La retórica beligerante de ambas partes no ha hecho más que escalar desde que Irán efectuó un ensayo con un misil balístico el pasado domingo, una acción considerada inaceptable por Washington, que alertó con una respuesta.
Esta respuesta llegó ayer con la imposición de sanciones a 13 individuos y 12 entidades relacionados con el programa de misiles balísticos de Teherán, a cuyo régimen EEUU ha calificado de amenaza para la región y el mundo.
Las autoridades iraníes no se quedaron calladas ante esta acción, anunciando el Ministerio de Exteriores “restricciones legales a un número de individuos y entidades (estadounidenses) implicadas en la financiación y apoyo a grupos extremistas en la región”.
Además, la Fuerza Aeroespacial del cuerpo de elite de los Guardianes de la Revolución comenzó hoy una serie de ejercicios militares con el objetivo de “mostrar la capacidad y preparación (de Irán) para actuar contra cualquier amenaza y desestimar las sanciones”.
Las amplias maniobras se realizan en un área de 35.000 kilómetros cuadrados en la provincia de Semnan, en el noreste del país, e incluyen la prueba de sistemas de misiles y de radar.
Según un comunicado publicado por los Guardianes de la Revolución en su página Sepahnews, los simulacros abarcan tres tipos de sistemas de misiles, entre ellos “Sevon Jordad” y “Sayad 2”, que tienen un rango de alcance de 75 kilómetros y son capaces de actuar contra varios objetivos hostiles.
Las autoridades iraníes consideran su derecho fortalecer su capacidad defensiva y afirman que con sus acciones no vulneran ni el pacto atómico ni la resolución 2231 de la ONU, que prohíbe a Irán realizar pruebas con misiles con capacidad nuclear.