Esa investigación es un desprendimiento de la mega causa que investiga los delitos de lesa humanidad cometidos en el ámbito del Primer Cuerpo del Ejercito, reabierta tras la derogación y declaración de «nulidad insalvable» de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, en junio de 2005, durante el gobierno de Néstor Kirchner.
Entre julio y noviembre de 1976 pasaron por ese centro clandestino más de 300 militantes de los países de la región, convirtiéndose en centro de operación del denominado Plan Cóndor.
Uruguayos, paraguayos, chilenos, bolivianos y argentinos sufrieron torturas, muerte y desaparición en ese lugar que hoy funciona como centro recuperado de la memoria colectiva. Banderas de todos los países sudamericanos, colgadas frente a la fría cortina metálica de ese taller mecánico, ubicado en el barrio porteño de Floresta, dan cuenta que ésta es una historia compartida trágicamente por todos nuestros pueblos.
En la “Causa Orletti” confluyen historias de las luchas, resistencias y derrotas de los movimientos políticos sudamericanos de la década del ´70.
Los detenidos uruguayos encabezan las listas de víctimas. Sólo el día 13 de julio de 1976 fueron detenidos en distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano 16 ciudadanos uruguayos. Entre ellos se encontraba el periodista Enrique Rodríguez Larreta y su nuera Raquel Nogueira Paullier, esposa de su hijo Enrique, desaparecido unos días antes.
Enrique Rodríguez Larreta fue uno de los primeros en denunciar ésos crímenes y la presencia de fuerzas represivas conjuntas entre Argentina y Uruguay. En el denominado “Informe Orletti”, presentado en Londres en 1977 ante Amnisty Internacional, Larreta denuncia: “Pude advertir de inmediato que en ese local se hallaba un número elevado de personas en las mismas condiciones que yo. Entre esas voces reconozco claramente la de Gerardo Gatti Antuña, a quien conozco desde hace mucho tiempo, como dirigente sindical de los obreros gráficos uruguayos. Otra de las voces escuchadas en la planta alta es la de Hugo Méndez, otro sindicalista uruguayo secuestrado en Buenos Aires en el mes de junio”.
Otro nudo en esta trama lo constituye el descubrimiento de los denominados “Archivos del Terror”.
El 22 de diciembre de 1992 se descubrieron en la ciudad de Lambaré, Paraguay, estos documentos donde se constata el plan de coordinación de operaciones de las cúpulas dictatoriales de Argentina, Chile, Paraguay, Brasil, Uruguay y Bolivia, con apoyo y colaboración directa de la CIA.
Enmarcada en la Doctrina Truman, el Plan Cóndor se constituiría como una organización clandestina internacional para la práctica del terrorismo de Estado.
El profesor Martín Almada, reconocido militante paraguayo de los Derechos Humanos, fue quien encontró los archivos. Al caracterizar al Plan Cóndor, Almada señaló: “Ese fue el fundamento del Acta de Constitución del pacto criminal que firmaron los gobiernos militares de la región. La guerra contra el comunismo impulsada por Henry Kissinger fue el fondo para imponer el neoliberalismo salvaje y criminal”.
Almada encontró ésos documentos rastreando la historia de su secuestro en Paraguay y reconstruyó la trama regional del Operativo Cóndor.
Más adelante, en el año 2001, la CIA se vería obligada a revelar documentos hasta el momento clasificados, que se sumarían como herramienta en la búsqueda de verdad y justicia reclamada desde hace más de 30 años por organismos de derechos humanos.
El juicio desarrollado en Buenos Aires viene a descorrer velos sobre una historia aún negada en muchos rincones de nuestro continente. “La reapertura de los juicios a los genocidas de la última dictadura volvió a convertir a la Argentina en un modelo mundial en materia de derechos humanos”, advirtió el Ministerio de Justicia local en el inicio de las audiencias.
En tiempos donde la continuidad democrática se reafirma en Sudamérica, y se avanza firmemente en la unidad latinoamericana es bueno revisar está historia común y encontrar respuestas también comunes para el incesante reclamo de todos los libres que siguen reclamando Verdad y Justicia.
Junto a las banderas sudamericanas que dan testimonio de esperanza en el frente de Orletti, flamea también, para nosotros, la insobornable voz del poeta Juan Gelman.
Allí asesinaron a su hijo Marcelo. Allí fue secuestrada y torturada su nuera uruguaya Claudia, embarazada de siete meses.
Si nos detenemos un segundo en el galpón de Floresta, escucharemos su voz: “te mostraré mi rabioso corazón. / te pisaré loco de furia. / te mataré los pedacitos. / te mataré una con paco/ otro lo mato con rodolfo. / con haroldo te mato un pedacito más. /te mataré con mi hijo en la mano. /y con el hijo de mi hijo/ muertito. (…) / te voy a matar / derrota. / nunca me faltará un rostro amado para matarte otra vez. / vivo o muerto/ un rostro amado”