El dólar mayorista alcanzó un valor de 43,97 pesos cerca de la una de la tarde, arrastrando la cotización al público al entorno de los 45 pesos. El propio Banco Nación, que movió el valor no menos de cinco veces durante la jornada, lo llevó en ese momento a 44,90 pesos. Ni la venta de 30 millones de dólares por el Banco Central (a cuenta del Ministerio de Hacienda) por la mañana, ni la suba de casi medio punto en la tasa de interés de las Leliq en la primera subasta del día (a 68,33 por ciento), alcanzaron para frenar la trepada de la moneda estadounidense, que en ese momento acumulaba más de un 3,5 por ciento sobre el cierre del martes. ¿Qué estaba sucediendo?
«Los fondos e inversores en general están desarmando sus posiciones en activos argentinos, hay mucha desconfianza en la capacidad del gobierno para manejar la crisis», señaló a este diario un analista del mercado a la misma hora que se desencadenaba la corrida. Apuntó, además, que ya el martes se habían observado síntomas de esta fuga de capitales, por la presencia de «vendedores de bonos que no encontraban compradores».
No son tiempos de apostar a los activos argentinos, dicen los consultores de inversión a sus clientes. La liquidación de los bonos de la deuda argentina en cartera de los inversores produjo el rápido desplazamiento hacia arriba del índice de riesgo país, que no es otra cosa que una función inversa del valor de estos bonos. Pero lo mismo sucedía con las acciones de empresas argentinas, tanto las que cotizan en el exterior (ya desde el fin de semana pasado, cuando Nueva York operaba y aquí era feriado) como en la plaza bursátil local. Empresas e inversores locales empezaron a cambiar sus inversiones por dólares billete, tomando «posiciones de cobertura», que es la forma elegante de decir «rajar por lo que se pueda venir». La corriente todavía no llegó a los depósitos bancarios ni a los plazos fijos, porque cuando suceda el problema podría ser más serio al trasladarse al conjunto del sistema.
A partir de la una, la trepada de la divisa pareció calmarse, aunque seguía la debacle de los bonos. «El mercado», que son los fondos de inversión y entidades de mayor peso en la timba financiera, le avisó al gobierno que está en fuga.
Hace hoy un año, tal cual tituló Ambito Financiero en su edición impresa de este miércoles, «se fugaban 1472 millones de dólares y comenzaba la crisis financiera y cambiaria». El episodio quedó inscripto en la historia como «la traición del JP Morgan». Después de eso, el gobierno debió recurrir al FMI como prestamista de última instancia para evitar el default. Si vuelve a ocurrir, ¿qué viene después de «la última instancia»?