Tras seis años de la intervención militar de la OTAN en Libia, el país se encuentra devastado y los grupos terroristas se han extendido por su territorio. El caos, los desplazamientos forzosos, la inseguridad y la incertidumbre matizan la vida diaria de la población.
El 19 de marzo de 2011, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) emprendió una agresión militar. Sin dilación, la noche de ese día comenzaron los bombardeos sobre el país.
Paralelamente, se llevaron a cabo medidas de embargo para congelar activos de la National Oil Corporation y del Banco Central de Libia. De esta manera, las reservas internacionales del pueblo libio fueron arrebatadas por Occidente.
La ofensiva imperialista comenzó en Bengasi, la segunda ciudad de Libia, en la que se destruyó el aeropuerto y el puerto, que dejó incomunicados a decenas de miles de libios.
Mustafa Abdul Jalil, líder del Consejo Nacional de Transición de Bengasi en 2011, admitió que los manifestantes asesinados en Bengasi por la acción de la OTAN, fue responsabilidad de un grupo de espías y mercenarios que no eran libios.
Los libios de piel oscura sufrieron la exclusión y el despojo de sus derechos, su estatus socioeconómico y político con el derrocamiento del Gobierno. El tratamiento a los libios de piel oscura bajo el gobierno de Gaddafi había sido elogiado por el propio Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en un informe de 2011, que señaló que el líder libio “hizo todo lo posible por asegurar su desarrollo económico y social, específicamente para suministrar oportunidades económicas y protecciones políticas a libios negros y a trabajadores migrantes de países africanos vecinos”.
En apenas siete meses de operación militar, la OTAN efectuó 10.000 ataques con 40.000 bombas y misiles contra los libios. Como resultado, 120.000 libios murieron de acuerdo a cifras de la Cruz Roja Internacional.
Trípoli, la capital, fue bombardeada poco después de Bengasi. Enfrentamientos entre las milicias y fuerzas leales a Gaddafi dejaron miles de desplazados.
El enfrentamiento entre grupos extremistas que operan en Libia ha provocado el desplazamiento de más de 400.000 personas y una situación de incertidumbre para las personas atrapadas en las zonas de conflicto, según un informe de la ONU sobre la situación en este país publicado el 23 de diciembre de 2014.
Con el asesinato de Gaddafi surgieron milicias afines al EI como Farj Libia, Libyan Islamic Fighting Group, Ansar, Al Sharia y otros minoritarios. “Hay muchos grupos armados, unos 1.700, con muchos objetivos distintos.
Como resultado de la intervención militar de la OTAN, que propició el derrocamiento del gobierno libio, surgieron dos parlamentos y dos gobiernos paralelos, uno en Trípoli -apoyado por las milicias Fajr Libia, aliadas de Misrata- y otro en Tobruk (a más de mil kilómetros de distancia), reconocido por Occidente. Cada uno de ellos luchan por ganar el apoyo de las miles de milicias que se enfrentan en el país y ha dejado como resultado una nación con profundas divisiones regionales, étnicas y locales.
En 2016, un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) alerta nuevamente sobre las violaciones de derechos humanos en Libia, entre ellas, las miles de decapitaciones, detenciones arbitrarias, torturas con electricidad y golpes.
El documento revela que la situación en el país no ha cambiado desde el 2014, cuando otro informe de la ONU advirtió sobre los ataques indiscriminados contra civiles, bombardeos de hospitales, secuestros, torturas y ejecuciones ilegales.
Entretanto, la OTAN se prepara para una nueva posible invasión. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, entregó recientemente a la Casa Blanca un plan en el que se detalla el paso a paso para poner en marcha operaciones militares en toda Libia con la supuesta intención de combatir el terrorismo.
Antes de las bombas de la OTAN, Libia tenía el nivel de vida más alto de África e incluso por encima de Rusia, Brasil y Arabia Saudita.
La electricidad era gratuita para todos los ciudadanos y la vivienda era un derecho. En este sentido, a los recién casados se les otorgaba el equivalente a 50.000 dólares para comprarse una casa.
En materia de salud, si un libio no podía hallar la educación o atención médica que buscaba, el gobierno de Gaddafi les daba los fondos necesarios para conseguirlos fuera del país.
Cualquier persona que deseaba ser agricultor recibía gratis tierra, una casa, animales, equipo de agricultura y semillas y en caso de haber pedido un préstamo de cualquier tipo, la tasa era de un 0 por ciento de interés por ley.
En otros aspectos, la economía libia era libre del Fondo Monetario Internacional. El banco central libio emitía dinero sin deuda, a diferencia del bloque occidental que la atacó militarmente.
El monumental proyecto Gran Río Artificial, que proveyó de agua gratuita a los libios y otros pueblos africanos, fue bombardeado por la OTAN y provocó una crisis acuífera en Libia, sobre todo en Trípoli.
Con la intervención militar de la OTAN, liderada por Estados Unidos, el pueblo libio perdió su prosperidad, calidad de vida y estabilidad política y social.
LibreRed | EFE | Telesur