Agencias

 

30-01-16.-Era un acto a beneficio de los veteranos de guerra. Pero con Donald Trump cualquier evento es un homenaje a sí mismo. Y cualquier convocatoria, una oportunidad para atraer a las televisiones, con las que se recrea. El magnate convirtió en un circo mediático su improvisado acto para recaudar fondos a beneficio de los excombatientes. Decenas de cámaras de televisión se arremolinaban en la parte trasera de la platea del salón de actos, una imagen que entusiasmaba al millonario mientras se dirigía a ellas señalándolas con el dedo.

Trump también empleó su particular velada alternativa en hacer una cerrada defensa de los excombatientes, de quienes sin embargo había hablado lo justo hasta ahora. «Los han tratado peor que a los inmigrantes ilegales», bramaba el millonario, ante el enfervorecido público que casi llenaba el Shelders Auditorium de la Universidad de Drake, en Des Moines, para reconocer a las víctimas de la guerra. Trump cumplía su amenaza de plantar a la cadena televisiva Fox y a sus rivales del debate republicano.
 

Lo de menos para él era el motivo, como reconocieron muchos veteranos, algunos satisfechos, otros críticos, al sentirse manipulados políticamente. Pero los seis millones de dólares recaudados que anunció Trump con satisfacción de mecenas, uno de ellos aportado por él mismo, no le harán mal al Proyecto de Combatientes Heridos que su equipo de campaña ha puesto en marcha en tiempo récord. Es la espontánea manera de obrar del intuitivo neoyorquino.

«!Trump!, ¡Trump!, ¡Trump!», martilleaban los centenares de asistentes al acto cuando apareció en el escenario. El magnate iba trajeado y con la corbata del color rojo que pone fondo a su campaña para «hacer grande a América otra vez». Los más entregados mostraban sus carteles con el eslogan y el nombre del millonario en letras grandes, como si de un combate de lucha libre se tratara. Y en el fondo lo era… El millonario, ebrio de popularidad, candidato mediático sin paliativos, se dispuso a levantar a una concurrencia que, en otros momentos, coreó el «¡U-S-A!, ¡U-S-A!», segunda gran soflama de la noche.

En su intervención, en la que fue intercalando testimonios de jóvenes víctimas de la guerra, volvió a hacer de Jeb Bush objeto de sus burlas, cuando aludió a su «baja energía». Todo un clásico en esta campaña, que ha contribuido a dejar fuera de juego por ahora al exgobernador de Texas. Y espetó: «¡Necesitamos liderazgos fuertes! ¡Necesitamos killers (asesinos), para hacer grande a América y no gente sin energía como Jeb Bush!».