Lorena Fortonani

El Mango del Hacha

 

Estados Unidos es uno de los países industrializados, que mayor porcentaje de PBI destina a salud, y aun así, el sistema es altamente ineficiente y son cada vez más los ciudadanos que carecen de cobertura médica por no poder pagarla. Estas son las razones que esgrimió el presidente Barack Obama para plantear la necesidad de reforma del sistema sanitario. Un intento que el ex presidente Bill Clinton, quiso llevar adelante en los 90, con la implementación de la cobertura sanitaria universal y que generó la resistencia de grupos económicos y de miembros del partido republicano, que siempre vieron con malos ojos la intervención del estado en estas cuestiones.

Pero esta vez, Obama no podía correr con la misma suerte. Asumir el costo de un fracaso y dejar que el proyecto se sume la larga lista de promesas que todavía no han sido puestas en marcha desde que asumió la administración, debilitaría su imagen política.

Aunque el proyecto inicial del presidente Obama pretendía crear un sistema de salud público que competiría con el privado, la polarizaciones que generó la reforma entre la propia población estadounidense, la presión de las compañías aseguradoras que verían perjudicados sus negocios, y las movilizaciones que llevaron adelante movimientos conservadores como tea party, lograron que se adoptaran varios cambios. El sistema se mantuvo finalmente en manos de empresas privadas, aunque con mayor injerencia y control del estado.

Es importante conocer cuáles son los cambios pretende implementar Obama con esta reforma.

Estados Unidos cuenta actualmente con un programa estatal de prestación de salud, formado por dos seguros, el Medicaid y el Medicare, que bajo algunos requisitos ofrece cobertura sólo a personas de menores ingresos y a mayores de 65 años. La cobertura en estos casos no es total y el resto de la población debe contratar un seguro privado que tiene altos costos y se presenta inaccesible para gran cantidad de estadounidenses.

Lo que pretende la reforma, es ofrecer cobertura a los ciudadanos que hoy no gozan de este beneficio, creando en el plazo de cuatro años una bolsa de seguros médicos que permita a empresas e individuos acceder a una cobertura a precios accesibles.

Los requisitos para acceder al seguro médico del estado, el programa Medicaid, serán reducidos y se incorporarán al programa aquellos que obtengan una renumeración menor a $16.500, y a familias de cuatro integrantes que ganen menos de $29.000 al año. Todos los empleadores, con excepción de aquellos negocios más pequeños, deberán ofrecer un seguro de salud a sus empleados o contribuir al costo de los mismos.

Por otra parte, otorgará más seguridad y estabilidad a aquellos que ya gozan de un seguro médico, poniendo trabas a las prácticas discriminadoras de las aseguradoras que cobran mayores precios a las mujeres y pueden cancelar el seguro de un paciente si se demuestra que tenía alguna enfermedad preexistente.

Si bien el sistema ofrece beneficios importantes, no soluciona todos los problemas, y deja de lado a los más de 6 millones de inmigrantes indocumentados que viven actualmente en Estados Unidos.

Fue este proyecto el que finalmente aprobó el congreso el pasado 22 de marzo, con 219 votos a favor frente a 212 votos en contra. Ninguno de los 178 representantes del partido republicano dio su visto bueno, y a sus filas se sumaron 34 congresistas demócratas de tinte más conservador. La oposición consideró que la medida ayuda a aumentar el gran déficit fiscal que tiene actualmente el país, y que atenta contra las leyes del libre mercado, convirtiéndose en una “fuerte intromisión del estado en los asuntos privados y en un atropello a los derechos de los ciudadanos”.

Aunque el gobierno festejo esta votación como un gran triunfo, el partido republicano promete dar batalla y una decena de estados de la unión gobernados por filas conservadoras ya dieron a conocer en distintos medios de prensa locales, que van a judicializar la medida argumentando que la misma viola los derechos constitucionales de cada estado.

Todavía faltan que el senado apruebe algunas modificaciones al proyecto, pero se presume que será ratificada sin cambios para luego convertirse en ley.

Las dificultades que tuvo que sortear Obama en la implementación de la reforma, vislumbran un difícil camino para la discusión de próximas modificaciones en temas controversiales e importantes para los Estados Unidos, como el régimen migratorio, y el régimen financiero, que la administración de Obama prometió implementar durante su mandato.

Fuente original: http://www.elmangodelhacha.com.ar/revista142/revista142nota6.htm