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8 de octubre de 2015.- Juan Domingo Perón nació en la localidad de Lobos, provincia de Buenos Aires, el 8 de octubre de 1895. De familia humilde, su madre, “una criolla de ley” ‒diría años más tarde ‒, era una mujer de campo, acostumbrada a las duras faenas rurales. Su padre trabajaba de oficial de justicia.

El joven Juan Domingo se inclinó por las carreras de las armas, incorporándose al Colegio Militar de la Nación en 1911. Allí cursó sus estudios y fue ascendiendo hasta llegar a coronel en 1941. Hasta aquí podría decirse que nada novedoso había en la carrera de este militar argentino. Pero, apenas cuatro años después, ese coronel desconocido se convertiría en el líder indiscutible de las grandes mayorías populares.
 

DÉCADA INFAME

A partir de 1930, ya siendo Perón oficial del ejército, Argentina atraviesa uno de los momentos de mayor sumisión al imperialismo inglés. Caído el régimen popular del presidente Yrigoyen, el país se vio sumergido en el más abyecto entreguismo.

La oligarquía terrateniente y la burguesía importadora-exportadora, históricamente aliadas a los intereses británicos, gobernaban bajo los dictámenes directos del Foreign Office. No en vano, un periodista patriota, Juan José Torres, denominó a aquella época con el nombre de “Década Infame”.

Mientras las clases dominantes vivían las “ventajas” de ser un país considerado por la burguesía inglesa como el “granero del mundo”, el pueblo trabajador, los peones de campo, los inmigrantes pobres y el incipiente proletariado industrial, sufrían las más atroces penurias. Era la Argentina de las “vacas gordas y los peones flacos”.

Pero tanta desvergüenza tenía que terminar de alguna forma, y no fue precisamente una insurrección popular la que tumbó el régimen oprobioso, sino un golpe militar de indefinido perfil ideológico. Militares filo fascistas, otros conservadores, nacionalistas de “patria chica” y oportunistas también, fueron quienes asumieron el poder el 4 de junio de 1943. Perón estuvo entre ellos, y con sus casi 50 años de edad lo hicieron responsable de dirigir la Secretaría de Trabajo, un cargo de escasa relevancia para entonces.

AL LADO DE LOS TRABAJADORES

Desde la Secretaría de Trabajo, Perón logró relacionarse con el movimiento obrero. Desplegando una actividad hasta ese momento inédita, el Coronel hizo realidad nuevas y viejas reivindicaciones de la clase trabajadora argentina, facilitando su sindicalización y limitando el poder de las cámaras empresariales. La oligarquía y los partidos representantes de sus intereses comenzaron a ver con muy malos ojos a aquel militar que se iba ganando la admiración y el respeto del proletariado.

Es así que un sector del propio gobierno, instigado por las clases dominantes, intentó desplazar a Perón, deteniéndolo y apartándolo de sus cargos. La reacción fue inmediata, miles de trabajadores de todo Buenos Aires y la periferia se movilizaron hacia la Casa de Gobierno en Plaza de Mayo para exigir la libertad del Coronel.

Ante tan impresionante movilización, Perón es dejado en libertad y solo se logra desmovilizar al pueblo cuando el Coronel les dirige la palabra desde el balcón de la Casa Rosada. Era el 17 de octubre de 1945. Había nacido el peronismo y con él su líder.

PATRIA O COLONIA

Seguidamente se convocaron elecciones, en las cuales participaron, por un lado, Perón como el candidato de un nuevo reagrupamiento de fuerzas de carácter nacionalista y popular, y por otro, una alianza de orientación oligárquica pro imperialista, autocatalogada “democrática” y liderada por el embajador de Estados Unidos Spruille Braden. La consigna de las fuerzas patrióticas fue “Braden o Perón”, que de forma muy puntual significaba “Patria o Colonia”.

En febrero de 1946, Perón se impuso en las elecciones y asumió como Presidente. Su gobierno se caracterizó por impulsar un desarrollo capitalista autónomo, nacionalizando los resortes básicos de la economía e impulsando la industria sobre una base tecnológica propia. Una revolución democrático burguesa, con eje en la clase obrera organizada, permitía arrinconar a las viejas clases dominantes y poner en jaque el dominio imperialista que se venía ejerciendo sobre el país impunemente.

Simultáneamente, la esposa de Perón, “Evita”, desarrollaba una extraordinaria acción social y política en pos de los más humildes y desvalidos. Su conducción permitió hacer realidad el derecho a voto de la mujer. La dupla Perón-Evita sería desde entonces una bandera de combate contra la antipatria.

GOLPE DEL IMPERIALISMO

El peronismo en pocos años transformó la Argentina semicolonial en una Argentina “Justa, Libre y Soberana”.

Para revertir esta conquista, actuaron el imperialismo y sus agentes internos. El frente patriótico liderado por Perón tuvo contradicciones internas insuperables. La propia burguesía nacional y una nueva clase media, beneficiarias directas de las políticas implementadas por el gobierno, traicionaron el proceso nacionalista.

Un cruento golpe de Estado, apoyado por el imperialismo anglosajón, derrocó a Perón en 1955, truncando su segundo período presidencial.

Tras el golpe vinieron 18 años de heroica resistencia popular. El pueblo apeló a todos los métodos de lucha, desde las huelgas y movilizaciones hasta la guerrilla rural y urbana a fin de retomar el camino abierto el 17 de octubre del ‘45.

RECONSTRUIR Y LIBERAR EL PAÍS

En 1973, quebrado nuevamente el régimen oligárquico por la lucha popular, Perón retornó nuevamente al poder. Fue su tercera presidencia. Su gobierno sería efímero. La Argentina ya era otra y el proyecto nacionalista de capitalismo autónomo parecía agotado.

El 12 de junio de 1974 Perón convoca al pueblo a movilizarse a la Plaza de Mayo, y desde sus balcones, llama a los trabajadores a unirse en la lucha, aclarando que él había regresado “para reconstruir el país y para liberarlo”. Culmina su último discurso diciendo: “Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”. Falleció pocos días después, el 1° de julio, con 80 años de edad.

Al conmemorar 120 años de su nacimiento, la figura de Juan Domingo Perón sigue creciendo. Sus ideas nacionalistas, de justicia social, soberanía política y unidad latinoamericana ‒enarboladas en esta década por Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner‒ siguen señalando el camino a recorrer por las nuevas generaciones de argentinos y latinoamericanos.