Tito Prado
Miles de jóvenes salen a las calles para repudiar la candidatura de Keiko Fujimori, hija del expresidente Alberto Fujimori, condenado a 25 años de prisión por delitos de corrupción y violación de Derechos Humanos. Exigen, además, que el Jurado Nacional de Elecciones excluya su candidatura puesto que ha sido encontrada dando dádivas, al igual que César Acuña, candidato de APP quién fue sancionado con la exclusión, pena máxima. También Julio Guzmán, candidato de Todos por el Perú, fue excluido, en este caso por no respetar las normas de democracia interna.
Estas marchas juveniles, convocadas por las redes, van a marcar de aquí en más el proceso electoral. Al igual que en oportunidades anteriores, los jóvenes ganan las calles para que su voz sea escuchada. Se prevé que la mayor concentración se llevará a cabo el 5 de abril, con ocasión de cumplirse 24 años del autogolpe de 1992 de Alberto Fujimori.
El rechazo a la candidata de Fuerza popular, Keiko Fujimori, es muy grande a pesar de encabezar la intención de voto con un 32%, según las encuestas. Sus bastiones electorales están en los extremos sociales, los sectores A-B y los D-E. Es decir, los muy ricos y los muy pobres. Lo primero se explica porque fue este sector el más beneficiado con el gobierno fujimorista al implementar el modelo neoliberal. Lo segundo, porque su régimen barrió con las organizaciones sociales de base y creó una relación de mendicidad entre el Estado y las poblaciones más vulnerables. Ello le permite medrar en la conciencia de esos sectores con la promesa de contar con un Estado fuerte y benefactor, al igual que su padre, al que se le atribuye haber acabado con la inflación y el terrorismo.
Pero el gobierno del ex presidente Fujimori también está asociado a una dictadura donde el aparato del Estado fue copado por una mafia que se llevó 6,000 millones de dólares de las privatizaciones y violó sistemáticamente la democracia con acciones criminales de lesa humanidad. Por eso el anti voto es tan grande. De ganar en primera vuelta, Keiko puede volver a perder en la segunda por ese rechazo que genera en todos los sectores sociales y políticos, que se oponen a una vuelta al pasado.
En segundo lugar se ubica con un 14% el empresario Pedro Pablo Kuczinsky, defensor a ultranza del modelo económico neoliberal y que ha sido parte del Ejecutivo en los gobiernos de Belaúnde y Toledo. Ahora que han sido excluidos Acuña y Guzmán, quienes capitalizaban el voto por lo nuevo, PPK se apresta a recomponer su imagen para no quedar pegado a lo viejo. Pero a sus 77 años, este ciudadano peruano-estadunidense que jura haber devuelto el pasaporte norteamericano, la tiene difícil para encandilar al 30% del electorado joven que está a la búsqueda de rostros nuevos y sobre todo ideas nuevas.
El tercer lugar lo disputan con 9%, de momento, Verónika Mendoza del Frente Amplio, una coalición político social de izquierda, y Alfredo Barnechea de Acción Popular, el partido del ex presidente Fernando Belaúnde.
Barnechea es un político más trajinado. Fue candidato a la alcaldía por Lima en 1983 y luego electo diputado por el APRA en 1985. Su paso por el Congreso no dejó ninguna huella que merezca ser destacada. Ahora, con las credenciales de AP intenta cautivar a un electorado harto de los caciques tradicionales, casi todos envueltos en casos de corrupción y mala gestión. Se presenta como una opción de cambio, opuesto al modelo y con acento populista. Pero ni lo uno ni lo otro puede ser creíble puesto que solo propone cambios cosméticos al neoliberalismo, mientras la economía está en desaceleración aunque sin alcanzar los picos de otros países latinoamericanos.
En este contexto, la candidata del Frente Amplio, una mujer joven, comprometida con las causas sociales, que rompió con el nacionalismo cuando éste reprimió a sangre y fuego una legítima protesta en su tierra Espinar, provincia del Cusco, se erige como la mejor alternativa de cambio con un programa de carácter nacional, democrático, social y ambientalista. Verónika Mendoza ha ido puliendo su mensaje para llegar al corazón de los más humildes con palabras sencillas y propuestas concretas de solución a sus problemas. Ahora, en este segundo tiempo electoral, tendrá que enfatizar más en la defensa de la soberanía nacional, la recuperación de los recursos naturales y la necesidad de una nueva Constitución para marcar a fuego las diferencias de fondo con sus adversarios. Una política para diversificar la economía, atender las demandas sociales, combatir la discriminación de cualquier tipo y defender la naturaleza son banderas particulares de su propuesta.
El Frente Amplio
La organización que postula a Verónika Mendoza es la única que ha realizado elecciones primarias abiertas para designar a sus candidatos, tanto a la Presidencia como al Congreso de la República. El Frente Amplio es una confluencia político social que reúne varias agrupaciones y colectivos como Tierra y Libertad, cuya inscripción electoral sirvió de base para la conformación del frente, Sembrar, el colectivo formado alrededor de la congresista Verónika Mendoza, el Movimiento por la Gran Transformación (MPGT) que viene del nacionalismo, Pueblo Unido, el ML-19, la Central Única de Trabajadores (CUT), una de las Centrales sindicales de Perú, y numerosos colectivos, todo lo cual configura un amplio espectro de corrientes de izquierda, nacionalistas, progresista, ambientalistas y de minorías discriminadas.
El Frente Amplio viene de realizar dos congresos nacionales, siendo el primero de ellos el que votó una plataforma programática y una estructura de funcionamiento con una dirección colegiada electa democráticamente, con representación de las principales fuerzas que lo integran.
En el camino ha tenido que lidiar con la vieja izquierda que intentó, vanamente, conformar otro frente con sectores liberales, bajo la premisa que no se podía, desde la izquierda, levantar una alternativa consistente sin contar con el liderazgo de alguien venido del centro político. Ese proyecto fracasó estrepitosamente y los partidos de la vieja izquierda se han ido sumando al Frente Amplio en condición de aliados y con perfil bajo puesto que no son parte de su dirección. Queda pendiente un balance de lo que puede significar la mayor derrota de la vieja izquierda en el Perú, la disolución de varios de sus componentes y el surgimiento del F.A. como expresión de una nueva izquierda a tono con los nuevos tiempos, donde las ideologías han cedido espacio a un programa antimperialista y demócrático, que retoma los puntos esenciales del Programa de la gran transformación que levantó el Nacionalismo y lo supera con un componente social y ecológico mucho más rico, incorporando las causas de minorías marginadas y discriminadas.
El Frente Amplio se propone ser más que un frente electoral, e independientemente del resultado de las elecciones del 10 de abril, aspira a ser un proyecto más estratégico de cambio. La lucha por la segunda independencia de América es uno de sus postulados programáticos, a partir de lo cual busca articularse a los movimientos progresistas del mundo. Tendrá que avanzar asumiendo sus contradicciones internas y resolviéndolas democráticamente, como hasta ahora. Tendrá el reto de ampliar su convocatoria a otras fuerzas del movimiento popular, puesto que enfrentar a la derecha demandará la mayor unidad posible. Tendrá que resistir las presiones que buscarán apartarlo del camino para buscar atajos como la Hoja de Ruta con la que Ollanta Humala consumó su traición al pueblo peruano. Son muchas las dificultades pero el camino está abierto. En el momento, la perspectiva no puede ser más alentadora en la medida que está conquistando un peso social y electoral muy grande, al punto que disputar la victoria ha dejado de ser un sueño.
Ya hay un perdedor absoluto
Aún antes de que se celebren las elecciones generales el 10 de abril, ya hay un perdedor absoluto: el gobierno de Ollanta Humala que ni siquiera ha podido hacer bien su última tarea. El proceso electoral está plagado de irregularidades, con tachas y exclusiones producto de un caos normativo generado desde el propio gobierno, puesto que no se aprobaron las reformas electorales y de partido que hacían falta para democratizar los comicios.
Será tarea del próximo gobierno encarar estas reformas y muchas otras, en todos los ámbitos de la vida nacional, todo lo cual lleva a la necesidad de dotarnos de una nueva Constitución, vía una Asamblea Constituyente que permita al pueblo determinar los cambios que el país requiere. Es el punto de partida para terminar con el modelo neoliberal y acabar con la corrupción y la impunidad. Es el camino para dotarnos un Nuevo Estado, soberano, democrático y plurinacional. Esta fue otra de las promesas incumplidas por el presidente Humala.
Su traición al pueblo peruano le está pasando factura. Ha tenido que retirar de la contienda electoral al candidato oficial y toda su lista congresal para no perder la inscripción de su partido. Ello le ha deparado la última crisis partidaria que se saldará con una nueva y definitiva ruptura. Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia, jefa del partido, se van quedando solos, sin partido y con un membrete que se convertirá en un nuevo “vientre de alquiler” en los próximos comicios electorales.
Pasará a preocuparse ahora en tender puentes con quien le podría suceder para que le cubra las espaldas en todos los casos de corrupción, investigados por la justicia peruana, incluyendo la conexión con el caso Lava Jato que remece las estructuras de poder en Brasil. Así termina un gobierno responsable de más de 80 muertos en conflictos sociales y que ha sido arrinconado por las luchas populares como en Cajamarca contra el proyecto CONGA, en Arequipa contra el proyecto TÍA MARÍA, o en Lima contra la LEY PULPIN. En todos estos casos el gobierno y los grupos de poder salieron perdiendo, lo cual muestra que hay en nuestro país un movimiento social vivo y en alza por su derechos y reivindicaciones más sentidas.
En esta contienda electoral se juega el continuismo que buscará retomar la ofensiva contra el movimiento popular para hacer viables los proyectos extractivistas a toda cosa, y una alternativa de cambio, como el Frente Amplio, que se propone hacer respetar la consulta previa, defender las fuentes de agua y la agricultura, como parte del proyecto de un Nuevo Perú, verdaderamente libre, soberano, democrático y plurinacional.
Tito Prado; candidato del Frente Amplio con el #12 por Lima
MPGT – FRENTE AMPLIO