Podríamos dejar de hecho el post, perfectamente, en este punto: Facebook es el resultado de la suma de la organizaciones expertas en privacidad (y en cómo vulnerarla) + la idea de una empresa experta en usabilidad, en comida simple, efectiva a pesar de los múltiples déficits nutricionales.
Un cóctel yanki-peligroso con ansias y (lo que es peor) posibilidades de dominar el mundo.
Facebook era, sigue siendo para algunos, un medio extraordinario de difusión de noticias, informaciones, artículos, eventos, egos.
Así, no era fácil, hace un tiempo, convencer a los entusiastas de que el motivo de estar en Facebook porque es allí donde está la gente, era comprensible y lógico pero podía significar un abuso de poder desmesurado en el futuro, desde planteamientos extremadamente propietarios y monopolistas.
Aviso ya de que, de momento y en espera de que madure mi criterio (y mi hija de 12 años), no voy a cerrar mi cuenta en Facebook. Tampoco lo haré con la página de El caparazón, pero sí quería detallar el porqué de que 14 grupos de defensa de la privacidad presentaran el pasado miércoles una denuncia contra Facebook o de los apoteósicos cierres que se están produciendo por parte de detacadas figuras blogosféricas de habla inglesa.
Son muchos los artículos que últimamente hablan del tema pero me baso sobretodo en el publicado en Wired durante el fin de semana, que creo que acierta al relatar cronológica y sucesivamente los desatinos de un Facebook progresivamente más irrespetuoso con los derechos de sus usuarios y empoderado hasta el extremo de los planes declarados por Zuckerberg en la reciente conferencia f8: dominar la red.
Y es que 500 millones de usuarios son muchos para un único servicio, que ya domina de forma indudable el apetitoso, desde un punto de vista comercial y como tantas veces decimos, grafo social.
No es la primera vez que surgen alternativas. El proyecto Diáspora, servicios de re-centralización sin marca (Sweetcron) que respetan la propiedad de los datos, las conversaciones, los flujos vitales que distribuimos en la red, mostrando un respeto absoluto por los Derechos de los usuarios de la web social de los que hemos hablado tantas veces y que no dejan de ser actualidad.
Surgieron también movimientos, aplicaciones de la web social que permitían incluso suicidarse en Facebook. Facebook las denunció, las hizo desaparecer por vulnerar sus términos de servicio, según su modelo de APIs abiertas pero de ejecución siempre circunscrita a su jardín cerrado.
Facebook conecta con el pasado, Twitter con el futuro, decíamos una vez. Y es que resultó útil para reencontrar amigos y familiares que habríamos querido o no volver a ver, también para sustituir los power point en cadena, pero pronto sus dirigentes captaron la importancia del factor elemental del éxito de la web 2.0, de las redes sociales como fenómeno masivo: el carácter, históricamente infravalorado, tremendamente social del ser humano.
Lo sabían ya, probablemente, los psicólogos, socíólogos que seguro forman parte del equipo de Zuckerberg, con ex-dirigentes de la CIA expertos en espiar la privacidad, textualmente, en sus filas.
Así, pasado el tiempo y dominado ya el grafo social, con la ayuda de expertos de Beltway privacity, en diciembre de 2009 Facebook empezaba a incumplir promesas, haciendo gran parte de la información de nuestros perfiles pública por defecto: El lugar en que vivimos, nombre, foto, nombres de amigos, causas que apoyamos, etc… son desde entonces cuestiones a vigilar y configurar desde que abrimos una cuenta.
Esta primavera iban un paso más allá, publicando nuestros gustos, recogiéndolos de cualquier lugar de la web en que los depositemos. Incluso existen desde hace poco ciertas aplicaciones que se añaden de forma automática (lo comúnmente llamado malware) a nuestros perfiles. Consultad, tila en mano, la configuración de aplicaciones y veréis de lo que os hablo.
Es escandaloso también el traspaso, sin autorización, de datos a Yelp, Pandora, Microsoft, de forma que si llegamos a estos sitios mientras hemos iniciado sesión en Facebook, estos personalizan nuestra experiencia de usuario. Podemos optar porque no sea así, pero no será fácil y habrá que poner en marcha toda la burocracia de Facebook para detener el tema de forma permanente (Lo probaba recientemente con alumnos de un curso de competencias digitales, tras aconsejarles desactivar aplicaciones y no fue nada, nada fácil)
Facebook intenta, por defecto y en definitiva, que sea difícil no publicarlo todo a todo el mundo. Así como Google Buzz recuerda las condiciones de privacidad de los últimos mensajes compartidos para reproducirlas en la próxima ocasión, en el caso de Facebook no es así y será necesario mucho más trabajo cuanto más privado queramos que sea el mensaje.
Facebook se defiende argumentando que todo es configurable, que puede configurarse la privacidad por defecto. No es cierto, cuando la mayoría de las opciones, o son sumamente complicadas, o no existen realmente. Como bien comentan en Wired…:
Me gustaría hacer mi lista de amigos privada…. no se puede.
Me gustaría tener mi perfil visible sólo para mis amigos… no se puede.
Me gustaría apoyar un grupo determinado sin que mi madre o el mundo lo sepa… no se puede.
Y no es verdad que no puedan hacerse mejor las cosas: Facebook podría empezar con una página muy simple de opciones, con configuraciones predeterminadas: soy una persona privada… o me gusta compartir algunas cosas… o me gusta vivir mi vida en público.
Ese sería un diseño respetuoso con la privacidad del usuario, pero Facebook prefiere redefinir el mundo que está forzando, desvanecer con intereses mercantilistas las tradicionales fronteras entre lo público y lo privado.
Facebook facilita, completa a veces nuestra sociabilidad. A cambio, le regalamos nuestra privacidad, para que un endiosado Zuckerberg proclame la Sociedad de la transparencia que mejor le conviene.
Lo que podría haber facilitado Facebook, con su ya tradicional falta de respeto a sus usuarios en torno a este tema y el toque final de los cambios en Diciembre de 2009, es el miedo a compartir datos, perder la privacidad, generando una falta de confianza de los usuarios en los social media que ralentiza la evolución general de la web.
“Si pensáramos FB de nuevo, todo sería público”, decía Zuckerberg recientemente.
Sabéis que no es un término que me disguste, pero no que sea una empresa como esta la que pretenda confundir las cosas: queremos ser más transparentes, gracias a y no obligados por las condiciones que los actuales reyes del grafo social pretendan imponer. Coincido en ello con Kirkpatrick:
“No cuela el argumento de Zuckerberg sobre que Facebook está reflejando los cambios que se producen en la sociedad. Son un agente importante en el cambio social al que dicen responder”
La solución pasa por Educar la privacidad (la poca que haya sobrevivido al atentado permanente de FB) en la Sociedad de la transparencia, no por conformarnos, seguir el juego y favorecer los intereses de los mismos de siempre.
Preparo algunas cosas al respecto de la privacidad de menores en las redes sociales, así que seguiremos en el tema.
Recomiendo especialmente, también, si queréis ampliar el análisis sobre Facebook, la segunda parte del libro Proyecto Facebook que anunciábamos hace unos días:
II . DE FACEBOOK A LA EDUCACIÓN
5. Pensando a Facebook, una aproximación colectiva por dimensiones, de Gabriela Sued.
6. La arquitectura es la política de la red. Facebook y sus rivales, de Carolina Gruffat y Roberto Schimkus.
7. C ómo ver lo invisible: estrategias para visualizar información en Facebook, de Ignacio Uman y María Carlina Venesio.
8. Facebook como paradigma de la alfabetización digital en tiempos de barbarie cultural, de Clara Ciuffoli y Guadalupe López.
Podéis descarga el libro completo desde la barra lateral de este blog. Os dejo de momento un viejo vídeo, por si quedan dudas….
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