José Antonio Medina L.
A lo largo de la historia de la humanidad, se ha utilizado el engaño con el propósito de lograr fines de diferente naturaleza, ya sean de tipo militar, social, político, etc. En la misma biblia se habla como Satanás pretende engañar a Jesús en el desierto, ofreciéndole el reino del mundo, si se postraba ante él y lo adoraba. Sun Tzu, en su “Arte de la Guerra” habla del engaño al enemigo como un instrumento fundamental para lograr la victoria en la batalla y en la guerra. Maquiavelo, da consejos de cómo mantenerse en el poder a través del engaño a sus adversarios. Ese engaño de Napoleón en Austerlitz, le asegura el triunfo en esa batalla y le abre las puertas a sus posteriores victorias. El desembarco en Normandía se produce luego del engaño de los aliados a los alemanes sobre el sitio exacto de ese desembarco. En fin, podríamos decir que el engaño al adversario ha estado, casi siempre, presente en la actividad humana, sobre todo en el campo político y militar.
Se inaugura el presente siglo con un engaño monumental (según lo plantean los partidarios de las teorías de conspiración), con el derribo de las torres gemelas de Nueva York, tomándose como excusa para la posterior guerra contra “el terrorismo”, creándose además, personajes que más bien parecieran de ciencia ficción como Bin Laden, apareciendo y desapareciendo a conveniencia, cual actor de reparto de una historia Hollywoodense. También se conocen casos como el de la antigua Yugoslavia, Libia y más recientemente Siria, en la cual se engañó a la opinión pública para luego agredir a esos pueblos. En la actualidad a esos mecanismos se les da el nombre de operaciones de falsa bandera y su propósito fundamental es buscar excusas creíbles para tomar acciones que, en condiciones normales, serían contraproducentes ante esa opinión pública.
En nuestro país también han sido utilizados esos mecanismos de engaño. Recordemos las tristemente célebres masacres de Yumare, El Amparo, El Caño Las Coloradas, Cantaura; solo para mencionar las recientes. Todas ellas perseguían el fin de posicionar ante la opinión pública una idea para que las consecuencias de esas acciones fueran “más digeribles” para la gente. Por supuesto, en esas acciones han tenido un papel relevante los llamados “medios de comunicación”, quienes son los encargados de “sembrar” en el imaginario colectivo la versión interesada de cómo sucedieron esos hechos.
En los actuales momentos, el país está sometido a un mecanismo muy sofisticado de falsa bandera, en la cual toda la problemática de escasez, desabastecimiento, inflación, inseguridad, especulación, etc. es consecuencia de la ineficacia e ineficiencia del actual gobierno y de su Presidente; razón por la cual, sacando al Presidente, se acaban esos problemas.
Los medios de comunicación del país son la caja de resonancia de esa versión, la cual es rebotada a nivel internacional por otros grandes conglomerados mediáticos, creándose “la tormenta perfecta” que justificaría cualquier salida del “régimen tiránico” que tiene sumido al país en hambre y desesperanza. Se apela mediante campañas mediáticas a los instintos más básicos de la población, como la necesidad de alimentación, seguridad, etc., generando un estado de pánico, angustia, miedo y desesperanza, para impedir que el pueblo pueda interpretar la realidad a través de su cerebro racional y lo haga a través de su cerebro más primitivo o instintivo. En esa condiciones, la gente está en el nivel más bajo, instintivo y solo atiende mensajes también primitivos Bajo esas circunstancias, se hacen ofertas engañosas y hasta descabelladas para salir del gobierno, cuyo fin último es desmontar todas las conquistas lograda por ese mismo pueblo durante la revolución.
Esos emporios mediáticos no hablan de la caída de los precios del petróleo de más 100 $ a casi 30$; para quien es cabeza de familia sabe lo que eso representa para cualquier economía, tanto familiar como de un país entero. No hablan que los encargados de producir los bienes y servicios en el país son los empresarios privados, quienes lamentablemente, oyendo cantos de sirena, se embarcaron en una grosera especulación y acaparamiento de sus productos buscando fines políticos, en lugar de cumplir con su papel. No hablan de como en las instancias internacionales, grandes transnacionales impiden la compra de materias primas y medicamentos cuando se dicen que son para Venezuela, creando serios problemas a la hora de elaborar productos. Tampoco hablan de las divisas entregadas a esos empresarios las cuales son desviadas mediante subterfugios para engrosar cuentas en el extranjero.
En fin, a través del engaño y en alianza con los centros imperiales de siempre, nuevamente se quiere eliminar a un Presidente que les resulta incómodo para sus fines, sin interesarles en absoluto los padecimientos de ese pueblo a quien pretenden engañar. No en balde el genio de nuestro Libertador Simón Bolívar expresó alguna vez, refiriéndose a esa Oligarquía, engañadora de siempre: “Por el engaño nos han dominado más que por la fuerza”.