Abdiel Rodríguez Reyes
Horkheimer y Adorno en su libro Dialéctica de la ilustración que inauguró lo que se conoce como Teoría Crítica esbozaron una idea muy sugerente: la del mundo administrado. El libro se escribió en una coyuntura agitada de la humanidad. La idea del mundo administrado hace referencia al mundo venidero después del «fin del terror nacionalsocialista». En aquel momento hacían referencia a la armonización de todo, lo que llamaron la industria cultural que se trataba de «la estandarización y reproducción en serie….del sistema social».
La actualidad no dista mucho de aquellos momentos, hoy además estamos bajo lo que Ignacio Ramonet llama el imperio de la vigilancia (Cfr. Ramonet, I. 2016. El imperio de la vigilancia. Madrid: Clave Intelectual). Las redes sociales y los mass media juegan un papel determinante en la opinión pública. Por lo que esté contenido en estas se impregnará inmediatamente en la psique de las masas.
Hoy la cantidad de usuarios en las redes sociales alcanza cantidades astronómicas, no importa la región o el estrato social. En ellas se administra muy bien todo, desde la información hasta el entretenimiento, aparte de tener el perfil de preferencias de los usuarios. En cuanto a la información que te aparece cuando inicias tu cuenta de Facebook dependerá de la promoción de las páginas y de los me gusta, me encanta, me divierte, me asombra, me entristece y me enoja; que le des al cúmulo de información; no hay que esforzase mucho porque la Trending topic te indica lo que hay que leer. En cuanto al entretenimiento tampoco hay que esforzarse, los GIF te indican que es lo más gracioso.
En cuanto a los mass media se corre la misma suerte. Los cables informativos de las agencias (Reuters, AFP, EFE) son los que se trasmiten en la mayoría de noticieros y diarios a nivel mundial. La opinión se genera desde estos medios.
En la actualidad hay un caso emblemático «The Panama Papers», la más grande investigación de la historia del periodismo según The International Consortium of Investigative Journalists que ha puesto al país en centenares de portadas de los grandes medios de comunicación y no precisamente por algo que enorgullezca, sino por un mega robo de archivos internos de la firma de abogados Mossack Fonseca & Co que puso en evidencia a un centenar de personas que utilizan entidades offshore para evadir impuestos, esconder fortunas y lavar dinero. Esto tendrá un efecto colateral en la geopolítica; a pesar de que hasta principios de mayo se empezará a conocer el grueso de la información ya se están dando las primeras dimisiones de políticos en Europa y diversos escándalos en América.
Toda esta información está muy bien administrada, los blancos muy bien identificados; fue una jugada de carambola. Si bien evidencia la flexibilidad y la corrupción de la plataforma de servicios financiera, solo presta atención en la firma de abogados en cuestión y así pasa a un segundo plano las demás firmas en Panamá y otros países que tienen más clientes y donde se puede encubrir mayor capital. También le da un duro golpe al actual gobierno que «pierde apoyo popular»… «con un 49% de desaprobación» (según Dicther & Neyra Research Network). Además pone a Panamá en desventaja en las relaciones comerciales desiguales presionándola a ceder a favor de las economías más potentes. Así la discusión de la evasión fiscal global y la concentración de la riqueza en solo el 1% de la humanidad (Cfr. Informe Oxfam 2016: Una economía al servicio del 1 %) pasará a un segundo plano y sólo se centrarán en «The Panama Papers» y no en las contradicciones del sistema capitalista que naturaliza la desigualdad.
El Gobierno como representante del Estado es consciente que nos tiene que sacar del atolladero donde nos han metido, por lo que para limpiar la casa ha contratado a Mark Pieth y Josep Stiglitz para «evaluar y adoptar medidas que fortalezcan la transparencia del sistema financiero y legal del país.» (www.presidencia.gob.pa). Además tiene que jugar un papel beligerante en las relaciones internacionales dado a la imagen oscura que tiene el país.
En un intento desesperado por salir del problema se siente un tufillo a chovinismo que empeora las cosas. Lo mejor es enfrentarse a la realpolitik.
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