Omar Ignacio Pinto
Cual hurracas inseparables dada su melliza autarquía del poderío rentado al gringo-neo-capitalismo-liberal de feudo netamente privado y de confiscación yanquis, se nos presentan en la palenque de nuestra política Suramericana como dos tal para cual, que con fino detalle de escogencia, Míster Imperio ha ido propagandiándoles a fin de que cumplan sueños de sus macabros planes de desmontar 17 años de Revolución-Bolivariana y progresismo considerado un «eje del mal» no solo en la región sino con expansión mundializada.
Que Chávez les ganara terreno ideo-político y que los oprimidos pueblos de la América de Bolívar despertaran como por arte de magia cumpliendo con el apotegma del abrir de sus ojos cada cien años, les aguó el ojo, pues no sólo propició entusiasmos sino que alborotó a multitudes en el globo terráqueo. Esa fuerza es braza de libertad; y no que ahora el imperio impone decisiones por los pueblos, eso, es pretérito histórico, fue el ayer, el presente y futuro son irreversibles y es de uso exclusivo de los pueblos.
Al descubierto quedan argucias gringas, logró por un breve instante colocar a Macri, pero a Lorenzo no le será posible, no va a calar, como así tampoco le funcionará la lacónica AN, vestigios de inconstitucionalidad-golpista que ya se deja ver sus gruesas ilegitimas costuras o bojote, no podrá adecuarle a su par de Honduras y Paraguay, existe aquí una constitución preñada de su pueblo.
Cautivada la mácula opositora por un revés tan de básico signo electoral al que le auto-acreditan desviados supra irrisibles poderes; vale acotar, contar los pollos antes de nacer, viene a ser su cepo de inmovilidad, su tregua sin cuartel a ejercer un terrorismo implacable contra el pueblo, especulándole, hambreándole, estafándole y sacrificándole con las interminables colas ha sido el propio cuchillo para su garganta, y, no porque cierta inmadurez haya sido saboreada en un efímero triunfo, puedan tener control. Lorenzo está identificado como el gran mentor de la desgracia de un pueblo de momentos dependiente, pero eso, ya avizora la gran solución y en la cual ni Lorenzo ni su camada de cipayos tiene cabida, su pacto anti-patria imperial le delata todo intención de su siempre mentira ante la materialidad de los hechos.
El ímpetu desmedido por retornar a las andadas del punto fijismo, despilfarra cualquier grado de consciencia política hasta el que una derecha inconsciente pudiere concebir por mera equivocación y le pudiere admitir como farsa y no perder ripio; es una verdad, pero es que el que se viste con lo ajeno desnudo se queda, y un tanto de todo esto, le está ocurriendo a la tan menguada clase pudiente, alquiló su traje para la batalla allá en las quimeras norte, no le ha podido devolver y ha pronto de tener pagar exuberantes réditos políticos en el Fondo-Gringo-Procesal, y aun Lorenzo con toda su riqueza entre $ y activos mal habidos de 37 mil millones de $, se verá chiquito y de rodillas ante su amo, por lo que su claudicación está a las puertas del proscenio electoral.
El imperio ha dado un paso hacia su nula aspiración por volverse adueñar de lo que dio por llamar con procaz insulto su patio trasero, por ahora, y por un exiguo, tendrá en manos a la volátil Argentina, mas, ahora no son las mismas condiciones ni circunstancias, existe un motín continental, les guste o no.
Los pueblos una vez se deleitan del agradable sabor de soberanía, libertad e independencia, difícilmente vuelven a dejarse oprimir de nuevo, difícil. Y por consiguiente, Mauricio Macri: un irascible opresor compulsivo, durará en el «poder» lo que un fétido gas en un hueco chinchorro, y Lorenzo Mendoza Polar, envejecerá hasta el fin de su vida con la misma ilusión arrastrado del fracaso preanunciado de una derecha nacional e internacional con fecha en su sepultura política.