José Negrón Valera
Sputnik

 

 

Hace pocos días, los argentinos vieron con sorpresa cómo militares estadounidenses e israelíes transitaban en uniformes y vehículos tácticos por las calles de Buenos Aires. De inmediato, se encendieron las alarmas y diputados pertenecientes a las filas del kirchnerismo denunciaron la situación.

Por supuesto, el hecho no fue reseñado por los grandes medios noticiosos.

El 8 de junio de 2018, la diputada Nilda Garré, exministra de Defensa de la nación argentina, y el diputado Walter Correa, introdujeron un proyecto de resolución donde piden explicaciones al Poder Ejecutivo Nacional sobre la presencia de militares extranjeros en edificaciones gubernamentales emblemáticas como la Casa Rosada y el Banco de la Nación «entre el lunes 4 y el martes 5 de junio de 2018».

Proyecto de resolución de la Cámara de Diputados de la Nación Argentina. Foto: José Negrón Valera
La Embajada de Estados Unidos el día 11 de junio publicó en su portal web información donde explicaba que militares estadounidenses estarían participando «de un Programa de Entendimiento Cultural y Liderazgo (CULP) en Argentina» durante todo el mes de junio con el fin de vivir la «inmersión en la cultura» del país suramericano y además advertían de que «Durante su visita al país, se requiere a los cadetes vestir sus uniformes militares como parte del intercambio cultural entre las fuerzas militares de ambos países». La nota concluía señalando que «Los cadetes no ingresan al país con armas de ningún tipo ni las portan durante su visita».
Captura de la nota de prensa de la Embajada de EEUU en Argentina. Foto: José Negrón Valera

Lo llamativo de esta nota de prensa es que solo fue publicada luego de que estallase el escándalo de las fotos tomadas a los militares estadounidenses en Buenos Aires.

 
Soldados estadounidenses y equipamento israelí en Argentina Foto: José Negrón Valera

No existe una respuesta oficial de parte del Ejecutivo nacional sobre las preguntas hechas por los diputados Garré y Correa en torno a «¿Quién autorizó el ingreso de las tropas? ¿Qué funciones tienen asignadas? y ¿Por qué no se solicitó la autorización al Congreso?».

Al parecer, es la Embajada norteamericana la llamada a hacer el control de daños.

Macri, el reincidente No es la primera vez que el Ejecutivo nacional, presidido por Mauricio Macri, desconoce al Congreso de la República Argentina en asuntos que comprometen la soberanía del país.

Entre el 2 y 3 de mayo, se llevaron a cabo ejercicios militares con Estados Unidos que tampoco fueron sometidos a la autorización del ente legislativo.

Elsa Bruzzone, especialista en temas de geopolítica, estrategia y defensa nacional, integrante del Centro de Militantes para la Democracia Argentina (CEMIDA), denunciaba que el Gobierno de Macri quería saltarse el permiso del Congreso, aduciendo que en dichas actividades solo participarían «miembros de la Inteligencia y no tropas».Para Bruzzone, las acciones del ejecutivo forman parte de los acuerdos firmados entre Macri y el para entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y cuyo objetivo último, a juicio de la especialista, sería «la instalación de tres bases de EEUU en las localidades Ushuaia, Misiones y Jujuy», con lo cual Washington tendría puerta franca a las ricas zonas minerales y acuíferas de la región.

La propia diputada Nilda Garré también advertía a través de las redes sociales de que Macri ponía en severo riesgo la soberanía argentina al darle entrada al Comando Sur en su territorio.

​Si sumamos a este hecho la displicencia con que Macri ha tratado el hundimiento del submarino ARA San Juan, las denuncias hechas por políticos de la provincia de Tierra del Fuego, como Gustavo Ventura, quien señalaba haber sido testigo «de cómo el FBI tenía una presencia activa capacitando a fuerzas policiales» de la región, o incluso las denuncias sobre la utilización de la base de la OTAN en las Islas Malvinas para pruebas antimisiles tendremos las pruebas suficientes para afirmar que Estados Unidos prevé convertir a Argentina en la Colombia del Cono Sur.

Es decir, en un nuevo territorio colonial controlado por completo a través de bases militares y secretos acuerdos de ‘cooperación’ que hagan prácticamente imposible deslindarse del tutelaje de Washington por unas cuántas décadas.

Y todo esto, sin disparar una sola bala. Nuevas Guerras, las llaman.