Red Voltaire / Manlio Dinucci, Tommaso di Francesco


Washington acaba de dar a conocer una nueva doctrina nuclear y se prepara para firmar con Rusia un nuevo tratado de limitación de armas en medio de un gran espectáculo mediático. Un poco de análisis demuestra sin embargo que la posición de la administración Obama no contiene ninguna ruptura con la que ya existía. Simplemente se trata de adaptar la política de Bush a la situación actual. Peor aun, la nueva política evade los dos verdaderos problemas: ¿Reactivará el escudo antimisiles la carrera armamentista? ¿Serán sustituidas las armas nucleares por armas estratégicas más desestabilizadoras aun?

En vísperas de la publicación de la Nuclear Posture Review, documento sobre la estrategia nuclear de los Estados Unidos [disponible para su descarga a través del vínculo que aparece al final de este trabajo] y sólo 3 días antes de la firma del nuevo tratado START con Rusia, que tendrá lugar en Praga, el presidente Barack Obama anunció anticipadamente, en entrevista concedida al New York Times [1], las líneas esenciales de la nueva estrategia.

 

¿Dónde está la novedad? «Si eres un Estado que no dispone de armas nucleares y respetas el Tratado de No Proliferación, tienes nuestra garantía de que no utilizaremos armas nucleares contra ti.» Pero si el Estado (al que Obama se dirige tuteándolo) viola, según el inapelable veredicto de Washington, el Tratado de No Proliferación (TNP), Estados Unidos no garantiza el no uso de armas nucleares contra él.

Y en ese punto Obama designa a Irán y a Corea del Norte, principalmente a Irán, acusado de desafiar a la comunidad internacional con un programa nuclear que «siguiendo su rumbo actual le proporcionará una capacidad nuclear militar». El presidente Obama, recuerda el entrevistador, ya ha declarado que él «no podría cohabitar con un Estado iraní dotado de armas nucleares».

En resumen, eso significa que Estados Unidos se reserva el derecho a lanzar el primer golpe (first strike), o sea el primer ataque nuclear «preventivo» para impedir que un país como Irán pueda dotarse algún día del arma nuclear.

Mientras que la estrategia nuclear del presidente Bush preveía el uso de armas nucleares contra una amplia gama de peligros, la estrategia del presidente Obama –escribe el New York Times– «limita» su uso.
Limitación muy relativa ya que admite su uso no sólo contra un Estado dotado de armas nucleares sino también contra «un [Estado] que no ha firmado o que ha violado el Tratado de No Proliferación».

Paradójicamente, Obama afirma en la entrevista que «Estados Unidos e Israel están muy preocupados por las acciones de Irán», ignorando así que Irán es un Estado firmante del Tratado de No Proliferación y que se somete a las inspecciones del Organismo Internacional de la Energía Atómica mientras que Israel nunca ha firmado el Tratado de No Proliferación y posee un poderoso arsenal nuclear que no se sometido nunca a ninguna inspección internacional. Y mientras que Irán no tiene armas nucleares, Israel mantiene un centenar de ellas apuntando hacia Irán y hacia otros países de la región.

Lo mismo sucede con otro aliado de Estados Unidos, Pakistán, también poseedor de armas nucleares y que tampoco ha firmado el Tratado de No Proliferación. Al ser interrogado sobre el arsenal nuclear pakistaní, cuya «seguridad» ha costado a Estados Unidos por lo menos 100 millones de dólares, Obama responde: «No tengo intenciones de hablar en detalle del [sector] nuclear pakistaní». Lo cual confirma que la nueva estrategia nuclear de Estados Unidos sigue caracterizándose por la vieja política de doble rasero.

No son esas las únicas ambigüedades. Mientras que habla de reducción del armamento nuclear, el presidente Obama declara por otro lado que «mantenemos una robusta [fuerza de] disuasión» y que «invertimos en una estructura mejorada para mantener la seguridad y la fiabilidad de nuestras armas nucleares».
Y mientras que el presidente anuncia la «limitación» del uso del armamento nuclear, los voceros de la Casa Blanca precisan que la nueva estrategia prevé «el uso de una represalia nuclear contra un ataque biológico», o sea contra un país no nuclear acusado, posiblemente basándose en «pruebas» provenientes de la CIA, de haber realizado o de haber tratado de realizar un ataque biológico contra Estados Unidos.

Al ser interrogado sobre la nueva generación de armas «convencionales» que Estados Unidos está desarrollando y que está borrando la frontera entre armas convencionales y nucleares, Obama vuelve a responder que no piensa entrar en detalles. Lo mismo hace en cuanto al problema de las armas nucleares que Estados Unidos mantiene en Europa.

Tampoco habla Obama del «escudo» antimisiles que Estados Unidos quiere desplegar en Europa y que pone en peligro el nuevo tratado START. El que sí habla de ese tema –y es una verdadera ducha fría– es el ministro ruso de Relaciones Exteriores Serguei Lavrov. Sólo 48 horas antes de la cumbre de Praga, Lavrov advierte que «Moscú se reserva el derecho de retirarse del nuevo START si el escudo antimisiles que Estados Unidos quiere construir tiene un impacto excesivo sobre la eficacia de las fuerzas nucleares rusas»