Alejandro Navarro
Ya es casi un hecho que cada domingo Álvaro Vargas Llosa, desde su comodidad en EEUU publique panfletos propagandísticos en contra de Venezuela, disfrazados de artículos «serios» y «objetivos», repitiendo una y otra vez argumentos tergiversados para descalificar al gobierno democrático del presidente Nicolás Maduro.
Ad portas de las elecciones parlamentarias que se realizarán en el país bolivariano el 6 de diciembre próximo, en donde se elegirán 167 diputados, cada vez es más común ver este tipo de opiniones de comentaristas de derecha, disfrazados de periodista para parecer objetivos, siguiendo con la estrategia del nazi Joseph Goebbels, quien decía que «si una mentira se repite las suficientes veces, acaba convirtiéndose en la verdad».
Y eso es lo que hace Vargas Llosa en sus artículos propagandísticos, que prepara desde Washington, repetir una y otra vez las ideas que acomoda a su imaginario para disparar con un tono soez en contra del gobierno del presidente Maduro, a quien le dedica extensas columnas para calificarlo como «dictador». Y así lo hace nuevamente en su artículo o, más bien parece ser un pasquín de la oposición venezolana, denominado «La OEA versus Maduro: ¿Realismo o sueño?» (15 de noviembre de 2015)
Lo anterior se suma a los ya publicados: «SOS Venezuela» (28 de febrero de 2015) «Obama, palo en Caracas; Zanahoria en La Habana» (La Tercera, 15 marzo de 2015) Venezuela, el factor Felipe González» (La Tercera, 3 de mayo de 2015) «Venezuela: el cartel del siglo XXI» (La Tercera, 24 de mayo de 2015) Todo esto da cuenta de un diseño comunicacional, basado en una campaña orquestada desde el exterior y, por qué no decirlo, liderada desde EEUU con el objetivo de debilitar la imagen de Venezuela.
En esta oportunidad Vargas Llosa basa su historia en la carta que el secretario General de la OEA, Luis Almagro, le envió al Consejo Nacional Electoral venezolano, CNE, en respuesta a que no fue aceptado el ofrecimiento que hizo para enviar una misión de observadores para las elecciones de diciembre.
Al respecto, cabe señalar que es de absoluta incoherencia pedirle a un país que lo invite para «fiscalizar» sus elecciones cuando el propio señor Almagro en una forma nunca antes vista por parte de un Secretario General de la OEA, ha tomado posición en apoyar públicamente a la oposición venezolana, dejando de ser un organismo transversal y objetivo para pasar de una vez a ser parte del discurso y campaña internacional que replica la derecha en contra del oficialismo.
Esto es preocupante, ya que sin haber realizado consulta alguna a los 35 países que integran el organismo, lo que hace Almagro es replicar sólo el discurso de EEUU quien, en completa sintonía con la Institución, también ha insistido con que se les permita «observar» las elecciones parlamentarias, en las que se elegirán 164 diputados por estado y tres por representación indígena. A la vez de que ambos han dicho que los comicios «no está garantizado el nivel de transparencia».
Sin embargo, no es primera vez que vemos a Luis Almagro siguiéndole el juego a Estados Unidos, solo recordar para tener antecedentes de su curriculum que éste hizo su destape cuando zigzagueó durante el derrocamiento de Fernando Lugo de Paraguay, y además, otro de sus movimientos fue cuando intentó en vano impedir el ingreso de Venezuela a MERCOSUR.
Ahora Almagro suma un nuevo tropiezo ante los ojos de EEUU y es no haber podido inmiscuirse directamente en las elecciones en Venezuela con su grupo de observadores. Lo peligroso es que va a intentar de cualquier otro modo tener protagonismo y para ello está tomando la OEA como centro de opinología en la misma línea de Norte América.
Coincidencia o casualidad. Lo cierto es que EEUU resucitó a la OEA para conspirar en contra de Venezuela, preparando así un escenario de desprestigio internacional que les permita justificar una posible intervención.
¿O a nadie le causa extrañeza que existan tantas voces de derecha a nivel internacional que se unan para descalificar el sistema electoral venezolano? El propio Vargas Llosa en su artículo pro-oposición venezolana, escrito desde EEUU, dice abiertamente y de una manera tremendamente irresponsable que la carta de Almagro «no logrará evitar el fraude electoral del 6 de diciembre».
Claramente y siguiendo el manual al parecer denominado «si no puedes ganar por las buenas, desprestigia su sistema» la derecha venezolana ya se siente derrotada y busca a través de este tipo de columnistas desprestigiar las elecciones para tener una excusa que justifique su derrota y hacerse de aliados en el exterior para que luego desconozcan el resultado de las elecciones.
Es increíble que la campaña más dura del chavismo no sea, precisamente, en los «casa por casa» difundiendo las potencialidades de sus candidatos, sino que es la que debe enfrentar a nivel internacional para salir al paso teniendo que desmentir cada una de las barbaridades que se publican en su contra.
Y, lamentablemente, esto no es nuevo, se repite con cada elección que se realiza en Venezuela, como si hubiera un «manual» de cómo intentar desprestigiar los comicios de un país democrático que tiene el sistema electoral más seguro y moderno del mundo, avalado, inclusive, por el propio ex presidente Jimmy Carter (al que no se le puede acusar de «chavista») quien ha dicho que de todas las elecciones que ha monitoreado, «yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor del mundo».
En esa misma línea también lo sigue el Demócrata Cristiano Genaro Arriagada, ex embajador de Chile en Washington, quien en un informe elaborado para el Wilson Center de Estados Unidos en conjunto con el ex Presidente del Instituto Federal Electoral de México, señala respecto del sistema electoral venezolano que este «tiene innegables fortalezas y es tecnológicamente muy avanzado. Funcionando adecuadamente asegura la transparencia de elementos fundamentales para el control y vigilancia de los procesos electorales por partidos, ciudadanos y observadores».
Teniendo antecedentes objetivos y contundentes sobre las potencialidades del Sistema Electoral Venezolano resulta extraño sindicar a esta instancia como poco transparente o acusarla a priori de fraude. Este tipo de comentarios no son más que opiniones llenas de ignorancia o basadas en una campaña internacional que busca caricaturizar uno de los mejores sistemas electorales existentes, con el fin de justificar una nueva derrota de la oposición, que ha perdido 18 de 19 elecciones y ha tenido un empate técnico en un referéndum.
De esos diecinueve procesos, en once de estos fueron avalados por la propia OEA, así como también por Misiones de Observadores Electorales de la UE y el Centro Carter. Claro que, hay que tener en cuenta que ahí la OEA era un organismo que no hacía campaña previa por un bando, como lo hace ahora.
Cabe destacar que en Venezuela el Consejo Nacional Electoral es un órgano que goza de independencia y autonomía desde 1999, y no depende de ningún otro poder público, lo que además garantiza la transparencia e inviolabilidad en el sistema.
Paradojalmente, la OEA de una manera irrespetuosa exige enviar una Misión de Observadores a Venezuela, y lo mismo agita Álvaro Vargas Llosa desde EEUU, país que jamás ha permitido que un grupo de acompañantes entre a sus comicios electorales, lo que constituye una incongruencia cuando hablan de transparencia.
Esta misma soberana decisión en cuanto a no aceptar misiones de observadores internacionales en sus sufragios la tienen además, Canadá, Barbados y Trinidad y Tobago, así como también Chile, Argentina, Brasil y Uruguay, todos miembros de la propia OEA.
Sin embargo a todo lo anterior y ante el manto de dudas que han querido expandir para intentar desacreditar las elecciones, es necesario resaltar que para los próximos comicios sí habrán misiones de Acompañamiento Internacional que, de hecho ya están trabajando y observando el proceso y sus auditorías. Para ello el CNE ha invitado a integrantes de la Unasur, del Mercosur, de la Celac, del ALBA, del Parlatino, del Parlasur y al Consejo de Expertos Electorales Latinoamericanos (CEELA).
Junto con ello, el Consejo Electoral invitará a las autoridades electorales de países con los que mantiene acuerdos de cooperación; es decir, en diciembre habrán también delegaciones de Rusia, India, Filipinas, Mali y Corea del Sur.
En todas las elecciones pareciera repetirse la misma bandera opositora internacional en contra de Venezuela y su proceso revolucionario: se cuestiona el proceso, se busca desacreditar al CNE, se acusa a priori de fraude para generar un ambiente de tensión y luego no se realiza ninguna denuncia concreta al respecto. Pues es ilógico hasta pensar que el sistema electoral «más seguro del mundo», como dijo Carter, con voto automatizado inquebrantable y con acompañantes electorales objetivos e imparciales que siguen el proceso sea tergiversado por uno y otro bando. Las recriminaciones antojadizas no son más que agitaciones de parte de intereses que buscan caricaturizar el sistema para justificar una nueva derrota y, por qué no decirlo, para generar un falso ambiente que conlleve al desconocimiento de los resultados.
ALEJANDRO NAVARRO BRAIN
Senador de la República Chile