David Delgado(*)
Me gustaría comenzar hablando de lo que está sucediendo en Afganistán desde una perspectiva esperanzadora y optimista, pero los hechos, una vez más, impiden que las victorias de la heroica resistencia del pueblo afgano no vengan acompañadas de las sombras que planean sobre el país a causa de los invasores asesinos. Y es que los criminales de la OTAN asesinaron a dos niños (de entre 8 y 12 años de edad) tras abrir fuego contra un vehículo en la provincia oriental de Khost, según informaron los residentes de la región el día 20 de abril, en una acción que provocó la muerte de cuatro personas.
En el distrito de Gurbz, fueron tiroteados cuatro escolares menores de edad, en una refriega entre la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF, bajo el mando de la OTAN) y miembros de la resistencia. El Ministerio de Educación afgano, informó el martes 20 de abril que los disparos que causaron la muerte de los cuatro niños eran “esencialmente” de los ocupantes.
Sucesos como estos, desgraciadamente muy frecuentes en el país centroasiático, dejan un sabor amargo a pesar de la cada vez más complicada situación en la que se encuentra EEUU y sus aliados imperialistas. De momento, según reveló el enviado de EEUU para Afganistán y Pakistán, Richard Holbrooke, el próximo 20 de julio se desarrollará en Kabul un nuevo foro internacional tras el celebrado en enero de este mismo año en Londres.
Este nuevo encuentro permitirá “afirmar el apoyo internacional” al gobernante corrupto, Hamid Karzai, dijo Holbrooke. En la línea de la Conferencia de Londres, donde los jefes de las potencias imperialistas apoyaron el plan de Karzai de “reintegrar” a la sociedad a los combatientes talibanes moderados que renuncien a la violencia (o sea, a los traidores potenciales que se rindan), en esta nueva reunión de los bandidos capitaneados por EEUU, es más que previsible que se profundice en la estrategia de retirada que se pergeñó en Londres.
Antes de la celebración de esa cumbre, Karzai estará de viaje por Washington entre el 10 y el 13 de mayo, comunicó también el diplomático. ¿Estará en lo cierto el reportero y columnista estadounidense Eric Margolis, cuando afirma que por la presión de los centros militares y políticos el presidente Obama quiere reemplazar al presidente marioneta? La verdad que cada vez cobra más enteros la idea de que EEUU justifique su fracaso militar contra la resistencia (los terroristas talibanes en la jerga imperialista) en la persona del presidente afgano.
Karzai, que ha sido desde hace años un fiel y obediente presidente títere al servicio de la CIA y el gobierno estadounidense, ha hecho una serie de declaraciones e insinuaciones inquietantes para la administración de Obama. El viernes 2 de abril, telefoneó a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, para hacerle llegar su “sorpresa” por el revuelo que se originó tras su acusación de que los “fraudes masivos” durante las elecciones presidenciales de 2009 no fueron cometidos por los afganos, sino que fueron obra de los extranjeros, y apuntó directamente a los observadores de la ONU y de la Unión Europea.
Esta llamada aclaratoria tuvo lugar después de que el día anterior el embajador estadounidense en Kabul, Karl Eikenberry, solicitase a Karzai que explicase sus polémicos comentarios que no sentaron nada bien a los jerarcas imperialistas.
Desde Washington señalan a su viejo servidor como responsable de manipular las elecciones para perpetuarse en la presidencia, cuando hipócritamente EEUU negó la participación en los comicios a los partidos que se oponen a la ocupación.
El presidente afgano también emitió unas declaraciones comprometidas contra las tropas de la OTAN a quienes culpó de la muerte de cuatro civiles, entre los que se encontraban una mujer y un niño, además de herir a otros 18 en Kandahar. “Abrir fuego contra un autobús va contra los compromisos de la OTAN de proteger a civiles y no se justifica en modo alguno”, espetó Karzai.
El presidente impuesto por EEUU, que se está volviendo en contra de los intereses de sus amos, fue más allá e insinuó amenazadoramente que la “cooperación” de los imperialistas puede convertirse en una “invasión” si no mantienen la independencia con lo cual “todo puede dar la vuelta”. Sin duda esta es una advertencia oficial para Washington.
Karzai ha dejado entrever la posibilidad de aliarse con los talibanes, y se atrevió a invitar al presidente iraní Mahmoud Ahmadinjad al país ocupado, lo que para EEUU significa otra admonición en este nuevo marco de deterioro progresivo en la relación entre ambas partes.
Margolis afirma que Karzai lleva dos años manteniendo conversaciones de paz con los talibanes en Arabia Saudita, y que este es consciente de que la solución es la integración y participación de la mayoría pastún y de los talibanes, grupo armado de esta etnia. Que el apoyo político de los caudillos de las otras dos etnias que controlan el tráfico de drogas, los tajikos y uzbecos, ya lo tiene pero es insuficiente. Sin embargo, la resistencia ha negado las conversaciones de paz en diversas ocasiones. Por lo tanto no queda del todo claro el papel que juega Karzai con respecto a la determinación de la resistencia de luchar contra los invasores sin concesiones hasta la retirada.
A todo esto se suma el hecho paradójico de que al Pentágono se le acusa de financiar a los talibanes. Aram Roston, periodista e investigador, revela en The Nation que “funcionarios militares de Estados Unidos en Kabul estiman que un mínimo del diez por ciento de los contratos logísticos del Pentágono —cientos de millones de dólares— consisten en pagos a la insurgencia”.
Una insurgencia que sigue poniendo en jaque a los imperialistas. En Kandahar, que será el escenario de la segunda gran operación militar contra los bastiones de la resistencia tras la “Operación Mushtarak”, y que contará con 10.000 soldados estadounidenses de refuerzo para cuando se inicie en junio la operación militar cuyo objetivo es tomar el control efectivo de la región para finales de verano, la resistencia está golpeando fuerte y se están organizando para la batalla. En esta región, está aumentado como no podía ser de otra forma, la impopularidad de los invasores por el constante derramamiento de sangre de civiles inocentes, muchos de ellos niños.
La resistencia afgana, que es mucho más amplia y plural de lo que nos cuentan los propagandistas burgueses, han convertido el interés de EEUU por las riquezas del Caspio y el control geoestratégico del país y de sus gasoductos en una odisea.
(*) David Delgado es miembro del Comité Central del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)