Si uno toma los grandes países de Sudamérica, tanto de gobierno neo-libs comonac-pop, se observa que todos han ido cayendo en déficits comerciales en la balanza de pagos, es decir, pagan más por las importaciones que lo que ingresan por las exportaciones. Y eso a pesar de que exportan mucho más que lo que importan. El desbalance comercial les lleva a devaluaciones tratando de exportar más e importar menos, con lo cual se hacen competencia unos a otros en algunos rubros.

Argentina también exporta muchas más toneladas que las que importa, especialmente vende soja (soya) y productos derivados. Hace un par de años el precio de la soja llegó a un pico de más de 600 dólares la tonelada y cayó ahora a menos de 400. Hay una sobre-oferta mundial. La frontera de la soja se extendió hasta el Chaco argentino y a Paraguay y Bolivia. Todos quieren producir más, aunque sea con grandes costos ambientales y daños a la salud humana afectada por el glifosato. Lo mismo ocurre con la minería, donde Argentina, a pesar de las protestas populares, ha impulsado la producción de cobre y oro. El precio del cobre cayó a 2.5 dólares por libra.

Sin embargo, Argentina, excepcionalmente entre las economías grandes del continente, ha seguido manteniendo su superávit comercial según las cifras oficiales hasta el mes de julio de 2015, aunque en dimensión cada vez menor. Puede preverse que Argentina, la nación que faltaba, tenga ya déficit comercial en los próximos meses. Por supuesto la causa no es solo el precio de la soja, es también la dificultad de exportar bienes industriales a Brasil, que está en crisis económica.

La disminución en el valor de las exportaciones argentinas en los primeros siete meses de 2015 se debió únicamente (según datos del Indec) a la caída de los precios (en un 17 por ciento) ya que las toneladas exportadas (de todos los productos) no tuvieron variación. Bajan los precios y se intenta exportar mayor volumen. Boludos, diríamos cariñosamente en Argentina, salgan de esa obsesión extractivista-exportadora, no continúen favoreciendo la sobreproducción mundial.

Muchos países sudamericanos se están tardando en reconocer que la política adecuada sería exportar menor cantidad de materias primas y, si pueden, contribuir de esta manera a mantener los precios internacionales. La inercia mental exportadora extractivista no les ha dejado frenar a tiempo, están aún llenos de proyectos expansivos de extracción de minerales o biomasa y de ilusiones sobre grandes vías de transporte.

Escribo este artículo en Quito, observando de cerca como también un país económicamente menor como Ecuador, que exporta en toneladas más del doble que importa, persiste en este empecinamiento extractivista. Ecuador trata de frenar las importaciones con aranceles (ya que está dolarizado y no puede devaluar). En cuanto a las exportaciones, comparando los dos primeros semestres de 2014 y 2015, la marcha ha sido la siguiente (con datos del Banco Central de Ecuador). En el primer semestre de 2014 se exportaron unos 15 millones de toneladas y se ingresaron 13 mil 800 millones de dólares, mientras que en el primer semestre de 2015 se han exportado casi 16 millones de toneladas, pero se ingresaron solamente 9 mil 800 millones de dólares. Eso se debe especialmente a la caída del precio del petróleo, pero también los precios de exportación no petrolera tuvieron en conjunto una leve caída. El déficit comercial monetario de Ecuador va a ser al menos el doble en 2015 que en 2014 a pesar del esfuerzo físico exportador. Es hora de revisar los proyectos extractivistas. Resucitar, por ejemplo, la iniciativa Yasuní ITT de dejar el petróleo en tierra.

Créanme que la pauta es la misma en Colombia, Brasil y Perú, pero en mayor escala. En Argentina, hasta ahora, se enorgullecían de sus enormes exportaciones físicas que al lograr buenos precios proporcionaban superávits comerciales. Pero ese camino se truncó. La advertencia de la crisis pasajera en Sudamérica de 2009 no se escuchó. Se insistió en el extractivismo exportador. Se burlaron de los ecologistas que denunciaban los costos socioambientales y no hicieron caso de sus advertencias.

Si en julio de 2014 el superávit comercial argentino era todavía de 845 millones de dólares, en julio de 2015 ha caído a sólo 204 millones y está por desaparecer en este septiembre u octubre. Apuesta segura antes de fin de año.

*ICTA-Universitat Autònoma de Barcelona