Andy Robinson
La Vanguardia
A juzgar por sus ruedas de prensa en la ciudad fronteriza colombiana de Cúcuta, los directores de la agencia de desarrollo internacional estadounidense Usaid creen que, por fin, el trabajo invertido en Venezuela a lo largo de casi 20 años está dando frutos. “Para Juan Guaidó, que nos está escuchando: ¡estamos orgullosos de estar contigo!”, anunció Mark Green,
el presidente de la agencia, desde un podio montado en el aeropuerto
mientras tres enormes aviones militares descargaban toneladas de ayuda
para la crisis humanitaria en Venezuela. Un equipo de jóvenes empleadas
colombianas de la agencia coordinaba a los medios de comunicación,
luciendo gorras de Usaid y bolsos de artesanía indígena.
La satisfacción es lógica. La Usaid, una agencia del poderoso Departamento de Estado, inició el proceso de cambio de régimen en Venezuela hace años cuando aún mandaba Hugo Chávez. Puso en marcha un programa de formación de una nueva generación de políticos opositores, entonces integrantes del movimiento estudiantil. Guaidó, que se autoproclamó presidente interino el pasado 23 de enero, era uno de esos estudiantes. Ahora, la agencia de desarrollo estadounidense quiere cerrar el proceso con el llamado “cerco humanitario”, diseñado para provocar una rebelión militar.
“Los directores de Usaid con los que yo hablé sienten que los acontecimientos están dando la razón a su trabajo en Venezuela”, explica Tim Gill, un investigador de la Universidad de Carolina del Norte que mantuvo entrevistas con decenas de funcionarios que han trabajado para Usaid en Venezuela. “Piensan que están en el lado correcto de la historia”.
La Usaid empezó durante el primer gobierno de Chávez en decenas de oenegés que actuaban en los barrios populares. “Daban meriendas gratuitas para que viniera la gente a las clases de democracia”, dice Gill. Según se supo por una filtración de Wikileaks del embajador estadounidense en Caracas, William Brownfield, los objetivos de la política exterior en Venezuela durante aquellos años era “penetrar la base del chavismo” y “dividir a los chavistas”. La Usaid no podía financiar directamente a los partidos de la oposición. Pero “canalizaban el apoyo hacia oenegés, grupos de la sociedad civil y algún partido “, explicó en una entrevista telefónica. Esto se hacía de forma habitual en los países en transición tras guerras o caídas de dictaduras. Venezuela, en cambio, ya tenía un gobierno democráticamente elegido. Chávez había ganado elecciones y referendos en la primera década del siglo.
Pero la Usaid “tiene una definición diferente de la democracia; siempre decían que enseñaban cómo construir una democracia jefersoniana; la democracia económica de Chávez no la veían con buenos ojos”, dice Gill. “Venezuela no sintonizaba con los objetivos de la política exterior estadounidenses”, añade.
Durante la guerra fría, “el trabajo de promoción democrática lo hacia la CIA con maletas llenas de dólares”, explica. Cuando la Usaid fue creada, en 1961, su cometido fue únicamente el desarrollo económico del país en el que actuaba. Pero “a partir de los años ochenta de Ronald Reagan (1980 a 1990), EE.UU. empezó a realizar abiertamente la promoción de su versión de la democracia mediante la Usaid y la National Endowment for Democracy.
Pero el trabajo en los barrios no dio buenos resultados. El fracaso del intento de golpe de Estado contra Chávez en el 2002 había puesto en entredicho a los líderes de la oposición como Leopoldo Lopez –el padre político de Guaidó– que habían apoyado el golpe. La Usaid “infravaloró la fuerza del chavismo en esos barrios”, dice Gill.
Pero un nuevo frente de oposición se abría en las universidades tradicionales, donde estudiantes de clase media mostraban su resentimiento por la presencia de un grupo dirigente de clase baja y sin muchas cualificaciones.
Fue terreno fértil para los programas de democratización de la Usaid. Uno de sus exdirectores en Venezuela explicó a Gill: “Habia miles de jóvenes tanto en institutos como universidades que estaban horrorizados de que ese tipo con pinta de indio estuviera en el poder”.
Cuando Chávez cerró el canal de televisión RCTV en el 2007 –el canal había apoyado el intento de golpe de Estado–, el movimiento estudiantil se lanzó a la calle. La Usaid encontró al perfecto interlocutor en el líder estudiantil Yon Goicochea. A través de este alcanzarían a otros estudiantes liberales, entre ellos a Fredy Guevara, Lester Toledo, Juan Andrés Mejías y Juan Guaidó. Ellos serían, entre otros, los fundadores de Voluntad Popular. Este partido –calificado como de “línea dura” por The Wall Street Journal – ha sido elegido para encabezar la atrevida estrategia de cambio de régimen. “Guaidó estaba trabajando con Goicochea y Guevara y ellos estaban trabajando con la Usaid”, dice Gill.
La agencia subcontrató a la oenegé norteamericana Development Alternatives Inc. para reclutar a venezolanos, muchos de doble nacionalidad, para relacionarse con los estudiantes. “Mis interlocutores en la Usaid decían que proporcionaban de todo a los estudiantes: micrófonos para las charlas, papelería e instructores para entrenarlos” En algunos casos, hasta les proporcionaba máscaras para la guarimba, la lucha callejera contra la policía.
“Trabajaban con todos los elementos de la oposición con el fin de derrotar a Chávez”, dice Gill. No lo lograron entonces. Pero diez años después, esos mismos antiguos estudiantes pueden estar a punto de tomar el poder en una operación coordinada meticulosamente con la Administración de Donald Trump y la propia Usaid.
Aunque no se incluía a la economía de mercado en sus cursos de formación de la Usaid, el National Endowment for Democracy sí actuaba en ese frente. Y funcionó. Cuando Guaidó presentó su llamado Plan País hace diez días, en una abarrotada sala de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas, sus copresentadores eran Goicochea, Mejía y otros exintegrantes del movimiento estudiantil.
El programa que presenta Guaidó incluye la liberalización financiera y económica y la privatización de todas las empresas venezolanas menos la petrolera PDVSA, que será parcialmente privatizada si Guaidó accede a la presidencia.
Guaidó dijo en el acto que el programa se tendría que poner en marcha antes de convocar elecciones ya que “la situación es demasiado grave para esperar”.
Quizás la ironía mas grande de la historia es el nombre del plan oficial de la Usaid en Venezuela: The Road to Self Reliance (el camino a la autonomía).