Fuente – In LSD Veritas: Críptico sobre el Poder, Albert A.H.
La sociedad jerárquica, es decir, la sociedad del Poder, está condenada a la obediencia y la sumisión y por lo tanto a la corrupción. Todo Poder o sociedad organizada en base al Poder debe oprimir tanto al dominante como al dominado, en tanto que aquel también será oprimido por un dominante que esté en la escala superior y así sucesivamente hasta llegar a la cúspide del Poder representada por el Gobierno del Estado y sus instituciones que junto con el Capital de la burguesía vuelven a disolver el Poder en toda la sociedad hasta llegar a la base formada por los trabajadores asalariados de base y los desempleados que junto con el lumpenproletariado, constituyen la sociedad de los gobernados y gobernantes.
En efecto, es un sistema que se retroalimenta continuamente porque el origen de las relaciones humanas están basadas en el Poder y por lo tanto no se puede salir o romper este circulo vicioso que se prolonga hasta el infinito, relegando al individuo a un estado de corrupción permanente ya que tiene que adaptarse de algún modo u otro para poder sobrevivir en una sociedad que inicialmente tampoco a elegido pero que inevitablemente lo arrastra debido a la imitación, al conformismo y la complacencia que lo convierten en un ser mediocre.
El grado de sumisión determina el grado de explotación, el grado de explotación determina el grado de corrupción, el grado de corrupción determina el grado de dominación.
Tolerar el Poder es tolerar la servidumbre y la esclavitud, quien tolera lo intolerable se acaba corrompiendo como su explotador y fracasa como individuo y ser humano, en este contexto no hay diferencia alguna entre explotador-explotado o dominador-dominado, porque ambos aceptan sus roles y carecen por lo tanto de conciencia alguna ya sea de clase o social, toda su voluntad está dirigida por intereses exclusivamente particulares en la que el centro (y el principal dogma de fe) es la mera lucha por la supervivencia en el plano material y lo que acaba determinando su pensamiento y voluntad.
El Poder se funda en el Yo o el Ego del individuo atomizado (1). Todo individuo que carece de conciencia tiende al Ego que origina su carácter y personalidad atomizada, de esta forma suple su falta de empatia, amor y humanidad. Toda voluntad de poder basada en el Ego produce una caricatura del sujeto, es decir, un sujeto falseado por la propia imagen que el mismo crea y proyecta a los demás. Esta imagen se propaga y mimetiza en el entorno social, de esta manera el sujeto caricaturizado se adapta a las exigencias de la sociedad para poder sobrevivir en un ambiente basado en las relaciones de Poder.
Por lo tanto el Poder se constituye en primer lugar como formación de la identidad y personalidad del individuo atomizado o sujeto caricaturizado, y en segundo lugar como adaptación al medio donde tiene que desarrollar su pensamiento previamente falseado por su carácter para competir y luchar por la supervivencia.
(1) Utilizo la descripción «individuo atomizado» como expresión de individuo que está fragmentando y que por lo tanto no puede ser individuo, es decir, un individuo integro, incorrupto.