Mario R. Fernández
Rebelión

Desde agosto del 2014, un año ya, los precios del petróleo comenzaron sorpresivamente a descender; hoy los precios de los diferentes crudos han perdido más del 50 por ciento de su valor, lo que pone de manifiesto la crisis que enfrenta esta industria. Los sectores involucrados y los medios de comunicación oficiales (en realidad empresariales) han encubierto hasta hace poco tiempo el tamaño de la crisis. La tendencia persistente de los precios del petróleo y del gas a mantenerse bajos, y a bajar aún más recientemente, han limitado el espacio de maniobra de las corporaciones.

La industria del petróleo y del gas natural, como cualquier industria, es catalogada de acuerdo a su tamaño y al nombre de su o sus propietarios. La industria petrolera incluye seis áreas relevantes, el área de prospección, de explotación, de producción, de comercialización del crudo y los combustibles, de servicios técnicos en el terreno mismo de explotación y el área del transporte. Las grandes corporaciones multinacionales privadas del petróleo cuentan, lógicamente, con más capital, por lo que en cualquier situación pueden desarrollar estrategias de más largo plazo; tienen también más poder político y cuentan con el apoyo de los medios de información para manipular el valor de sus acciones en tiempos de crisis. Pueden también presionar a los gobiernos de los países dueños de los recursos en donde operan para manipular lo que pagan por concepto de derechos y de impuestos. Pero aún así todas estas ventajas tienen su límite. Sin duda, las corporaciones medianas y pequeñas son más desventajadas frente a las gigantes, y en una crisis de costos y de reducimiento de precios estas son las que quedan vulnerables al colapso.

En el mundo de los hidrocarburos hay corporaciones estales importantes que también son vulnerables de perder en las crisis, pero estas cuentan, igualmente con una mayor resistencia y muchas no están involucradas en la especulación bursátil por lo que no tienen que mantener expectativas en ese mundo de parásitos. Para las corporaciones privadas hay cuatro vías para enfrentar una crisis; la primera es eliminar puestos de trabajo, otra es limitar el capital de inversión en la producción y en futuros proyectos, otra forma es rebajar el pago de dividendos de sus acciones o títulos y finalmente siempre queda la opción de vender algunos activos y valores.

En el año que pasó las grandes corporaciones multinacionales del petróleo redujeron levemente los puestos de trabajo, redujeron también los gastos de capital –en especial en cuanto a nuevos proyectos, pero no en la producción. Muchas de ellas sostuvieron su nivel de dividendos por lo que sus accionistas pasaron el año sin ser afectados por la crisis, algo que según los últimos análisis y sucesos está cambiando. Algunas corporaciones multinacionales, como la Canadian Oil Sand que opera en las arenas bituminosas en Alberta (Canadá), o la canadiense Penn West Petroleum Ltd., han comenzado a reducir sus dividendos. Esta última anunció una reducción de capital en la inversión y la reducción de su fuerza laboral en un 35 por ciento. Transoceans Ltd, una de las más grandes operadoras mundiales de plataformas costa afuera, redujo drásticamente el pago de sus dividendos cuando perdió dos tercios de su valor; hay que considerar que este tipo de explotación petrolera tiene un alto costo por lo que enfrentará grandes desafíos.

Algunas corporaciones, sin embargo, han incluso aumentado su pago de dividendos a pesar de lo que significa en términos de riesgo; Suncor Energy, la más grande compañía canadiense en esta área energética ha implementado esta política. Otras gigantes del área de los servicios técnicos de esta industria, como la Schlumberger NV y la Halliburton, cruciales en la explotación de hidrocarburos de esquistos bituminoso en los Estados Unidos usando fractura hidráulica, han extendido créditos pagaderos a futuro a sus clientes al tiempo que ellas mismas se financian con créditos bancarios a muy bajo interés. Estos créditos a futuro se calculan pagaderos cuando el precio del crudo se recupere. De esta manera se ha mantenido la producción del hidrocarburo de esquisto (que tiene un costo más elevado y está asociado a una gran preocupación del daño que ocasiona al medio ambiente). De todas maneras, en los meses venideros será imposible detener la eliminación de puestos de trabajo, la baja de pagos de dividendos y la depreciación del valor de acciones en esta área, todo acompañado de la desaceleración de la economía mundial o peor aún de una recesión mundial.

En Canadá, donde la industria de los hidrocarburos recibe subsidios (de los canadienses) por más de 1.300 millones de dólares al año, la industria no está libre de crisis porque aunque este nivel de subsidios es elevado no alcanza a contra restar las pérdidas de las corporaciones medianas y más pequeñas en esta área. Estas, aunque han reducido sus gastos usando las cuatro vías antes mencionadas, igual han sido severamente afectadas; de hecho las compañías de prospección y de servicios técnicos ya han cortado 35.000 puestos de trabajos según la CAPP (Canadian Association of Petroleum Producers). Muchas productoras para seguir funcionando, usan créditos de instituciones financieras con el aval de que los precios del crudo se espera se recuperen en un plazo mediano, pero la realidad muestra lo contrario ya que los precios de los diferentes crudos han bajado aun más y no se atisban señales de recuperación significativas por un largo tiempo.

En la provincia de Alberta, donde se produce el 90 por ciento del petróleo canadiense, muchas corporaciones medianas involucradas especialmente en la explotación de las arenas bituminosas usando el sistema SAGD (inyectando vapor y bombeando el hidrocarburo bituminoso hacia la superficie) mantiene desde hace años deudas mucho más altas que sus ganancias. Es que en su afán de participar en él auge de la pasada década no han cejado de endeudarse y, en una crisis como esta, tienen limitadas chances de supervivencia. Hay que considerar, que los costos con el sistema SAGD no son homogéneos por lo que muchas explotaciones petroleras requieren un precio del crudo WTI mínimo de 43 dólares el barril. Consecuencia de lo anterior, muchas de estas corporaciones han perdido su acceso al crédito y han caído en la bancarrota al no poder continuar operando.

La industria del petróleo y del gas es una de las que requiere más capital para su desarrollo. En esta crisis la industria ha cortado a su operación y proyectos, mundialmente, 180 mil millones de dólares de capital. Se espera que el próximo año haya otra reducción de entre el 5 y el 15 por ciento más, dependiendo del precio del crudo, esta información es de la consultora noruega Rystad Energy. De entre los grandes productores de petróleo, Rusia y Canadá, pagan más costos de operación debido a que sus monedas están devaluadas frente al dólar estadounidense. Esto no ha impedido que estos dos países productores, a los que se suman Estados Unidos e Irak, aumentaran su producción el pasado año, pero no hay duda que la producción mundial de más de 85 millones de barriles diarios no se consume, por lo que el precio del petróleo seguirá deprimido. Quizás ese sea el límite de la oferta, aunque es posible que el aumento de la producción y exportación de Venezuela e Irán (aumento que significaría cerca de un millón de barriles diarios -más o menos el 1 por ciento de la producción mundial) no tenga impacto en los precios porque la producción mundial es variable día a día. Puede que si tenga impacto especulativo y noticioso.

Para Canadá, como para otros países dependientes de la exportación de minerales y materias primas, que según Bloomberg Commodity Index han bajado el 29 por ciento desde agosto del 2014, es de esperar un periodo recesivo económico, que ahora con la baja del petróleo hace más grave la situación para los gobiernos y para toda la economía, especialmente en las regiones mismas de explotación de hidrocarburos como la provincia de Alberta. Cuando hace un año comenzó la caída del precio del petróleo, la falsimedia en Canadá y Estados Unidos exageró el beneficio que esta caída traería al consumidor –abaratando el precio del combustible; la realidad ha sido otra pues al tiempo que el crudo bajaba de precio el 60 por ciento la gasolina solo llegó a bajar un máximo del 30 por ciento; este verano que según dicen aumentó el consumo de gasolina en Norteamérica, su precio es apenas un 10 por ciento menos que antes de la crisis de la caída del precio del petróleo. Esto, obviamente, no ha sido un beneficio para el consumidor, pues no existen regulaciones del precio del combustible, pero sí ha beneficiado a las refinerías productoras de combustible, muchas de ellas pertenecientes a las grandes corporaciones que también comercializan gasolina y diesel.

Hay una realidad con respecto a toda la industria de hidrocarburos y de combustibles fósiles en general, el producto de esta industria es imprescindible en el mundo, no podemos imaginarnos sin petróleo y sin gas natural ya que la humanidad reemplazó hace mucho tiempo a otros medios energéticos del pasado como una buena parte del carbón, la leña y el trabajo de los esclavos. Los hidrocarburos no solo son un medio de energía, también sus productos químicos han remplazado parte del metal, la madera, el algodón, la lana etc., en todo lo que usamos diariamente. Puede la industria de cosméticos, del cine y la televisión, de las alhajas, de ornamentos y decoración o del turismo, desaparecer mañana y no causaría ningún desastre al mundo, pero si pasara eso con la industria de los hidrocarburos simplemente sería caótico, aunque existan medios alternativos de energía estos son pequeños y su producción energética es mínima en la mayoría de sociedades.

La crisis de los precios deprimidos del petróleo y del gas natural, puede ser una situación de unos pocos años, pero el futuro de la existencia de esta energía no tiene nada que ver con esta situación mercantil que puede ser eventual, ya que todos los hidrocarburos van en declive aunque se hace mucho alarde de los crudos no convencionales que se explotan hoy día, como el de las arenas bituminosas, el de esquisto o el extraído en el mar, con todo el daño al medio ambiente que significa estas explotaciones, no reemplazan al petróleo convencional en un acentuado agotamiento. Los países, las organizaciones mundiales como las ONU, los gobiernos y las élites de poder ya que son incapaces de crear otros modelos y proyectos de vida, tampoco tienen la intención de establecer una política racional del petróleo y del gas natural y de todos los demás recursos naturales, para darse tiempo en el futuro de buscar seriamente alternativas, por el contrario en las últimas décadas se ha permitido saquear y explotar de una forma irracional, demencial e irresponsable todos los recursos vitales, no solo para el modelo de vida que tenemos sino para la existencia misma del futuro de la humanidad.