nosotros no queremos entrar en conflicto con nadie. Pero tampoco nos da miedo salir del euro y tampoco nos da miedo entrar en conflicto. Todos nosotros, en cada uno de nuestros países, tenemos la obligación de hacer lo que es justo y correcto para la mayoría, para el pueblo. El que Europa permanezca unida bajo la amenaza de echar a los que levanten la voz es una distopía. Y esa Europa no vale la pena que exista.
En estos cuatro años Varoufakis no ha parado. Ha escrito Adultos en la sala, un libro demoledor de 550 páginas en el que relata los entresijos de las frenéticas negociaciones en el peor momento de la crisis entre Grecia y la llamada troika, el triunviato formado por Bruselas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo. Ha montado un nuevo partido griego, MeRA25, acrónimo en griego de Frente Europeo Realista de Desobediencia, que en las elecciones europeas de mayo pasado logró el 2,99% de votos (se quedó a un suspiro de entrar en el europarlamento) y que hoy domingo espera poder abrirse paso hasta el Parlamento heleno en los comicios que celebra el país. Y también ha puesto en marcha DiEM25, un movimiento político transeuropeo.
«En estos cuatro años he recorrido de arriba abajo Europa y Grecia tratado de poner en pie aquello en lo que la izquierda ha fracasado estrepitosamente: un movimiento paneuropeo, internacionalista, transnacionalista y progresista, un punto de encuentro para la gente que viene de la izquierda marxista, del centro, de las familias ideológicas tradicionales», nos cuenta.
Aún así le ha quedado tiempo para dar charlas, conferencias y entrevistas, algunas de ellas suculentamente pagadas. Como aquella que concedió en septiembre de 2015 a la Rai, la televisión pública italiana y por la que, por apenas 22 minutos de charla, se embolsó 24.000 euros, algo más de 1.000 euros por minuto.
Ya sabemos todos lo que ocurrió en julio de hace cuatro años. Alexis Tsipras, líder del partido de izquierda radical Syriza, llevaba siete meses como primer ministro. Grecia había pasado ya por dos rescates y dos planes de austeridad y seguía sin levantar cabeza. Necesitaba un tercer rescate, pero el nuevo paquete de medidas de austeridad que la troika le exigía al país a cambio de soltar más pasta, se le atragantaba a Syriza, que había basado su campaña electoral en arremeter ferozmente contra ellas. Tsipras decidió entonces someter a referéndum las condiciones de ese tercer rescate. El 62% de los griegos lo rechazó, el ‘no’ se impuso en absolutamente todas las circunscripciones del país. Al día siguiente, Varoufakis dimitió como ministro de Economía. Y Alexis Tsipras, liberado de su incómoda presencia, tragó saliva y terminó aceptando las condiciones que le pedía la troika.
-¿Se ha arrepentido en algún momento de haber dimitido como primer ministro?
-¿Por qué me debería de arrepentir? Cuando estás prisionero es un campo de concentración, tu obligación es tratar de escapar. Y eso es lo que yo hice.
-¿Ha vuelto a ver en alguna ocasión a Alexis Tsipras desde que renunció a su cargo?
-Por supuesto que no. Sólo siento desprecio por él. No tengo nada que decirle. Yo sé que es un mentiroso y él sabe que lo sé. Punto. ¿De qué podríamos hablar?
-¿Considera a Alexis Tsipras un traidor, como mucha gente en Grecia?
-Yo no uso esas palabras. Me conformo con saber que es alguien que será barrido por la Historia, olvidado, tal y como se merece.
Lo de la Historia ya se verá. Pero lo que parece claro, a tenor de las encuestas, es que Tsipras dejará de ser primer ministro. Los sondeos vaticinan que Syriza se verá arrollada hoy en las urnas por el partido conservador Nueva Democracia. La formación de Yannis Varoufakis, por su parte, ahí está, conteniendo la respiración.
«Tenemos algunas encuestas secretas que indican que estamos salvados, que entraremos en el Parlamento. Crucemos los dedos porque así sea», dice Varoufakis.
El 25 que lleva como coletilla tanto su partido griego como su movimiento europeo hacen alusión al año 2025. «Con esa fecha queremos transmitir a los ciudadanos la urgencia que hay. Porque si no hacemos algo antes de 2025 estaremos en un punto de no retorno, Grecia quedará irreparablemente dañada. Este país está perdiendo a sus jóvenes, y cuando un país pierde su reserva de jóvenes se convierte en un país fracasado, sin futuro», advierte.
Y lo mismo aplica a la Unión Europea. «La UE se está derrumbando. Ya ha visto lo que ha pasado en las elecciones europeas: el resultado ha sido un desastre para los progresistas, incluso para la gente de centro. Los únicos a los que la jugada les ha salido increíble es a los fascistas, han sido los partidos del Brexit en toda Europa los que han ganado esas elecciones. Marine Le Pen en Francia, Salvini en Italia, Vox en España… Todo se va a la ruina en varios países a la vez. En 2025 no habrá ninguna Europa que salvar. ¿Vio el otro día los nombramientos que se hicieron de los más altos cargos de la UE? Fue un verdadero regalo para los fascistas, porque, esos nombramientos, de democráticos no tuvieron nada», subraya.
El más mediático ministro de los últimos tiempos se queja de que es víctima de una campaña de acoso y derribo. «En realidad, lo que ha habido y sigue habiendo es un auténtico intento de asesinato. Ese intento de liquidarme empezó en marzo de 2015, yo fui advertido al respecto en Washington, en la Casa Blanca, por un consejero del presidente Obama que me dijo que una semana después iba a empezar una campaña de difamación en mi contra. Y, efectivamente, una semana después empezó. Y sigue hasta hoy. Allá donde voy me acusan de esto, de lo otro. Es una campaña digna de Goebbels: se dedican a decir mentiras enormes sobre mí y a repetirlas sin cesar».
-¿Es quizás por esa campaña por lo que su partido no termina de despegar?
-¿Cómo que no? Nuestro partido lo está haciendo magníficamente bien. Empezamos de cero, nadie nos conocía, todas las televisiones nos han ignorado. Ni siquiera el canal estatal de la televisión griega -y eso que ese canal fue cerrado en 2013 y yo jugué un papel importante en conseguir que se reabriera- me ha invitado una sola vez, ni una sola vez, a ninguno de sus espacios, ni una sola vez. Hoy me han sacado pero solo porque lidero un partido, y porque la ley exige que hay que dar espacio en la televisión a todos los partidos que concurren a los comicios. Ese es el autoritarismo que afrontamos a diario».
El acoso contra él y su partido, denuncia Varoufakis, también es financiero. «No tenemos dinero, cero, ni un céntimo. Nuestra cuenta bancaria está siempre bloqueada, los bancos llevan a cabo una campaña contra nosotros, así que si intentamos ingresar dinero en la cuenta del partido es prácticamente imposible, no puedes hacer una transferencia vía internet, no podemos usar las tarjetas de crédito, hacer ninguna gestión… Eso lo que hay: somos un partido completamente legal y democrático y nos tienen bloqueados. Estar a punto de entrar en el Parlamento griego en esas circunstancias y encima con Syriza, Nueva Democracia y la troika atacándonos de manera feroz, es un gran logro. Además, una vez que entremos en el Parlamento todo cambiará, estoy seguro».
Varoufakis se pone el casco, se sube a la moto, arranca, acelera y se va.