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¿Para qué sirve el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, por sus siglas en inglés TPP (TransPacificPartnership) si total ya tenemos TLC con Estados Unidos, México, Chile y Canadá de este lado del océano; y con Japón, Singapur, Tailandia, China y Corea de Sur del otro (estos 3 últimos países no integran el TPP)?

Aunque para muchos es simplemente una raya más al tigre, lo cierto es que el contenido y la función que cumplirá el TPP lo aleja de ser un simple TLC, y lo descubre como una estrategia que combina intereses corporativos y geopolíticos. En síntesis, su contenido es de mayor entrega de soberanía, pérdida de derechos de los ciudadanos en favor de las transnacionales, de autoritarismo y corrupción (se negoció en estricto secreto y estuvo inundado de lobbies empresariales). Y su función es de aislar a China y a Brasil en sus regiones. De hecho Estados Unidos nos usa de cola a todos los involucrados para luego negociar con los chicos grandes del barrio del Pacífico. De paso le mete una bomba a la Organización Mundial del Comercio bilateralizando y privatizando las relaciones de comercio e inversiones porque el TPP sería después el modelo a seguir para todo el mundo. Esto incluye mantener la hegemonía del dólar como la moneda mundial de intercambio y reserva, así sea emitido por la economía más endeudada del planeta.

Ahora bien, en el caso peruano es necesario detenernos en un aspecto central para la vida de las personas: el acceso a medicamentos. En el TPP se acuerda que la protección de datos de prueba, es decir toda la información necesaria para producir medicamentos genéricos se amplía hasta en 20 años (8 años adicionales a los 12 que tienen los países productores como señala el exministro de Salud, Óscar Ugarte).

Si a eso le sumamos los 4 o 5 años que toma utilizar estos datos ya liberados para la fabricación de medicamentos baratos, resulta que una persona pobre (que en un país con un sistema de salud tan precario como el peruano, muere de un cáncer curable por no tener plata) tendrá que esperar un cuarto de siglo más o menos para acceder a precios razonables a las medicinas que se crean hoy.

Esto es un premio para laboratorios como Roche por ejemplo, que emplean todo su poder para empapelar con medidas cautelares a la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid) e impedir que registre medicinas más baratas que las de marca.

Son unos piratas de la salud quienes en la práctica matan personas con tal de que no les malogren el mercado. Es el caso del tratamiento del cáncer de mamas para las mujeres como bien ha señalado Patricia Del Río en RPP.

Hay más impactos negativos de este acuerdo que dejaremos para otro momento, como el libre acceso a internet y las competencias de tribunales internacionales, pero solo por lo aquí expuesto el Congreso no debería aprobar el TPP.