Julio Herrera (Desde Buenos Aires, ARGENPRESS CULTURAL)
¡Escucha , yanqui!
Escucha, yanqui:
Tú, que solo amas escuchar
la sinfonía del dinero,
el tableteo de tus metrallas
y la explosión de los pueblos-piñatas
bajo el Gran Garrote de tu ciega ambición;
Escucha, yanqui:
tú, que eres sordo a las cataratas de lágrimas
de los pueblos que subyugas,
y que con tu sed de petróleo ajeno
y de sangre proletaria y planetaria
pretendes ignorar la sed de justicia popular,
debes saber que tu petróleo usurpado
se tornará inflamable en tus cofres insaciables,
en tus bancos y consorcios depredadores y rapaces.
Escucha, yanqui:
tú, que crees que escribir LIBERTAD
con la mano izquierda y sin tu permiso
es violar el derecho humano de escribir,
debes saber que ya los pueblos desengañados
no creen en los perros guardianes de tus tribunas falsimedias
ni confían en los perros pastores de tus púlpitos de Judas,
ni temen a tus jaurías marciales de sicarios y mercenarios.
Escucha, yanqui:
tú, que haces tu siesta ahíto de obreros y labriegos
y que oculto en tus garitos o en tus bosques de arsenales
asedias nuestros arados y surcos fecundos
solo porque son trincheras contra el hambre globalizada
debes saber que de una a otra esquina del planeta
hay obreros y labriegos combativos y coléricos
que armados hasta los dientes de verdades prohibidas
ponen los puntos sobre las íes a tus mezquinos evangelios.
Escucha yanqui,
debes saber que en tu planeta privatizado
crecen silvestres las viudas y los huérfanos,
los jóvenes precoces, los ancianos juveniles,
y las mujeres verticales,
victimas de tu vandalismo y tu rapiña infinita,
que hastiados ya de sufrir tu caridad agiotista
llaman las cosas por su nombre libre
clamando justicia a grito herido,
clamando revancha a grito colectivo.
Es tiempo que sepas, yanqui aleve,
que ya no tendrás treguas de paz,
ni tiempos de victorias impunes,
ni de trincheras inmunes,
que nada podrán tus misiles genocidas
contra las conciencias blindadas de coraje;
¡que ya se acerca la aurora de los pueblos
con despertar de disparos deslumbrantes,
con pólvora de corazones indignados!
Escucha, yanqui:
¡Debes saber que de las tumbas de nuestros héroes
que murieron de tus balas sembradas en la espalda,
retoñan clarines del grito de revancha!
Debes saber que en tus anónimas prisiones tenebrosas
hay reclusos libres de tu «libertad», clarividentes del mañana
que con laboriosas esperanzas y cóleras volcánicas
socavan tus prisiones y pedestales, palpitando sus furias telúricas,
desafiando tus guardianes, tus diluvios de metrallas y misiles!
Escucha, yanqui, tahúr de la mentira y la emboscada:
debes saber que aunque hoy sonrías triunfal
tras tu careta compungida o paternal,
mañana no encontrarás tierra de exilio
para tu vergüenza universal!
Escucha yanqui, es hora de hacer tu mea culpa:
tú te hiciste el juez, el gendarme, el verdugo del mundo,
y mañana el mundo liberado te juzgará y condenará!
En tu terrorista omnipotencia te creíste Dios,
te fingiste el redentor del universo por ti usurpadoŠ
y ya por falso y por arteroŠ ya mereces ser crucificado!