Basem y Laila Tajeldine
Otra vez el pueblo de Francia es víctima del terrorismo producto de las erradas políticas de sus dirigentes. Es la tercera vez en 2 años que los franceses experimentan semejante sufrimiento. Sin duda, nada puede justificar el terrorismo como método de lucha política, así como tampoco menospreciar las atrocidades cometidas por los mismos terroristas en Siria, Irak y Libia con el descarado apoyo de Estados Unidos, Turquía, Arabia Saudita y la propia Francia. La víctima del terrorismo es la humanidad completa, pero las estadísticas confirman que es la población de confesion musulmana la más agraviada por este flagelo. Nadie puede marcar diferencias y otorgarle más valor e importancia a las víctimas europeas.
Millones de civiles inocentes del Medio Oriente y de Africa han muerto, y otros millones más padecen por la locura de los terroristas que Occidente insiste en diferenciar como «moderado» y «fanáticos», «terroristas buenos» y «terroristas malos». Ante tanta información disponible en Internet, de muertes y destrucción, y de los millones de refugiados que alcanzaron llegar a Europa y otras partes del mundo en los últimos años, quién podría dudar que la población de confesion musulmana es la mas afectada y a la vez la mas discriminada por el terrorismo, tal afirmación la confirman los informes contra todas formas de discriminación de la ONU, que ubican la xenofobia y la persecución contra dicha población hasta por encima de los africanos.
Los pueblos de confesion musulmana padecen por el terror del fanatismo y la persecución que son comparables al terror del fascismo que vivieron los pueblos europeos durante la II Guerra Mundial. El mal llamado fundamentalismo islámico, despojado de su farsa argumentación religiosa, posee la misma raíz ideológica del fascismo y trabajan para los mismos intereses geopolíticos. De hecho, son alimentados por los mismos poderes económicos que persiguen imponer eso que llaman «El nuevo orden mundial». El terrorismo alimenta al fascismo en Europa y viceversa. El terror justicia convertir al viejo continente en un «Estado Policial», con leyes represivas semejantes a las de Estados Unidos, mientras la sociedad europea se «nazifica». También el terror justifica incrementar los gastos militares de la OTAN, y su actuación extra-continental. Las recientes palabras oportunistas de la candidata presidencial estadounidense Hillary Clinton llamando a profundizar las actividades de la OTAN para combatir el terror, ¡develan a los culpables.
No se puede jugar con fuego y salir ileso.
El gobierno de François Hollande ha sido activo en su apoyo a la política exterior caótizadora de Estados Unidos en el Medio Oriente y de África. Su posición intransigente de apoyo a los grupos terroristas en Siria y Libia, denominados por sus medios como «grupos moderados», lo hacen responsable directo tanto del drama humanitario que viven los pueblos árabes, pero también por las muertes y el terror que sufren inocentes franceses en su propio territorio.
Ésta vez, el terror ha sirvió como anillo al dedo para desviar la atención sobre la creciente protesta social-laboral que se registra en Francia. ¿A quién se le ocurrirá hoy salir a las calles para manifestar por la brutal y no menos terrorista reforma laboral que pretende imponer el gobierno de Hollande? El Estado de Emergencia se renueva, nadie puede manifestar por sus derechos perdidos, mientras el «patriotismo» despertado sirve de acicate perfecto para justificar el incremento del gasto militar y el presupuesto de la OTAN con los fondos públicos franceses.
Estados Unidos vuelve a cosechar victoria, porque son más armas las que alcanza vender, al tiempo que moviliza a los países otanista en su farsa «lucha contra el terrorismo» que siguen alimentando. Toda una lógica guerrerista perversa. Sin embargo, son los pueblos, todos y sin distinción de credo, etnia quienes sufren por la codicia y las ansias de dominio de Occidente.
Si realmente el gobierno francés quisiera luchar contra el flagelo del terrorismo debería denunciar a Arabia Saudita por su patrocinio y formación ideológica de grupos terroristas (Wahabitas), romper con la política exterior de EE.UU. y unirse a la verdadera coalición internacional de lucha contra el terrorismo que lidera la Federación Rusa.