Agencia TSS — En el marco de un ajuste general a su economía, que incluye limitar por 20 años el crecimiento del gasto federal al aumento inflacionario, el Gobierno brasileño liderado por Michel Temer fue todavía más duro con el área de ciencia y tecnología: determinó un recorte presupuestario del 44% en comparación con la cantidad prevista, que ya era casi la mitad de los aproximadamente 10.000 millones de reales invertidos en el área en 2013 y que hace del actual presupuesto de 2.828 millones de reales el más bajo en los últimos 12 años.
“El nuevo presupuesto es una bomba atómica contra la ciencia brasileña”, dijo el físico Luiz Davidovich, presidente de la Academia Brasileña de Ciencias (ABC). Y advirtió que los recortes van a perjudicar a la investigación y al desarrollo en las próximas décadas: “Si estuviéramos en guerra, podríamos pensar que se trata de una estrategia de una potencia extranjera para destruir nuestro país. Pero, en cambio, es algo que estamos haciendo nosotros mismos”.
Para Davidovich, la medida representa un suicidio, tanto para la ciencia y para el país. “Esto es un tiro en el pie. Se trata, básicamente, de un suicidio en el mundo de hoy, porque no se puede desempeñar ningún papel en el mundo sin el apoyo decisivo a la investigación y el desarrollo”, agregó.
El presupuesto del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovación y Comunicaciones (MCTIC) —el Gobierno de Temer fusionó al ministerio de Ciencia con este último en otra medida que mostró su desinterés por el área— para 2017 es únicamente el 0,32% del presupuesto total del gasto federal, cuando en la última década casi siempre estuvo entre el 0,5 y más del 0,6%.
“Garantizo que cualquier valor, o una parte significativa del valor contingente serán recuperados durante el año”, dijo el titular del MCTIC, Gilberto Kassab —recientemente denunciado por corrupción junto a otros siete ministros del gabinete de Temer— a la prensa tras asistir a la audiencia pública en la Comisión de Ciencia, Tecnología, Innovación, Comunicación e Informática del Senado brasileño, celebrada el pasado miércoles 29 de marzo. Las declaraciones de Kassab recuerdan a las de su par argentino, Lino Barañao, cuando aseguró que el dinero que le falta para cumplir con los compromisos asumidos por el MINCYT llegará durante el año en curso.
“Lamentablemente, el Ministerio de Hacienda no tiene una visión estratégica del desarrollo del país”, dijo el presidente de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC). El recorte del equipo económico del Gobierno brasileño también afectó al presupuesto del Ministerio de Educación, que ahora es de 22.259 millones de reales, frente a los 26.197 millones de reales originalmente previstos.
En una carta enviada por la SBPC y la ABC al ministro de Finanzas brasileño, Henrique Meirelles, el 21 de marzo pasado, las dos principales sociedades científicas de Brasil hicieron hincapié en que el actual presupuesto no satisface las necesidades del país y hace daño al desarrollo deseado para la nación brasileña.
“Siempre tuvimos problemas con nuestra economía. Sin embargo, en general, dentro de esa inestabilidad a lo largo de los últimos 60 años, la ciencia y la tecnología se habían convertido en nuestras áreas estratégicas. Pero las perspectivas ahora son muy malas para Brasil, estamos atravesando una crisis profunda que nunca había visto en mi vida”, le dijo a TSS la química Vanderlan Bolzani, vicepresidenta de la SBPC.
Bolzani estuvo el mes pasado en Buenos Aires, donde hizo una presentación en la Academia Nacional de Medicina sobre las políticas de ciencia y tecnología en Brasil en el marco de la jornada “El estado de la ciencia en la región americana”, organizada por el Encuentro Permanente de Asociaciones Científicas (EPAC), donde habló sobre la necesidad de los países latinoamericanos de generar un desarrollo tecnológico soberano, para evitar “tener que mandar tantas toneladas de soja que nos permitan comprar la alta tecnología que no producimos y así equilibrar la balanza”.
Desde San Pablo, Bolzani le dijo a TSS: “Necesitamos una política de Estado para ciencia, tecnología e innovación que no depende de los gobiernos A o B ni de los partidos políticos, eso es algo urgente en Brasil. Es una historia triste para nosotros los científicos, porque la educación, la ciencia y la tecnología son partes esenciales de un país rico y soberano”.
Renato Dagnino, profesor titular del Departamento de Política Científica y Tecnológica de la Universidad de Campinas (UNICAMP), en un artículo publicado en diversos medios brasileños, sostuvo: “Está en curso, desde 2014, una disminución de los recursos asignados a ciencia y tecnología. Esto se aceleró brutalmente a partir de 2016 por una coalición política que representa a fuerzas que, entre tantas otras, no estaban de acuerdo con la política de ciencia y tecnología que venía siendo implementada”.
Según Dagnino, “debido a la propia condición periférica de Brasil, la comunidad de investigación tuvo un papel central en la elaboración de la política de ciencia y tecnología. La elite académica había logrado hasta hace poco convencer a las otras —militar y civil (política, empresarial, sindical)— que estas políticas debían ser formuladas, implementadas y evaluadas por aquellos que entienden sobre esto. A partir de la incorporación en su discurso de las herramientas teóricas surgidas en países que iniciaron el modelo neoliberal y la adopción de mantras de moda como ‘universidad de clase mundial’, ‘investigación competitiva’, ‘emprendedorismo académico’ y ‘start ups’, la comunidad de investigación comenzó a predicar que nuestro tejido empresarial pasase a ser innovador”.
Para Dagnino, “esas ideas estaban cada vez más fuera de tiempo, lugar y contexto socio-económico y político. Hoy, la comunidad empresarial, encabezada por su parte más relacionada con intereses globales, eligió la tendencia de desindustrialización ‘sin retorno’, en un escenario mundial cada vez más adverso al desarrollo nacional. La racionalidad de la clase propietaria que expulsó a la élite académica en el desarrollo de la política de ciencia y tecnología será mucho más ‘pragmática’ y estará más lejos de las demandas cognitivas de la mayoría de la población que las mantiene con sus impuestos”.
El próximo 22 de abril se realizará en diversas ciudades del mundo una movilización bautizada “Marcha por la ciencia”, con el objetivo de crear conciencia sobre la necesidad de apoyar y sostener a las instituciones y la comunidad científica en un momento en que la actividad científica se ve amenazada por cambios en la política pública y la reducción de la inversión en el sector en distintos países. En Brasil, la movilización será en San Pablo y Natal, y tendrá el objetivo de reclamar por la falta de apoyo del Estado brasileño a la ciencia y a la tecnología.