Un temor se mantenía latente desde que Donald Trump fue electo presidente el 2016: el tratado de libre comercio de América del Norte iba a ser modificado o eliminado.
El viejo Tratado de Libre comercio de América del Norte ya forma parte de la historia. El flamante Acuerdo México, Estados Unidos, Canadá (AMEC) se concretó esta semana luego de que este último diera el visto bueno a la mayoría de los acuerdos alcanzados previamente por México y Estados Unidos.
Luego de largas negociaciones criticadas por el extremo hermetismo en que se manejaron, los tres países lograron compromisos comunes.
Entre los triunfos de Canadá y México se cuenta la permanencia de los mecanismos de resolución de controversias y la extensión de la vigencia del documento. Mientras que el Gobierno de Trump esperaba una revisión completa cada cinco años, las revisiones se harán cada seis y la vigencia del tratado será de un mínimo de 16 años.
En lo que respecta al sector automotriz, los mecanismos de protección se acentúan. Mientras que antes 62,5% de cada auto debía ser producido en Norteamérica para gozar de las exenciones tributarias, ahora el porcentaje ascendió a 75%.
Otro ámbito sensible fue el agro. Canadá va a dar a Estados Unidos más acceso a sus mercados de pollo, pavo y huevos, que también exportará más lácteos a Canadá, y México permitirá la importación de ciertos quesos de su vecino. Rodríguez Sánchez también se refirió al impacto sobre México de estos puntos relativos al agro.
En cuanto a propiedad intelectual, las novedades son agridulces. Por un lado Canadá logró un aumento de la duración de los derechos de autor a 70 años después de la muerte del creador de la obra y en medicamentos aumentó 10 años el lapso de la patente antes de que se puedan producir medicamentos genéricos.
Las principales críticas residen en los artículos dedicados a la protección de datos personales, ya que, de acuerdo a los expertos, las especificaciones del tratado dejan sin efecto las normativas nacionales.
Sputnik dialogó con Fernando García, Director de R3D, la Red en defensa de los derechos digitales, organización sin fines de lucro mexicana, y con el profesor Gerardo Rodríguez Sánchez, de la Universidad de las Américas Puebla.