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Madrid, 30 de julio 2016. – Un informe del organismo supervisor independiente del FMI reconoce que el Fondo cometió errores gravísimos en Grecia para defender la unión monetaria y a los bancos del norte. Este es el lacerante veredicto, resumido el 28 de julio por el Daily Telegraph, emitido por el mayor organismo de vigilancia del FMI, la Oficina de Evaluación Independiente (IEO, por sus siglas en inglés), acerca del papel jugado por el Fondo en la crisis de deuda de la Eurozona.
El informe sostiene, por ejemplo, que “muchos de los documentos se elaboraron fuera de los canales regularmente establecidos” y admite que “hay documentación escrita sobre algunas materias sensibles que no ha podido ser localizada”. El estudio de la IEO sobrevuela la figura de la directora gerente, Christine Lagarde, que será juzgada en Francia por negligencia en el caso Tapie, y solo responde ante el Consejo de directores ejecutivos. Según el analista del Telegraph, los dirigentes de Asia y Latinoamérica están indignados por la forma en que los europeos del Fondo usaron la institución para salvar a la Unión Monetaria y a su sistema bancario.
Entre 2011 y 2014, el FMI utilizó el 80% de todos sus préstamos para rescatar a Grecia, Portugal e Irlanda. El estudio admite que la Troika «sacrificó a Grecia en una acción conjunta destinada a salvar el euro y los bancos del norte de Europa».
En lo que parece una repetición de la consiga italiana “todos culpables, ningún culpable”, el informe no culpa directamente a Lagarde de los errores, aunque afirma: “La IEO ha sido incapaz en algunos casos de determinar quién tomó ciertas decisiones o qué información estaba disponible, y tampoco ha sido capaz de determinar los papeles jugados por la dirección y por el personal”.
El texto reconoce que nunca hubo un plan B para afrontar una crisis sistémica en la Eurozona porque simplemente «se había descartado toda posibilidad de que eso sucediera».
La autocrítica alcanza a la posición ideológica dominante en el Fondo antes de la creación del Euro. La IEO recuerda que algunos miembros del personal advirtieron que el diseño de la moneda única era erróneo, y añade que esas voces críticas fueron silenciadas, y que el dogmatismo pro-euro continuó corrompiendo el pensamiento del FMI durante años.
Algunos de los fallos reconocidos por el organismo de evaluación del FMI son: se minimizaron los riesgos que suponían el aumento de los déficit por cuenta corriente y las inyecciones de capital hacia la periferia de la Eurozona; se despreció el peligro de que ocurriera una súbita parada de esos flujos de capital; se ignoró el concepto fundamental de que las uniones monetarias no sustentadas en una unión política y un Tesoro común son vulnerables por naturaleza a las crisis de deuda. El Fondo, dice el informe, “ignoró que en esos casos el riesgo de devaluación se convierte en riesgo de quiebra”.
Tras conocer el contenido del estudio, el exministro griego Yanis Varoufakis pidió el mismo 28 de julio el inmediato despido de Poul Thomsen, el director del área europea del FMI.
El informe reconoce que los griegos fueron «reiteradamente culpados de fracasos que deben ser achacados a las políticas puestas en práctica por la Troika» (FMI, Comisión Europea y Banco Central Europeo).
El informe reconoce esa injusticia al decir: “Si prevenir un contagio internacional era una preocupación básica, el coste de esa prevención debería haber sido asumido –al menos en parte– por la comunidad internacional como primer beneficiario”.