Alfredo Jalife-Rahme
Resulta una pérdida de tiempo profundizar sobre los ya muy aburridos fraudes obscenos de la banca negra israelí-anglosajona que hemos denunciado desde que pusimos en evidencia el lado oscuro de la globalización (título de nuestro libro agotado desde hace 10 años), donde no se salva ningún actor del teatro trágico del modelo neoliberal financierista.

Las estrellas del reparto han sido los vilipendiados banqueros, quienes realizan una actividad consustancialmente criminal y misantrópica, gracias a las generosas lubricaciones que han ejercido sobre la exageradamente mediocre clase política contemporánea que claudicó ignominiosamente a su función primordial de defender el bien común.

Más allá de los expuestos banqueros, hilarantemente disfrazados de filántropos, los actores secundarios del mafioso circuito financierista global anglosajón, en la obra trágica que pudiéramos denominar Las finanzas neoliberales globales, han tardado en ser puestos en la picota, como destacan sus inexpiables empresas de contabilidad, sus descalificadas agencias calificadoras (sic) y sus muy laxas reguladoras gubernamentales, ya no se diga sus agencias especializadas de noticias multimediáticas, que en su amplio espectro han contribuido al mayor engaño global en la historia de la humanidad.

En el sector contable el recuento de daños ha sido exageradamente mínimo: Arthur Andersen, en la otrora quinta grande, desapareció con Enron (la quebrada gasera texana mafiosa, válgase la tautología, vinculada al nepotismo bushiano); Ernst&Young acaba de ser indiciada sin el menor daño colateral, a raíz de su alquimia contable en el caso crapuloso de Lehman Brothers, y las hazañas de KPMG han sido salpicadas levemente con el jocoso Vamos México (entelequia de los fraudes foxianos).

Hasta ahora tampoco ha sido importunada la inimputable Pricewaterhouse Coopers, la que no vemos cómo podrán ocultar del ultraje ciudadano las desacralizadas autoridades financieras reguladoras a los dos lados del Atlántico, cuando opera de la misma forma, si no es que peor, que sus competidoras en el ocultamiento y maquillaje de datos contables de la banca negra global (Goldman Sachs, Citigroup, JP Morgan-Chase, Banca Rothschild, RBS, Barclays, Santander, etcétera).

Lo peor: las reguladoras estaban reguladas pecuniariamente por la desregulada banca negra israelí-anglosajona.

No vamos a penetrar los dédalos de la propedéutica de Las finanzas neoliberales globales con la que se enseña tecnológicamente a saquear al prójimo en ciertas universidades e institutos a escala planetaria (v. gr. el ITAM), diseñados ex profeso para capacitar a sus singulares cuadros cleptomaniacos.

A reserva de escudriñar la enseñanza de Las finanzas neoliberales globales en los institutos dizque académicos, nos centraremos sucintamente en las poco analizadas agencias calificadoras: el descalificado trío oligopólico anglosajón conformado por Standard&Poor’s (S&P), Moody’s y Fitch (la minúscula de las tres), sin el cual no habría sido posible engañar a tanto inversionista ingenuamente desinformado.

En medio de la crisis financiera global, detonada en Wall Street y que ha infectado todos los rubros de la actividad humana, acaba de surgir un blog disidente muy atractivo en Estados Unidos, The fourteenth banker (El decimocuarto banquero), totalmente anónimo (sic) y selectivamente entronizado por el portal muy visitado huffingtonpost.com (13/4/10), el cual delata la venta de calificaciones por la descalificada agencia calificadora Moody’s, que, por cierto, reporta ingresos por US$2,040,000 millones hasta 2006. ¿Qué habrá pasado con sus estados contables hasta el cierre de 2009?

Moody’s califica en forma anómala y desproporcionada 40 por ciento del mercado de crédito global y entre sus propietarios se encuentra la legendaria Berkshire Hathaway (BH), cuyo accionista mayoritario es Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del mundo.

¿Cómo se acepta que Moody’s califique a sus propios dueños? ¿Como calificará a Davis Selected Advisers, su también propietaria firma de inversiones? ¡Puro cuento gringo!

El arrepentido banquero anónimo (ejecutivo de los principales 10 bancos de EU), corroído muy a destiempo por una crisis moral (sic), considera que el sistema financiero anglosajón está diseñado para el engaño, lo cual no representa ninguna sorpresa para los dilectos lectores de Bajo la Lupa.

Con bastante antelación habíamos investigado hace más de una década el engaño infernal del milenio (capítulo del libro agotado Los cinco precios del petróleo, Ed. Cadmo & Europa, Buenos Aires, 2006), en alusión a cuatro impactantes reportajes de Nicholas D.Kristof y Edward Wyatt, en The New York Times (15, 16, 17 y 18/2/09) sobre el plan maestro de Wall Street, en colusión con los políticos en turno de la Casa Blanca, para adueñarse de las joyas estratégicas del mundo mediante la desregulada globalización financiera (¡otro cuento gringo!).

Son momentos de reparar, más que reformar, la inoperancia de todo el sistema financierista anglosajón neoliberal cuando sus gobiernos a los dos lados del Atlántico sufren en las urnas democráticas y funerarias los embates de la furia ciudadana.

Sam Jones y Stephanie Kirchgaessner, de The Financial Times (23/4/10), portavoz del neoliberalismo global, se atreven tardíamente a denunciar los fraudes de la descalificada S&P, la mayor agencia calificadora del mundo, durante el desplome de los bonos hipotecarios de baja calidad, con los que, por cierto, realizó fortunas Goldman Sachs apostando diabólicamente contra sus propios clientes.

Ahora resulta que S&P no es más una agencia confiable (sic) ante los inversionistas, en medio de una crisis que se debió a los propios errores de S&P.

El jefe de Moody’s admite también sus errores (The Financial Times, 24/4/10), mientras una investigación del Senado estadunidense inculpa al trío oligopólico de las agencias calificadoras por su ceguera selectiva (The Financial Times, 23/4/10).
¿A poco no se sabía? ¿No es cómplice The Financial Times?

Son tiempos de inculpaciones estériles y lamentaciones insulsas en medio del cementerio neoliberal global, cuando los correos electrónicos de intimidad bidireccional de las agencias calificadoras con los bancos (a quienes supuestamente calificaban) han exhibido sus macabras supercherías, así como sus tratativas bajo la mesa para negociar las cotizaciones triple A, dependiendo de las lubricaciones de los banqueros interesados.

Un correo interno de S&P no tiene desperdicio: “Las agencias calificadoras continúan creando un monstruo (¡supersic!) mayor, el mercado CDO (‘obligaciones de deuda colateralizada’). Esperemos que todos seamos ricos y jubilados cuando esta casa de naipes se desplome”.

Entre el monstruo mayor creado por S&P y las monstruosidades gestadas por el Fabuloso Fab, autoapodo de Fabrice Tourre, ejecutivo de Goldman Sachs (ver Bajo la Lupa, 21/4/10), pues que Dios agarre confesados a los valetudinarios ciudadanos indefensos del planeta.