Ricardo Salgado
Rebelión
La derecha hondureña ha entendido que su cruzada por detener los cambios en las estructuras económicas, que prevalecen en la sociedad, deben seguir una campaña sistemática de represión y violación a los derechos humanos, con el solo propósito de persuadir a las mayorías de que «es mala idea estar en contra del orden establecido». El gobierno de Lobo Sosa actúa en consonancia con la muy mal estructurada política exterior imperial, con lo que pretende confundir tanto la opinión pública nacional como internacional.

El proceso de cambio en Honduras, que tiene antecedentes en las luchas sociales que se producen desde hace décadas, y que alcanzó su momento más alto a raíz del golpe de estado del 28 junio, enfrenta hoy retos importantes que incluyen una adaptación de su propia naturaleza a las condiciones que cada coyuntura va presentando. En esta afirmación no hay nada anti histórico, simplemente la dialéctica nos impone nuevos escenarios para los que debemos estar listos.

El efecto desestabilizador de la criminal política estatal, la acción disociadora de intereses ajenos a los propios del pueblo hondureño y la necesidad de renovación constante de la estrategia y las prácticas con que se han de enfrentar el momento histórico generan puntos de movimiento «cero», los que, de prolongarse por mucho tiempo, pueden incluso resultar en un marasmo definitivo, lo que probablemente sea el objetivo a ultranza de la oligarquía y del imperio.

Es imperativo que el Frente Nacional de Resistencia Popular reconozca la necesidad del análisis permanente, la creación teórica, la definición estratégica y la conjunción de estos elementos con la práctica para poder construir un movimiento con presencia efectiva en la vida nacional. Esta conjunción que significa ni más ni menos que la filosofía de la praxis, deberá permitir el entendimiento claro y certero de cada momento específico.

El fortalecimiento de la integración del pensamiento crítico dentro de la resistencia, haciendo uso de todos los recursos disponibles, seguramente resultará en una práctica más intensa, efectiva y realista frente a las agresiones provenientes del intento por reconfigurar el neoliberalismo en nuestro país. Además, se generará la capacidad de reacción rápida ante las acciones de la oligarquía y el régimen que la representa.

Así las cosas, debe quedar claro para la conducción del FNRP que no puede darse el lujo de ignorar las iniciativas que tienden a generar pensamientos dentro de sus propias estructuras con el fin de orientar decisiones correctamente informadas, y recomendar vías posibles para abordar la problemática nacional así como estrategias tendientes a asumir los retos futuros.

Ahora mismo se enfrenta un reto monumental con la recolección de cientos de miles de firmas para respaldo de la iniciativa soberana; este proceso debería, toda vez que la concepción y diseño del proyecto mismo se encuentran listos, involucrar a todos los movimientos integrantes del frente en todas las actividades que se tienen pendientes. Debe comprenderse que una actividad de esta envergadura necesita de una logística muy grande, comparable únicamente, con los procesos electorales generales mismos.

La participación de todos y todas es crítica en sectores cruciales como la recolección de recursos, la distribución de materiales, la organización de bases a nivel local, regional y nacional, y en cualquier otra actividad que esté dirigida a garantizar el éxito de esta gran empresa. La dimensión de esta acción requiere de un despliegue logístico que sólo es posible bajo condiciones de alta organización.

Este tipo de actividad, probablemente, debe fijarse metas cuantitativas realistas, y, dadas las limitaciones que nos afectan, deberían proponerse sólo un límite: o cuantitativo o temporal, pero no ambos a la vez. Las firmas recolectadas deberían ser utilizadas como una herramienta política poderosa para apoyar nuestra demanda fundamental que está orientada a la búsqueda de la refundación de nuestro país.

Aquí surge un problema táctico crítico, ya que si se utilizan las firmas con propósitos políticos, se estaría reconociendo de manera tácita el régimen dictatorial de Lobo Sosa. Sobre este asunto existen muchas opiniones encontradas, sin que hasta la fecha ni el desconocimiento parezca tener un efecto significativo en la toma de decisiones del régimen represor, ni la posibilidad de constituirnos en la oposición verdadera del gobierno sea considerada por el frente como entidad.

Es importante advertir el peligro que significa aislar al frente como organismo, adoptando una posición inflexible, mientras la mayoría de sus partes negocian sin límite alguno con el régimen. Es justamente esta posición la que el régimen ha estado buscando, incluso antes de asumir efectivamente las funciones del estado; no deben olvidarse las invitaciones al diálogo de Lobo Sosa a las partes individuales del frente sin acercarse a éste como tal.

No debemos cometer el fatal error de ignorar que el propósito político del régimen es destruir el Frente Nacional de Resistencia Popular. La estrategia actual adoptada por el frente puede estar favoreciendo las intenciones del régimen. En efecto, la capacidad de negociar asuntos de índole diversa con el régimen no ha sido afectada por la posición de desconocimiento del gobierno; sin embargo, el sentido opuesto, de que esto no afecta al frente es bastante discutible.

Las posibilidades futuras de consolidación del frente, radican fundamentalmente en su capacidad de definir con claridad el rol que pretende jugar en la vida nacional en los años por venir. La idea de que no se puede reconocer un gobierno ilegítimo es moralmente correcta, pero puede ser en la práctica poco realista y políticamente equivocada. Aquí no debemos olvidar que el fin de refundación que perseguimos es esencialmente político.

Aunque parece muy importante mantener el frágil balance entre las organizaciones integrantes del Frente Nacional de Resistencia Popular, no debe desecharse la obligación patriótica que éstas tienen de entender y aceptar su deber histórico de adoptar las medidas que sean necesarias para cumplir con los compromisos que se han adquirido con el pueblo hondureño; cualquier otra actitud constituye traición.

Hoy se deben eliminar, sin condiciones, aquellos intereses de grupo, aún si éstos están planteados como “principios”, que limiten o eviten el avance del FNRP hacia estadios más elevados de organización, movilización y lucha para completar su tarea histórica de construir un país nuevo para todos los hondureños y las hondureñas. Éste es el momento de incluir y no debe excluir, sin que esto signifique que haya que pagar cualquier costo por mantener la diversidad.

La unidad es requerida para avanzar, debe concebirse como un acto patriótico sin condiciones y fundado alrededor de los principios que han alimentado históricamente las ideas de libertad y justicia, pregonadas generalmente por todos los movimientos existentes sin excepción. Es el momento de llevar a la práctica lo que hemos proclamado vehementemente como nuestra razón misma de existir orgánicamente.

Hoy se impone la necesidad de fortalecer el análisis, de privilegiar la estrategia, y de asumir con energía y determinación el proceso unitario. Estos tres elementos, deben estar intrínsecamente relacionados con la práctica permanente de todos los miembros del frente; debemos aprender a estar unidos en el trabajo, en la lucha cotidiana, en el proceso permanente de formación mediante el cual aceptamos con humildad que no somos dueños de la verdad pero que estamos comprometidos permanentemente en defensa de la misma.

Hoy no solo tenemos la posibilidad de construir una patria nueva, sino también de constituirnos en un ejemplo a seguir en todo el planeta; sólo debemos estar dispuestos a abordar con responsabilidad los retos que hoy se nos presenten, y listos a luchar lado a lado con nuestros compañeros; compañeros nada más, sin apellidos, solamente compañeros.

Queda planteado el camino hacia el mundo mejor posible, el resto está en nosotros.