Con un día de antelación, la reunión de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) trazó las posiciones políticas y económicas que llevarían sus integrantes a la cita de las Américas realizada en Puerto España, Trinidad y Tobago, y en la cual la gran ausente sería Cuba por las imposiciones diseñadas años atrás por las diferentes administraciones estadounidenses, las cuales han mantenido por más de 45 años un bloqueo total contra la Isla del Caribe.
Las preocupaciones por los acuerdos tomados durante la reunión del ALBA, referentes a no firmar la declaración final de la Cumbre de las Américas por las enormes diferencias con la realidad de Latinoamérica en la que no se hacía referencia al bloqueo contra Cuba ni se daba soluciones reales a la crisis económica capitalista surgida en Estados Unidos y que afecta a todas las naciones de la región, entre otras incongruencias, preocupó sobremanera al actual presidente Barack Obama.
El mandatario norteamericano, quien en esos momentos efectuaba una visita a México desde donde partiría hacia Trinidad y Tobago, llamó a su par brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva para que le ayudara a evitar el descarrilamiento de la agenda diseñada para la Cumbre de las Américas.
Obama, según su consejero Jeffrey Davidow, pidió a Lula tratar de “mantener un enfoque positivo” en la agenda con los 34 presidentes latinoamericanos, o mejor dicho, seguir adelante con una declaración cuyos puntos principales habían sido diseñados por Washington en aras de continuar, de una forma más diplomática que las anteriores administraciones, la hegemonía estadounidense en la zona.
Las urgentes gestiones de Obama no dieron el resultado esperado (aunque el presidente supo oír a los oradores cosa que no hizo su predecesor George W. Bush) pues la abrumadora mayoría de los participantes demandaron la eliminación total del bloqueo económico contra la Isla del Caribe y pidieron relaciones económicas entre los estados sin el ejercicio de políticas injustas ni presiones impuestas durante decenas de años por Washington.
En la reunión del ALBA, que con la nueva entrada de San Vicente y las Granadinas ya suma siete miembros (Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Honduras y Dominica) más otros dos invitados, Ecuador y Paraguay, se acordó unánimemente no firmar la declaración final de Puerto España.
Los participantes en Cumaná plantearon el apoyo total a Cuba en su lucha contra el bloqueo, la creación de 10 nuevos proyectos en el sector alimenticio, área priorizada en los acuerdos de cooperación y complementación del ALBA. Para reforzar esa política se adoptó la ejecución del Sistema Único de Compensación Regional de Pagos (Sucre), que en el futuro podría convertirse en moneda virtual y hasta física del grupo.
Asimismo, se creó el Consejo Monetario Regional, una unidad de cuenta común, una cámara central de compensación y un Fondo de Reservas y Convergencia Comercial.
Aunque los oradores advirtieron que nadie escapará a la crisis económica mundial, reconocieron que el ALBA cuenta con instrumentos para enfrentar en parte sus efectos, basados en principios de igualdad y privilegiando el desarrollo económico y social. Pese a que el ALBA no tiene la capacidad de transformar estructuralmente el orden económico internacional sí puede sentar nuevas bases y construir sus propias relaciones económicas.
En esa perspectiva, el SUCRE tendrá una significación especial para incrementar el comercio del grupo.
Durante más de un siglo y en beneficio de su desarrollo, Estados Unidos ha mantenido una política de saqueo económico sobre las riquezas de la región latinoamericana que han provocado el atraso y la miseria de la mayoría de los pueblos del hemisferio.
Si el miedo a perder esa hegemonía, debido a las posturas asumidas por los gobiernos progresistas en Latinoamérica, llevaron a Estados Unidos y Europa a intentar salvar al moribundo Fondo Monetario Internacional (FMI) durante la pasada Cumbre del G-20 efectuada en Londres, al suministrarle un paquete de más de un billón de dólares, en la Cumbre de las Américas trató de reflotar a la desgastada Organización de Estados Américanos (OEA) para que funja como coordinadora de futuros programas económicos paliativos regionales.
Estados Unidos había sufrido un rotundo golpetazo durante la IV Cumbre de las Américas celebrada en Buenos Aires en 2005 cuando los jefes de Estado asistentes rechazaron las políticas neoliberales impuestas por Washington las cuales habían provocado mayor inequidad, pobreza y miseria.
Las proyecciones norteamericanas de imponer en esa reunión la creación del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) sufrieron un fuerte golpe. El ALCA estaba diseñada para ejercer un mayor control de Estados Unidos y a la par reducir las posiciones de soberanías e independencias políticas y económicas en la zona.
En la reunión de Trinidad y Tobago, Obama, con posiciones mucho menos agresivas que las de su antecesor pero siguiendo directrices de los poderes políticos y económicos que dirigen al gobierno de Washington, impulsó la creación de una política de acercamiento hacia la región mediante la OEA que ha sido uno de los mecanismo que durante años le ha facilitado mantener el control sobre los gobiernos del área.
En el orden militar, la OEA le ha servido a Estados Unidos para justificar sus invasiones militares y golpes de Estado en Guatemala, Santo Domingo, Granada, Chile, Argentina, Brasil y otras naciones. En el económico, para tratar de mantener el aislamiento de Cuba con la aplicación del bloqueo e imponer las políticas neoliberales con la consecuente profusión de la miseria, el hambre y el desempleo en la región. En resumen, ha sido el ejecutor y controlador de la dominación política, económica y social para que los pueblos del hemisferio se mantengan bajo su égida.
Ahora se le ofrece a esta organización un poco de dinero (alrededor de 140 millones de dólares) para paliar las enormes dificultades en atención social, sanitaria, de salud, educación, producción y otras muchas que enfrentan sus miembros debido a las políticas de saqueo de las transnacionales y de las imposiciones neoliberales y de privatizaciones diseñadas por Washington y avaladas por la OEA desde su fundación.
Muchos ensayos económicos han sido puestos en marcha por Estados Unidos para tratar de detener el ejemplo de independencia social, soberanía e independencia económica que irradió Cuba a partir del triunfo de la Revolución en 1959.
Uno de esos inventos fue la llamada Alianza para el Progreso que tan solo sirvió para drenar un pequeño capital hacia algunos países y que concluyó en un rotundo fracaso al no poder esas naciones salir de los atrasos y las pobrezas acumuladas. La Alianza y otros mecanismos puestos en marcha como el neoliberalismo y el libre comercio propiciaron un mayor control de las empresas transnacionales sobre las producciones industriales y agrícolas, incrementaron las deudas externas, impulsaron las diferencias entre ricos y pobres, desataron desempleos y elevación de las pobrezas en Latinoamérica.
Los esfuerzos de integraciones regionales para desembarazarse del predominio norteamericana como son el MERCOSUR, el ALBA, UNASUR, PETROCARIBE, PETROSUR, PETROANDINA; la posibilidad de irse separando del dólar en las transacciones regionales como los acuerdos del ALBA con la creación del SUCRE o el intercambio mercantil con monedas nacionales entre Brasil y Argentina; la formación de entidades financieras independientes en el área al estilo del Banco del Sur y del ALBA, han puesto nerviosos a los generadores de políticas hegemónicas en Estados Unidos.
Después de insuflar nueva vida artificial al FMI en la Cumbre del G-20, ahora han tratado de rescatar a la OEA. En es contexto, Washington no ha desistido de implementar el ALCA como modelo para sus fines aunque en la nueva versión lo disfracen con acciones moderadas, frases altisonantes y pequeñas entregas monetarias y sociales.
Es otra forma de alcanzar sus objetivos para mantener el control económico, político y social en el área cuyos gobiernos han comprendido que la solución de los problemas está directamente relacionada con la integración entre sus países. El ALCA en su versión endulzada número 2, y con la OEA como timonel, debe ser descalificada en aras del progreso económico y social de América Latina. Ese es el nuevo reto que ya tuvo su primer combate en la pasada Cumbre.