Wayne Madsen

El retrógrado gobierno de Donald Trump está planificando un golpe de estado militar en Venezuela para derrocar al gobierno socialista del presidente Nicolás Maduro. El secretario de estado norteamericano Rex Tillerson, hablando en la Universidad de Texas antes de embarcarse en una gira por varios países a través de América Latina y el Caribe, dijo que los militares en América Latina a menudo intervenían en la política latinoamericana en épocas de graves crisis.

Las declaraciones de Tillerson conjuraron escenas del oscuro pasado de Estados Unidos en América Latina. Empeorando aún más las cosas, Tillerson invocó la imperialista Doctrina Monroe del año 1823 haciendo énfasis en que ahora «está tan vigente como cuando fue redactada». La Doctrina Monroe a través de la historia norteamericana ha sido utilizada por Estados Unidos para justificar intervenciones militares en América Latina a menudo con el propósito de establecer «repúblicas bananeras» sometidas a los caprichos de Washington.

Según un informe de la BBC, Tillerson prologó sus incrementadas declaraciones diciendo que «él no estaba abogando por ningún cambio de régimen y que no tenía información alguna que esto se estuviese planificando». Henry Kissinger, Asesor de Seguridad Nacional del presidente Nixon, hizo declaraciones similares con anterioridad al sangriento golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 apoyado por la Agencia Central de Inteligencia, CIA contra el presidente socialista de Chile, Salvador Allende. Mientras que públicamente rechazaba cualquier involucramiento en la desestabilización del gobierno democráticamente elegido de Chile. Kissinger estaba trabajando tras bastidores con las fuerzas armadas de Chile para derrocar y asesinar al presidente Salvador Allende. Once días después del golpe de estado, Kissinger fue recompensado por Nixon nombrándolo Secretario de Estado junto con mantener su cartera de Asesor de Seguridad Nacional.

Desde que el predecesor de Maduro, Hugo Chávez llegó al poder el año 1999 la CIA ha intentado por lo menos un golpe de estado –putsch que fue rápidamente revertido—a través de manifestaciones callejeras, paros, guerra económica al estilo «revolución de colores» y huelgas generales instigadas por la agencia para expulsar a Chávez y luego a Maduro del poder.

Tillerson, ex CEO de la Exxon Mobil ha tenido el ojo puesto permanentemente en el control norteamericano sobre la empresa petrolera estatal de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA).

El mismo itinerario latinoamericano de Tillerson denuncia sus planes sobre Venezuela. Tillerson viajará a México, nación que tiene una difícil relación con Estados Unidos debido a la retórica racista de Trump. Tillerson y el asesor de seguridad nacional de Trump, general H.R. McMaster, han acusado a Rusia –sin una pizca de prueba—de intervenir en la actual campaña electoral presidencial.

El candidato del partido de izquierda MORENA, Andrés Manuel López Obrador o «AMLO» ha tenido que rechazar falsas acusaciones en el sentido que él ha aceptado financiamiento de parte de intereses rusos. El candidato de la derecha, José Antonio Meade, favorito de Washington, ha acusado a AMLO de estar apoyado por Rusia. AMLO ha calificado las acusaciones de Meade –quien se está postulando en la tarjeta del Partido Institucional Revolucionario, PRI – corrompido por el narcotráfico – de ridículas y a menudo usa de manera bromista una chaqueta con el nombre de «Andrés Manuelovich».

Además de México, Tillerson visitará Argentina, Perú, Colombia y Jamaica, Las paradas de Tillerson contradicen sus verdaderas intenciones. Argentina, actualmente gobernada por Mauricio Macri, un constructor de bienes raíces, compinche de Donald Trump y Perú cuyo presidente Pedro Pablo Kuczynski plagado de escándalos ha alabado a Trump y ha encabezado acciones contra Venezuela dentro de la Organización de Estados Americanos, OEA y en otras instituciones internacionales. Colombia ha servido como base de operaciones de inteligencia y paramilitares respaldadas por la CIA contra Venezuela. Debido a las sanciones contra Venezuela de parte de Estados Unidos es ahora punto de llegada para miles de refugiados económicos venezolanos, terreno fértil para reclutar soldados de infantería para un golpe de estado contra Maduro. Todas las paradas de Tillerson en América Latina –con la excepción de Jamaica—son en países que son miembros de Grupo de Lima, bloque de naciones que busca pacíficamente la salida de Maduro del gobierno de Venezuela.

La parada de Tillerson en Jamaica está obviamente diseñada para alejarla de la órbita de Venezuela. Varios estados isleños de la Comunidad del Caribe se han beneficiado con la entrega de petróleo barato de parte de Venezuela. Según la BBC Tillerson incluso bromeó en Texas acerca del destino final de Maduro: «Si la cocina está demasiado caliente para Maduro, estoy seguro que él tiene algunos amigos en Cuba que le podrán brindar una linda finca en la playa». Para los venezolanos que apoyan a su gobierno, la «broma» de Tillerson fue un recordatorio en el sentido que Chávez fue desalojado temporalmente por un golpe de estado en el mes de abril del 2002 y que fue mantenido cautivo en la base de la estación naval de Antonio Díaz en la isla venezolana de La Orchila. Si el golpe de estado no hubiese fallado, se cree que Estados Unidos habría trasladado a Chávez hacia el exilio posiblemente en Cuba por vía de la base naval norteamericana y gulag de detenidos en la Bahía de Guantánamo en Cuba.

Tillerson, quien aparentemente todavía le carga el agua a la Exxon-Mobil, está retomando el rol desempeñado por el presidente de la empresa Telephone and Telegraph (ITT sigla en inglés) Harold Geneen, quien trabajando para la CIA aportó un millón de dólares para la campaña presidencial de Jorge Alessandri, opositor de Allende. Se descubrió también que la ITT había apoyado financieramente a los conspiradores golpistas el año 1973 en Chile. En el año 1964 Geneen y la ITT trabajaron con la CIA para derrocar al presidente de Brasil Joao Goulart, democráticamente elegido. Actualmente es la Exxon-Mobil y su agente dentro del gobierno de Trump, Rex Tillerson, los que están trabajando a sobretiempo para jugar el papel que jugó la ITT y Geneen en su intento por derrocar a Maduro en Venezuela; encarcelar por cargos fabricados a Luiz Inacio Lula da Silva y a Cristina Fernández de Kirchner ex mandatarios y posibles futuros presidentes de Brasil y Argentina, respectivamente. Y luego así, regresar a la «diplomacia de las cañoneras» de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental.

Durante una conferencia de prensa en Ciudad de México, el Ministro de Relaciones Exteriores de México, Luis Videgaray rechazó la noción de Tillerson de un golpe de estado en Venezuela para derribar el gobierno del presidente Maduro. Presente en la conferencia de prensa estaba la Ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, una declarada enemiga de Venezuela y Rusia.

Tillerson padece de un odio visceral por Venezuela que va más allá de Maduro y Chávez.

Durante 1976 año en que Tillerson empezó a trabajar para la Exxon-Mobil, el presidente de Venezuela a la sazón, Carlos Andrés Pérez, nacionalizó la industria petrolera venezolana. Entre los activos nacionalizados figuraban los bienes de la Exxon en el país. Chávez renacionalizó los activos de la Exxon-Mobil el año 2007 durante la gerencia de Tillerson en dicha empresa.

La Exxon-Mobil y Tillerson lucharon por una compensación para la empresa de parte de Caracas.

La Exxon-Mobil presentó su caso para el arbitraje del Banco Mundial y exigió que Venezuela compensara a la empresa con un pago de quince mil millones de dólares (USD 15.000.000.000,00). El banco fijó una compensación de solo mil seiscientos millones de dólares (USD 1.600.000.000,00) en un acto que erizó las plumas de Tillerson.

Tillerson nunca olvidó que Venezuela ganó la escaramuza por la compensación a la Exxon-Mobil. Ahora intenta igualar los tantos tratando de derrocar al gobierno de Maduro, sucesor de Chávez.

El año 2015 la Exxon-Mobil inició exploraciones petroleras costa afuera de Guyana al oriente de Venezuela en el territorio en disputa de El Esequibo. A pesar que Venezuela y Guyana han buscado un arbitraje internacional para el caso, eso no detuvo a Tillerson mientras gerenciaba en la Exxon-Mobil para que ordenara a su subsidiaria en Guyana, la Esso Exploration & Production Guyana Ltd. para que continuara explorando en la región en disputa. Para Tillerson y su jefe Trump, los acuerdos legales aparentemente no valen ni siquiera el papel en que están impresos.

Se espera que estando en Jamaica Tillerson presionará al Primer Ministro Andrew Holness para que venda el 49 por ciento de participación venezolana en la refinería petrolera jamaiquina Petrojam. Tillerson desea someter a los países caribeños los cuales establecieron acuerdos cooperativos con la industria petrolera venezolana a través de la alianza Petrocaribe para cancelar esos acuerdos con el propósito de cumplir con la punitiva Orden Ejecutiva 13808 de Trump que impone sanciones estilo Rusia contra Venezuela.

Nada le agradaría más a Tillerson que aumentar las ganancias de la Exxon-Mobil liquidando los acuerdos de Petrocaribe con países como Haití, Nicaragua, Jamaica, Guyana, Belice, Honduras, Las Bahamas, Surinam, Saint Kitts-Nevis y Santa Lucía y de ese modo forzar a los países caribeños a comprarle petróleo y gasolina a la Exxon-Mobil mucho más caro.

Tillerson ha puesto en evidencia en América Latina la fea cara del gobierno de Donald Trump.

Trump no solo desea deportar a millones de residentes indocumentados de Estados Unidos, movimiento masivo de personas desplazadas nunca visto desde la II Guerra Mundial, sino también desea cambiar gobiernos que no son de su agrado a través de toda América Latina.

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Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona