La apología que voceros de oposición hacen en favor del cambio, puede ser perniciosa por no decir ingenua. Jugar a la esperanza en un contexto de caos psicológicamente inducido, siempre es un motivo de sospecha. Aun cuando en el pasado estos mismos agoreros del desastre fueron capaces de avalar el carmonazo y abolir los poderes instituidos por el pueblo Venezolano, en un abrir y cerrar de ojos. Siguen en la falacia, en el engaño a través de la artimaña, está vez más sigilosos y disimulados. No se atreven a más porque el pueblo los tiene con la cuerda corta.

Han captado votos, por las circunstancias que fueren. Esto es una alarma inminente para la Revolución Bolivariana ante la nueva composición de la Asamblea Nacional. Se viene el año de tensiones políticas por no decir el año de la disputa más riesgosa por la Presidencia de la República. Hay que amarrase los pantalones, no es momentos de vacilar.

Hay voceros de la oposición que hablan de un cambio en el Ejecutivo en no más de seis meses, debemos estar al pendiente, no es cualquier cosa la que está en juego, es el futuro. Entre esta romántica promesa de cambio y el “ojo pelao” que debe tener el pueblo y la Militancia Revolucionaria, es bueno verle las costuras al saco.

La oposición radical en una exaltación de los principios neoliberales, apuesta a la despolitización, toda cercanía ideológico-emancipadora de la sociedad es adoctrinamiento. Para ellos no existen posibilidades de autogobierno, posibilidades de la capacidad creadora y autogestionaria del pueblo, menos aún creen en la democracia participativa y protagónica. Por el contraria para ellos, el pueblo debe relegarse a obedecer, a recibir las dádivas producto del altruismo de la tecnocracia de la gerencia publica. Para ellos el pueblo debe conminarse a la voluntad del representativismo político. La política es para los políticos, así lo ven.

El oposicionismo reprocha, por no decir que condena inmisericordemente que la Revolución Bolivariana haya visibilizado las fracturas sociales producto de una clase social parasitaria y especulativa, que se instaló durante cuarenta años de puntofijismo, enriqueciéndose en desmedro de los sectores vulnerables del país y apropiándose de la renta petrolera de todos. El desmontaje de la mentira y el abrir los ojos del pueblo, para ellos es polarización. Quieren un sedante colectivo que les permita volver a sus viejas andanzas, y despolitizar al pueblo es su primer paso, aunque esta vez les va costar mucho más, ya que el pueblo se ha educado para ser libre y constructor de su futuro.

El afectar los intereses de ciertas cúpulas ha sido una guerra casi declarada por estos sectores al Chavismo, basta recordar el Golpe de Estado del 2002, las guarimbas, el paro petrolero etc. Ahora como en una suerte amnesia desfachatada, son los más constitucionalistas y respetuosos de la Ley. Por el contrario apuestan a un discurso de cambio, a un discurso de reconciliación nacional. Cuanta cortina de humo en sus ocultas intenciones y su agenda paralela.

Para el oposicionismo apátrida el problema en Venezuela, no es económico. Por el contrario es político, porque sus intenciones claramente han sido el cambio de gobierno, sea como fuere. Para ellos no hay razones externas que afectan la economía Venezolana, para ellos por ejemplo las bajas en el ingreso nacional por la caída del precio del barril de petróleo favorecido por la geopolítica imperial es culpa del gobierno, las fallas estructurales de nuestra economía en ocasión de la deslocalización de capitales de Venezuela a otros centros financieros producto de una renta petrolera muy jugosa, o de la captación de esa misma renta por los especuladores y empresarios parasitarios, es culpa de Maduro.

Tampoco miran la incertidumbre cambiaria inducida adrede por un actor político desestabilizador como Dólar Today, pues como la van notar sin es su principal trinchera de guerra económico-psicológica al pueblo Venezolano. Para ellos no existen fallas en el sistema capitalista, la crisis son políticas y tiran a la borda todo razonamiento ajustado a la realidad y a la economía vista con un grado más o menos de objetividad. Esto sin duda no pretende excusar responsabilidades del Ejecutivo Nacional, pero tampoco pueden pretenderse hacer ver una realidad ajustada a los intereses desestabilizadores. Elucubran una salida, y la cuestión es cambiar al gobierno, al precio de lo que sea necesario, cueste lo que cueste.

El cambio de lo que muchos hacen alarde, ya empezó en Argentina por citar un ejemplo; Intervención en la Ley de medios para generar controles que favorezcan al ejecutivo, aumento en la tarifa de gas, servicio eléctrico y agua, intervencionismo de Macri en el poder judicial para que él designe dos Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, endeudamiento del país para sostener la devaluación del peso frente al dólar, ceder a intereses ajenos a cambio de empréstitos, liberación de tasas arancelarias para incrementar las exportaciones de las grandes empresas. Persecución de la protesta social, con la imputación de Hebe de Bonafini.

Son medidas políticas y de ajuste económico, que favorecen indiscutiblemente a ciertos sectores económicos y no son precisamente a los más vulnerados de la historia. Es el comienzo de la reinstauración neoliberal en América Latina, en el cual se tiene a los subsidios del pueblo como un gasto social superfluo y a la captación de recursos a través de controles fiscales como un obstáculo para más mercado, esto es echar a la borda un mecanismo de captación de recursos para redistribuir riquezas a los sectores más excluidos de la sociedad. Simplemente le estas quitando al que menos tiene, cuando paga más por los servicios público y le das más al empresario que ya no paga tasas o aranceles de exportación. Se trata de desregular el mercado para hacerlo más efectivo, aunque eso implique flexibilizar los derechos del trabajo y del pueblo en definitiva.

Como se puede observar en Argentina, como en Venezuela no se trata de un cambio para mejorar el país, o las condiciones de vida del pueblo. Se trata de desmontar procesos progresistas, porque hay otros intereses no tan visibles y que son producto de negociaciones de los “caballeros de las políticas”, de esos que les asusta el pueblo libre y organizado. Es una visión mercado-centrista que deja a un lado al ser humano, y a la gente de a pie.

En el caso particular de Venezuela, hay un monitoreo e intervencionismo constante que obedece a intereses imperiales extranjeros. Es el petróleo muchachos, es la gallinita de los huevos de oro. Se trata de que algunos poderes fácticos garanticen su suministro energético, para los años venideros que manifiesta desde ya ser uno de los problemas fundamentales en una sociedad alienada por el consumismo exacerbado.

Que no sea la ingenuidad, o la desesperanza inducida de los agoreros del caos la que guíe voluntades colectivas. Abrir los ojos antes de que sea demasiado tarde, puede ser la mejor opción. Un no rotundo a la restauración neoliberal, el futuro es de nosotros.

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