Eligio Damas-Aporrea
No voy a fingir de «internacionalista», de esos que tanto abundan por repetir las mismas cosas que los demás también leen, porque como suelo decir, recordando a Rafael Escalona, el compositor colombiano, «¡que va a saber uno de espacios tan lejanos si nació en los cardonales!». Quiero decir, para que nadie se confunda, que me voy a meter en una vaina de la que nada sé, sólo que usted lector y hasta yo mismo, tenemos la oportunidad de informarnos casi al día de lo que en gran parte del mundo sucede. Claro, pero también sucede que hay gente, como aquel nominado, porque está en nómina paralela, que me enrostró que no leía lo que este analfabeta funcional escribía porque estaba demasiado ocupado tratando de desenredar el mundo, tanto como no tener tiempo ni siquiera para percatarse de lo que aquí sucedía, lo que lo hacía hablar como aquel que cantaba, «todo está bien, señora baronesa, sólo sucede que anoche cayó un rayo que la casa hizo volar. Por lo demás, todo está bien». A lo mejor no come arepa o le llega a la puerta de su casa la harina precocida.
Haré pues de internacionalista pirata, antes lo he hecho, sin percatarme, no teniendo el pedigrí para eso, debí advertirlo para no confundir al lector. Además, José Luis Monederos, en aporrea, que si no es internacionalista si es académico y para más cuentas español, hace dos o tres días atrás, escribió un artículo sobre los resultados de las elecciones en su país, creo que titulado «A la primera no va la vencida», que me parece muy ilustrativo. Al decir esto, reitero que mi comentario resultará innecesario y una pérdida lamentable de tiempo para quien lo lea.
Lo primero que quiero señalar es que no parece fundamentada, ni siquiera seria, la idea expresada por un muy escuchado conductor de un programa televisivo partidario del chavismo, según la cual, los resultados obtenidos por Podemos e Izquierda Unida, que como cree Monederos y quien esto escribe, no son malos, pese a lo que venían diciendo las encuestas – ya los venezolanos sabemos esa relación entre encuestas y el hablar de las urnas electorales – se deben a las declaraciones de Iglesias destinadas a distanciarse del proceso bolivariano. Es verdad, eso lo sabe todo el mundo, sin ser internacionalista o fatuo, la prensa europea y sobre todo española desinforma sobre Venezuela todos los días. Los grandes titulares del diarismo de aquella parte del mundo recogen lo que aquí sucede de manera exagerada y hasta inventan, como si se tratase de su propio espacio. Es posible, no es extraño que Iglesias, impedido de contrarrestar aquella avalancha y hasta confundido, haya dicho cosas indebidas como aquella que «las próximas elecciones las ganaría Capriles». Pero eso no explica no se dieran los números que las encuestas anunciaban. Pero cosa que debe quedar claro, como dijo Monederos, «A la primera no va la vencida», Podemos y la unidad que la izquierda viene consolidando en España es nueva y hasta novedosa y es como oportunista esperar que ya, habiendo tantos problemas de por medio en España, temores al cambio y lo acontecido en Inglaterra, esperar del primer intento la «vencida». Además, es un infantilismo creer que somos el ombligo del mundo y que lo que aquí sucede impacta a la humanidad toda.
Pero, como vengo diciendo, no soy internacionalista, académico, y no siendo nada de eso, me limitaré por ahora a lo que denuncia el título de este artículo; o lo que es lo mismo, «las agallas» del señor Pablo Iglesias, que como que quiso a la «primera la vencida»; es decir, puso empeño y demasiado énfasis no en ganar las elecciones, restar votos en el espacio más accesible, el que disputa con el PSOE, sino en llegar al gobierno aunque sea como portero.
El último debate de los candidatos a formar gobierno en España, muestra lo que estoy diciendo. Aunque en el curso del proceso derivado de las elecciones anteriores, los intentos de formar gobierno, el señor Iglesias cumplió el mismo rol o siguió idéntico guión.
Volveré a lo de antes, no soy internacionalista, ¡y Dios gracias!, percibí en ese debate, como en el proceso de intentar formar gobierno, que el señor Iglesias ponía por delante entrar a gobernar con el PSOE aunque fuese de portero. Es decir, siempre se puso por debajo, como el mendigo que busca o pide una limosna. Revisemos la grabación de ese debate; hagamos lo mismo con el proceso de intentar formar gobierno y verán al señor Iglesias como pidiendo limosna al PSOE o al señor Sánchez. Digo Sánchez, no sé exactamente si así se llama, porque como solemos decir en mi pueblo, «me sale del forro» y no me voy a poner ahorita a averiguar si ese es el apellido o es otro. En fin de cuentas se trata de personajes de poca significación según mis exigencias.
Iglesias no estuvo a la altura en esa confrontación. Tanto que un pragmático, inculto y hasta desgastado hombre como Rajoy, les vio a ellos rajarse las vestiduras, a los del PSOE, Podemos e Izquierda Unida, a través del señor Iglesias y salir de allí como si fuese el Cid Campeador; ganancioso de un debate donde se dio el lujo de defender sus prácticas neoliberales, contrarias al interés de las multitudes, mientras quienes debieran sostener lo contario se confrontaban por las migajas.
El señor Iglesias, que es un carajito, pero así con esa formalidad e hipocresía se habla por esos lares, se empeñó en rogar, suplicar al señor Sánchez, del PSOE, por favor le permitiese aceptarle como formante de un pacto para formar gobierno porque, según él, lo importante era salir de Rajoy. Y allí está Rajoy, con su cara de viejo cura indolente e hipócrita, de aquellos que rezan a «María Santísima» pero pecan sin cesar, de los mismos que Francisco, el Papa, les pone a distancia y donde les corresponde, de nuevo de primero en los resultados y con opción a formar gobierno.
Iglesias, Pablo se llama el muchacho, se atragantó de poder y deseos de ser recibido en «La Moncloa», llegar a los lares de la vieja, mohosa, decrépita monarquía y por eso, como dijo Monederos, creyó que a «la primera iba la vencida».