Lucidio García
Mauricio Macri se impuso a Daniel Scioli del FpV, por tan sólo 2,8%. Es así como la alta burguesía Argentina vuelve a controlar el Estado después de 12 años.
Estos resultados cambian el escenario político en Argentina y los anuncios de Mauricio Macri auguran un 2016 de ataques contra la clase obrera y el pueblo en general. Se pretende desmantelar mediante la manipulación de la institucionalidad, un sin número de conquistas que comenzaron en diciembre de 2001 con el Argentinazo.
El gabinete de gobierno está integrado por empresarios y banqueros, y lo primero que anunciaban era el intento de aplicar la cláusula democrática para sacar a Venezuela del Mercosur. El plan de ataques contra la clase obrera de Argentina se extiende a un plan regional de romper los procesos revolucionarios, donde empiezan a unirse las burguesías dependientes del Imperialismo. En primer momento, la esposa de Leopoldo López, Lilian Tintori, estuvo el 22 de noviembre en el búnker de Cambiemos.
Macri está promoviendo la integración a la Alianza del Pacífico, Chile, Colombia, México y Perú, con la que EEUU pactó el Tratado de Asociación Transpacífico que incluye a su socio más fuerte, Japón. Es una estrategia imperialista para controlar de nuevo la Región.
La burguesía argentina tiene la táctica contrarrevolucionaria, en su fase inicial, de realizar modificaciones paulatinas y ataques fraccionados sobre salarios y derechos de la clase obrera. Durante la campaña electoral se utilizó la hipocresía como estrategia, donde el discurso de Macri era kirchnerizado, para atraer el voto de Scioli. Macri mintió en su campaña electoral diciendo que respetaría lo bueno que se realizó en el pasado. Por otro lado, la burguesía en su campaña tomó ventaja del cansancio que causó la guerra mediática casi permanente contra la Presidenta Cristina, sumado a los ataques de los ideólogos de los banqueros, industriales y terratenientes.
El movimiento político revolucionario argentino que se remonta a los últimos 70 años, es una continuación del peronismo y tomó empuje del último gran acontecimiento político del país como fue el Argentinazo de 2001-2002, sumado a los avances políticos y sociales recientes. Este movimiento político cuenta con una base obrera y popular que ha apoyado un gobierno que ha logrado avances sociales y progresistas muy importantes dentro del marco del sistema capitalista.
El kirchnerismo gobernó en uno de los períodos de mayor crecimiento y estabilidad económica en el país, favorecido por las condiciones de la economía mundial y la demanda creciente de materias primas que aumentaron sus precios en el mercado mundial, y que son el eje básico de la economía argentina. Este boom ha finalizado con la crisis estructural del capitalismo mundial. El kirchnerismo gobernó a favor del pueblo. Hoy, ante la crisis mundial los capitalistas necesitan reconfigurar a sus necesidades el Estado argentino.
La burguesía argentina es parasitaria, dependiente del mercado mundial y subordinada políticamente al Imperialismo. La dependencia y la falta de diversificación de la economía hacen que históricamente se presenten escenarios de profunda dependencia con Brasil y China.
La situación actual en este país demuestra que los problemas estructurales de la pobreza y del desarrollo industrial tienen su solución definitiva fuera del marco del Estado Burgués, ya que la burguesía se opone a los subsidios u otros medios que favorecen al pueblo.
Luego de las jornadas heroicas que convirtieron a la clase obrera en protagonista histórico en la Argentina desde el 2003 en adelante, en la actualidad las concentraciones desbordadas envían mensajes a Macri que los explotados no cederán sus reivindicaciones de los últimos años con Cristina.
El triunfo electoral de Macri y la derrota electoral del 6 de Diciembre en Venezuela al perder la mayoría en Asamblea Nacional, indica que los privilegios de la gran burguesía y el Imperialismo se quieren imponer a la sociedad.
La ofensiva desatada por el gobierno del empresario Macri y su gabinete de banqueros y patrones, mantiene una arremetida contra el derecho al trabajo y democráticos. Los especialistas hablan de entre 15.000 y 20.000 despidos en el sector público. Y en el sector privado, se ha empezado la represión por las empresas Bayer, Cresta Roja, Molinos San José, Nación Servicios Buenos Aires, diario Tiempo Argentino, Radio América Aerolínea Sol; Cerámica San Lorenzo, en el sector Petróleo y Gas Privado de Neuquén, Río Negro y La Pampa. Se suma a todo esto, el proyecto del macrismo que intenta facilitar y abaratar los despidos.
Así mismo, con el cierre del Afsca se afectan la libertad de información del pueblo, además del despido de periodistas, entre ellos Víctor Hugo Morales, y trabajadores de los medios, que se ha opuesto a los grupos el Clarin y La Nación.
Macri ha tomado medidas para aumentar los beneficios de los capitalistas agrarios, al quitar las limitaciones a la exportación al trigo. Así los trabajadores terminaran comprando pan a precios internacionales.
Por otro lado, Macri redujo el presupuesto de la educación desde un 6% a un 3%.
Entones, la política de devaluación de Macri depreció el salario en un 45%, sumado al aumento de la canasta básica de alimentos. Esto significa la transferencia de dinero de la clase obrera a las cuentas de la burguesía argentina. Macri justificó la disminución de salario argentino debido a su falta de competitivo con el costo laboral de Brasil y México. Pero no hablan nada de los malos negocios de la burguesía.
A Organizar la Resistencia
Las organizaciones políticas, sindicales, culturales, estudiantiles, sociales, están respondiendo a los despidos y violaciones a los derechos laborales. Es también indudable, que estas manifestaciones indican que la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner aun cuenta con una alta aceptación popular. Ha empezado la defensa como es el caso de la dirigente de Tupac Amaru y parlamentaria del Mercosur, Milagros Sala; acusada por instigación a cometer delitos por su defensa de los derechos indígenas.
La clase obrera ya ha comenzado a organizar la resistencia, a prepararse para la etapa que viene. La necesidad política de avanzar hoy pasa por plantear un plan de producción social como la única manera de movilizar el colosal potencial de la industria, la agricultura, y la técnica en beneficio de la población.
La lucha obrera y popular no debe ser sólo contra Macri, sino que la lucha se debe plantear contra el capitalismo. Si bien el Estado puede jugar coyunturalmente un papel reaccionario o progresista según qué fuerza política lo controle, no es lo mismo un Estado que a través de un gobierno revolucionario intenta distribuir el ingreso, que uno que se ajusta a la lógica neoliberal.
En su prisa por restituir las ganancias de la burguesía, sus groseras garantías y por borrar todas las huellas que dejaron los años de la revolución, los macristas burgueses han empezado a chocar con una resistencia de la clase obrera argentina.
En esta etapa de amenaza de la AN burguesa en la República Bolivariana de Venezuela, para la clase obrera bolivariana la revolución significa subversión de la sociedad burguesa, mientras que hasta ahora significaba subversión de la forma de gobierno. Un gobierno revolucionario debe romper las ataduras que el Estado Burgués le impone para consolidar las conquistas sociales, transformar las relaciones de producción y llevar al poder al pueblo revolucionario organizado, a la clase obrera, como única manera de consolidar el socialismo. Es evidente que la lucha por cualquier reforma va unida a la lucha contra el capitalismo y por el Socialismo, para cruzar la barrera del no retorno que hablaba el Líder Eterno Chávez y que continua el Presidente Obrero Maduro.