Enoc Sánchez
En el año 2005 publiqué un libro titulado «Antología de la estupidez», pasado ocho años, en el 2013, actualicé la obra intentando recopilar las viejas y las actuales sandeces que cometemos los humanos. Fue esto lo que me motivó reeditar, en el formato electrónico (e-book), la versión ampliada del ensayo sobre la estolidez. Este último compendio de estupideces se puede disponer utilizando mi tía google. Tenía la certeza de lo innecesario de una nueva edición incrementada, lamentablemente, al observar el proceder de mi prójimo ante los nuevos eventos que se suscitan en el planeta, tengo la certeza de haberme equivocado y secuela de esto debería editar un nuevo tomo.
Cada cierto tiempo los comerciantes nos entregan nuevos artilugios bajo la impactante denominación: «lo último en tecnología de punta». Cuando esto ocurre, sin importar para qué sirve el objeto en venta, las personas, a escala mundial concurren en masa hacia las tiendas para comprar la innovación ofrecida por medio de la tv, redes sociales y por los canales por cable. Entre los que recuerdo está el célebre y hoy olvidado «tamagotchi, una mascota virtual inventada por los japoneses en el año 1996. Se vendieron por montones patos, conejos, lombriz de tierra, osos, tortugas, entre otros animales. Me sorprendieron los millones de juguetes despachados en miles de comercios en los cinco continentes, dado que la publicidad inventó la idea de una relación amorosa entre el objeto y el comprador. A tal grado fue este vínculo que muchos consumidores desarrollaron una nefasta adicción por este artefacto. Numerosos niños y jóvenes exhibían llaveros de tamagotchi colgado en el morral o en la cartera para propiciarle la atención debida, tal como si fuese un animal real. El propietario de este juguete debía preocuparse por la hora de comer, por la hora de dormir, si comía mucho o poco, si estaba gordo o flaco, es decir era necesario darle la merecida atención a un objeto que cobraba vida y que aparentaba tener los mismos problemas humanos. Evidentemente, el mercado y la televisión no estaban preparando a los niños y a los jóvenes para desarrollar la inteligencia, estaban formando verdades tontos.
De eso hace diez años. Aquellos niños que vivieron atontados al lado de su tamagotchi, hoy disponen de teléfonos celulares de alta tecnología, los llamados teléfonos inteligentes, un Android, o un Smartphone o cualquier otra marca o modelo. Con estos artilugios se pueden descargar decenas de aplicaciones que yo, ignorante de la moderna tecnología, no les veo ninguna utilidad. Mi pensadora no había reposado del tamagotchi cuando de repente descubrieron que los benditos celulares inteligentes, que además de idiotizar a los seres humanos, ahora sirven para jugar «pokemon go». En la actualidad estamos en la época del furor del pokemon go, un entretenimiento en el cual el jugador debe ubicar toda clase de pokemon, un ser virtual que existe solo en el celular. Ya por todas las ciudades del planeta se atisban a numerosos idiotas corriendo por las calles con el celular en la mano buscando lo inasible. Ahora entiendo la razón de las religiones. Al igual que los jugadores de pokemon, los feligreses van en la demanda de un ser virtual, un ente que nadie ha visto y que ni nunca verá, con el intento de resolver sus problemas personales y los del planeta y que nunca ha resuelto.
Tal como observo el comportamiento de la gente, a través de los dos ejemplos anteriores, reconozco la debilidad de los seres humanos. Somos presas fáciles de los industriales, de los comerciantes, de los publicitas, de los medios de comunicación de masa, de los políticos y de los vicarios de dios. Es decir, somos esclavos de nuestros verdugos, quienes están formando a nuestros jóvenes como conglomerados de estúpidos para que se comporten tal como los perversos lo desean. Por esta razón los seres humanos perdieron la facultad de discernir, de reflexión y de confrontar un razonamiento ajeno que nos puede causar graves problemas. Y no puede ser de otra manera, si los humanos ya desde niños son conducidos para cometer idioteces y los padres, imbuidos dentro de este esquema, no saben orientar a sus descendientes para encarar el avasallamiento publicitario que lo que está formando son esclavos del consumismo. Mientras el padre está viendo un programa de fútbol, o de básquet, o de béisbol, o de tenis, o pingpong, o una carrea de fórmula uno, o un partido de futbol americano, o mirando una película de alguno de los tantos súper héroes estadounidenses tomándose tranquilamente cajas de cerveza, la madre está comiendo galletas o doritos, observa embelesada la telenovela, o chateando por su celular, o mirando algún concurso de mis cualquier cosa, o la entrega de un premio de los cientos que presenta la tv por cable. Mientras esto ocurre, su hijo recorre azorado las calles de la ciudad, haciendo pública su crasa estupidez, buscando un nuevo pokemon para coleccionarlo.
La tecnología, a través de todos los medios que influyen sobre niños, jóvenes y adultos, está fabricando verdaderos idiotas, ignorantes de lo que está pasando en su país y mucho menos en el planeta. Entonces, por qué sorprendernos que la batalla presidencial de EEUU se esté dilucidando entre un rico colorado (no es blanco), un payaso racista como Donad Trump y la señora Hilary, una adinerada asesina vinculada a los avaros banqueros de Wall Street y socia del estado islámico. No me sorprendería que algún afroamericano o el hijo de un mexicano sufragaran a favor del candidato republicano o que un hijo de un marroquí o un descendiente de los cubanos mayameros votaran por la homicida de los hijos del desierto.
Evidentemente la derecha avanza en el mundo, pero no por la preparación intelectual de los votantes, sino por su estupidez. Si lo primero fuera cierto Rajoy no hubiese sido el candidato más votado del reino de España, a pesar de sus dislates como gobernante. Lo mismo podría afirmar de aquellos que sufragaron por Peña Nieto y por Pedro P. Kuczynski, pensando que un hijo de la oligarquía podría resolver los graves problemas de los excluidos de siempre y las adversidades de la clase media. De seguro que aquellos que andan corriendo por las calles con el celular en la mano buscado el pokemon fueron los que votaron por Macri, son los que manifiestan en contra de Dilma y sufragaron en contra de la reelección de Evo Morales. Allá vemos los países de la Europa oriental sumido en el gran caos al cual los llevó sus gobernantes, tan solo por seguir los consejos del emperador Obama. Esto ocurre, simplemente porque los electores se equivocaron y eligieron a un representante de las usureras transnacionales y de los sórdidos industriales. No hay problema, mientras sus gobernantes resuelven el problema de los refugiados creado por ellos mismos; mientras los gobernantes europeos solucionan los problemas económicos de sus empresas derivados de las sanciones a Rusia; mientras el mundo permanece boquiabierto ante la mueva amenaza de una moderna y peligrosa bomba nuclear financiada por el gobierno del premio nobel de la paz, los europeos, buscando un pokemon, recorren la Gran Vía, los Campos Elíseos, Picadilly Circus, la Vía del Corso, Alexanderplatz, Kalverstraat….
Venezuela no se quedó atrás. Muchos venezolanos están buscando su pokemón. Los vi corriendo por la avenida Francisco de Miranda con cara de pocos amigos, pensando que el personaje virtual se encontraba en una de las colas de un supermercado. La misma que el caporal de la Asamblea Nacional prometió su eliminación en el momento que asumiera la presidencia del poder legislativo.
De seguro veremos a muchos jugadores de pokemon, integrados en las escuálidas manifestaciones de la MUD, con su celular en la mano buscando al personaje inasible. Los mismos que en un principio solicitaban la aprobación de la ley de amnistía, luego pidiendo la renuncia del presidente MM y hoy, visitan la cárcel de Ramo Verde pensado encontrar al hombrecito virtual en uno de los calabozos. Otros buscadores de pokemón asisten a las conferencias dictadas por Ramos Allup para negar la guerra económica de Venezuela. Para tal objetivo el viejo adeco senil utilizará los mimos razonamientos del secretario de estado de EEUU, John Kerry, de Almagro y de los cancilleres de la indigna triple alianza de le derecha suramericana, es decir, Paraguay, Brasil y Argentina. Pero según lo jugadores de pokemón, contra el presidente MM no hay guerra económica.
No cabe duda la estupidez en el planeta es una epidemia y lo más triste es que pareciera que no hay un antídoto para contrarrestarla. Debe ser por casusa de la entropía que nos explica que el mundo tiende al desorden y pareciera, que la plaga de la estupidez es producto de este caos.
El ideal del imperio es globalizar la estupidez, para eso cuenta con los medios de comunicación de masa, Hollywood, los publicistas, las redes sociales en todas sus versiones, la religión y los políticos. Mientras existan más estúpidos persistirá la indiferencia de los humanos ante los graves problemas del planeta.