Hugo Rafael Chávez Frías

Cambio de epoca. Este sabio concepto de nuestro hermano presidente Rafael Correa puede que sea la definición más acertada del actual espíritu de los tiempos. No hay duda de que una nueva doctrina constitucional está en ciernes, no de otra forma podemos interpretar lo que hoy ocurre en Ecuador y lo que se prepara en la hermana Bolivia, la hija predilecta de nuestro Libertador. Los días de una constitución concebida como una novela costumbrista de élite, donde sólo podía identificarse la oligarquía local con sus costumbres y carácter social, tipificado por la complicidad leguleya, sin lugar a dudas están muriendo en Nuestra América. Nace ahora el voto con rostro y la Constitución de todos, constituciones que priorizan a los ninguneados de la historia. Seguiremos muy de cerca el proceso electoral ecuatoriano, donde todo análisis apunta a una contundente y luminosa victoria del pueblo de la gran Manuela Saénz, Eloy Alfaro y nuestro Mariscal Sucre.

La historia de nuestros pueblos ahora la escriben aquellos que tenían prohibido redactar la historia. Ya la historia no la cuentan los antiguos vencedores. Siendo los procesos hermanos como son, no podemos negar el papel central que este bravío pueblo venezolano ha logrado abrir mientras poco a poco sigue desalambrando la historia. ¡Ha sido la candela bolivariana la que ha incendiado el seco pajonal de la oligarquía! ¡Se acabaron los tiempos de la pura resolana, comienza la cosecha y la mata que dará la sombra que todos nos merecemos! Ya lo decía el Apóstol de Nuestra América José Martí: “Es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz”. Es ahora que Nuestra América se viste de pueblo, eso lo podemos constatar con el nuevo sentido que para los pueblos tienen las palabras “voto” y “constitución”. Ya lo decía el gran pensador revolucionario peruano José Carlos Mariátegui en su Carta a los redactores de Claridad… ¡en 1924 y parece escrito ayer!: “Nuestra causa es la gran causa humana. A despecho de los espíritus escépticos y negativos, aliados inconscientes e impotentes de los intereses y privilegios burgueses, un nuevo orden social está en formación. Nuestra burguesía no comprende ni advierte nada de esto. Tanto peor para ella. Obedezcamos la voz de nuestro tiempo. Y preparémonos a ocupar nuestro puesto en la historia”. Aquí en predios del Sur los gobiernos comienzan a estar a la altura de sus pueblos, ¿veremos el momento en que en el Norte eso ocurra? ¡Viva el Ecuador, Patria Bolivariana!

Grandes acontecimientos y nuevas gestas en esta Patria Grande nuestra prefiguran la entrada de la gran mayoría de nuestras naciones en lo que hemos denominado la Era Bicentenaria, que comenzaremos a conmemorar el próximo 19 de abril de 2010. Así lo manifestamos el domingo pasado en ocasión del grandioso desfile con que hemos comenzado nuestro tributo a tan magnas fechas, que se sucederán unas tras otras en todo el continente.

Recordemos lo que escribió Bolívar el 19 de abril de 1820 desde el Cuartel General Libertador en San Cristóbal: “¡A los soldados del Ejército Libertador! Diez años de libertad se solemnizan este día. Diez años consagrados a los combates, a los sacrificios heroicos, a una muerte gloriosa. Pero diez años que han librado del oprobio, del infortunio, de las cadenas a la mitad del mundo”. Y aún con más énfasis: “¡Soldados! El 19 de abril nació Colombia: desde entonces contáis diez años de vida”.

No podía entonces ser menos grandiosa la ocasión para iniciar los preparativos bicentenarios desde este domingo pasado, viniendo de una Cumbre de las Américas, donde nuestras naciones se presentaron con toda la dignidad con la que desde aquellos años de primera independencia se hicieron conocer al mundo entero. Recordemos lo que establecía uno de los documentos emanados de la Junta Suprema que se constituyó el 19 de abril: “Venezuela se ha puesto en el número de las naciones libres y se apresura a noticiar este acontecimiento a sus vecinos, para que, si las disposiciones del Nuevo Mundo están acordes con las suyas, le presten auxilio en la grande y harto difícil carrera que ha emprendido”. Y en el mismo documento se habla de “elevar la América a la dignidad política que tan de derecho le pertenece”.

La chispa que prendió en Caracas terminó por incendiar toda la pradera en aquel año 1810. El 25 de mayo Buenos Aires seguía el ejemplo, constituyéndose una Asamblea pro témpore. A renglón seguido, el 20 de julio, en Bogotá era destituido el virrey. No tardarían Chile y México en hacer lo mismo. Los 300 años de calma, para decirlo con Bolívar, concluían y el régimen político colonial se derrumbaba. Y todo había comenzado en Caracas: Venezuela se colocaba en la vanguardia emancipadora de Nuestra América. Hoy, de nuevo, nos ha tocado abrir el camino y la fuerza histórica que viene desde 1810, nos impulsa y nos acompaña para hacer realidad la independencia definitiva.

Es ese mismo espíritu libertario de abril de 1810, a casi 200 años de distancia, el que impregnó nuestra Cumbre de Países del ALBA en la histórica Cumaná, la ciudad Mariscala. No podemos dejar de insistir en que el ALBA es un espacio concreto, despojado del puro divagar retórico que caracteriza a muchas de las cumbres que han venido desarrollándose. ¡Y al fin, nació el Sucre!

Pero antes de hablar de nuestra flamante moneda, permítanme una pequeña digresión. Leo un cable del día 16 de abril de la agencia rusa de noticias Ria Novosti en el que recoge palabras del director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, en su intervención ante el Club de Prensa de Washington, dice Strauss-Kahn: “El dólar es más fuerte ahora que hace un año… y no hay motivos para suponer que sea incapaz de seguir cumpliendo esa función (la de principal divisa mundial)”. No se puede interpretar de esas palabras otra cosa que la terca insistencia del capitalismo, en estado terminal, de presumir que puede sobrevivir a las actuales exigencias de la historia y de nuestros pueblos. Si Estados Unidos y las instituciones imperiales de Bretton-Woods persisten en llevar a la quiebra a su divisa, peor para ellos. Pero aquí, en tierra soberana, hemos tomado la democrática decisión de plantear una alternativa regional que nos aleje del riesgo de los vaivenes neoliberales y de la irresponsabilidad fiscal que caracteriza al dólar y a su dictadura mundial. Nuestra respuesta: el Sistema Único de Compensación Regional (SUCRE). Divisa que ya comienza su marcha, primero de forma virtual y más adelante con una expresión física concreta y consistente con nuestras dinámicas económicas.

Hacia allá irán nuestras reservas, protegidas de la ilusión de papel que constituye el dólar. Así estableceremos los países del ALBA nuestras relaciones comerciales, con una política de intercambio justa, soberana y corresponsable. Lejos estamos de la depravada competencia en la que incurre el capitalismo. Con el Banco del ALBA y una moneda común, hemos dado uno de los pasos fundamentales a nivel mundial hacia una respuesta regional contra la crisis financiera; así comienza a nacer la nueva arquitectura financiera de los países sumados al cambio de época. Puede que el dólar no esté en bancarrota como divisa, por ahora… pero sin lugar a dudas en lo político y lo moral hace rato que está quebrado y en bancarrota. Tiene la moral hipotecada.

Partimos hacia Puerto España con una voz unificada. Una voz que no excluye a nuestra hermana Cuba, pieza clave y fundamental en el destino de Nuestra América. Y vaya que no fue poca cosa, lo repito, lo ocurrido en la V Cumbre de las Américas, como tampoco fue poca cosa lo evidenciado en la Cumbre del ALBA.

Fue unánime el acuerdo entre todas nuestras naciones para que sea levantado el criminal y cobarde bloqueo a Cuba y para que de una vez por todas se integre al gran concierto de soberanía que hoy como nunca hemos retomado, sin tutelaje ni vasallaje alguno. Si en algún lugar del territorio de Nuestra América se ha conservado la dignidad de un pueblo en contra de las mayores adversidades, resistiendo las mil agresiones del imperio yanqui, ese lugar se llama precisamente Cuba.

Como un poderoso huracán en pleno Caribe, la gran mayoría de nuestras naciones superó con creces la Declaración Final de la Cumbre de las Américas. Y creo que Correa supo sintetizarlo magistralmente: “El documento final es irrelevante e intrascendente, y la cumbre ha rebasado por mucho ese documento”.

Bien lo decía Martí desde ese texto sagrado que es Nuestra América (1891): El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu. Digámoslo desde el presente: ese sigue siendo nuestro problema. El cambio de espíritu es decisivo: el falso espíritu de la competencia debe ser radicalmente desplazado por el espíritu fraterno. El cambio verdadero de espíritu producirá el cambio verdadero de las formas. Tanto en el ALBA como en la V Cumbre de las Américas, hemos demostrado que sí es posible lograr el cambio de espíritu.

Es en ese sentido que bien podemos recordar hoy aquella maravillosa consigna expresada en sabroso inglés trinitario y sirva esto como un gran homenaje y agradecimiento a ese hermano pueblo de Trinidad y Tobago que nos brindó tanto amor en todo momento: “¡Massa day done!”: los días del colonialismo se terminaron. El imperio se quedó sin colonias y la funesta OEA ha pasado a ser un “cadáver insepulto”. Esa es la verdad de este tiempo, de esta nueva época.

P. D. Recomiendo a todos y a todas leer o releer “Las Venas Abiertas de América Latina”.

Nuestro Ministerio de Cultura y nuestro PSUV deben lanzar una edición masiva y hasta pudiéramos invitar a Eduardo Galeano a escribirle un prólogo y a venir a su lanzamiento.

¡Venceremos!