Dilma dijo que para derribar a un presidente se necesita explicar el porqué y habló de las campañas sucias sembradas en las redes sociales. El domingo, el PSDB oficializó su opción programática por la destitución del gobierno.
Llamemos a las cosas por su nombre, dijo ayer Dilma y habló extensamente, por primera vez, del golpismo al que prometió enfrentar “con uñas y dientes”. Fue en una entrevista publicada el martes de una semana política iniciada tempranamente el domingo durante la convención en la cual el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) oficializó su opción programática por la destitución del gobierno elegido en el ballottage del 26 de octubre del año pasado. Aécio Neves, vencido por Dilma en esos comicios, y el ex mandatario Fernando Henrique Cardoso coincidieron, a pesar de diferencias parciales, en la estrategia del golpe institucional, comparable con el que acabó con el mandato del presidente paraguayo Fernando Lugo. Detalle: el PSDB justificó en 2012 la caída de Lugo y 3 años antes la de Manuel Zelaya en Honduras.
“Yo no voy a caer, no caeré…no esperen que me ponga nerviosa, no me atemorizan” con la prédica a favor del impeachment (juicio político) reivindicada por “una cierta oposición un tanto golpista. ¿Por qué yo no voy a terminar el mandato? Para derribar a un presidente se necesita explicar el por qué”, sentenció Dilma en el reportaje donde también habló de las campañas sucias sembradas en las redes sociales.
“El otro día postearon que yo había intentado suicidarme, que estaba traumatizadísima. No apuesten a eso. Yo viví algo cien mil veces peor cuando fui presa y torturada (durante la dictadura). Si no quise suicidarme cuando querían matarme, ¿por que habría de hacerlo ahora?…Decir eso es absolutamente desproporcionado, eso no va conmigo….No quieran comparar a la actual disputa política con la tortura. Esto es parte de una lucha para construir (un modelo) de país.”
Durante la extensa entrevista concedida a Folha de S. Paulo Dilma abordó cada uno de los engranajes del golpe en gestación. Se refirió incluso a la pata judicial, encarnada en un juez de provincia evidentemente aliado a la oposición, quien sustancia de forma parcial el proceso de corrupción en Petrobras.
En el contenido y la forma de las respuestas de Dilma se advierte la decisión política de irle al toro: o se aplasta a la conspiración o será difícil que este cuarto gobierno del PT concluya su mandato el 31 de diciembre de 2018.
Desde las tiendas petistas hubo apoyo a las respuestas de Dilma. “La presidenta hizo lo correcto porque la situación es grave, ella finalmente apareció después de mucho tiempo, volvió a ser la Dilma del corazón valiente (lema de la campaña electoral) dispuesta a dar la pelea” la respaldó ayer Lindbergh Farias.
El senador carioca Farias impulsa, junto a sectores del PT, la formación de un frente amplio con partidos de izquierda y movimientos sociales para contener la avanzada destituyente.
El golpe de Freud
En la oposición conviven grupos disímiles que van desde neoliberales representativos de las clases medias y altas, como Aécio Neves, hasta evangélicos con base electoral en las favelas donde predican la identificación de Dilma con la homosexualidad y lucifer. De momento, el socialdemócrata liberal Neves; el evangélico Eduardo Cunha, jefe de Diputados, y el titular del Senado, Renán Calheiros, suman fuerzas para tornar inviable al gobierno y generar las condiciones del impeachment.
Más allá del poder de fuego de esos dirigentes, a los que se suma el socialdemócrata José Serra, lo cierto es que entre ellos hay disputas fratricidas y plazos diferentes.
Serra sigue anhelando ser presidente, luego de dos derrotas ante el PT en 2002 y 2010, pero desconfía de una salida inmediata y prefiere “hacer sangrar” lentamente a Dilma y al partido gobernante.
Los plazos de Serra son distintos a los de su enemigo y correligionario Neves, comprometido con el “impeachment ya” que le permitiría competir en imaginadas elecciones anticipadas. El ímpetu de Neves por llegar al Planalto suele traicionarlo, como ocurrió esta semana cuando en un acto fallido dijo que la “convención del PSDB me reeligió este domingo como presidente de la república”. En realidad fue reelegido como jefe del PSDB y como tal ya convocó a una nueva marcha golpista, que espera sea tan concurrida como las de marzo y abril pasados, para el próximo 16 de agosto.
Durante la tarde de ayer la entrevista de Dilma fue motivo de polémicas en el Congreso donde petistas y socialdemócratas cruzaron lanzas. “Lo que está haciendo el PSDB en complicidad con la prensa, que se autodenomina como partido político, es criminalizar al PT y al gobierno. Eso se llama golpe”, gritó en el recinto el senador Humberto Costa, jefe del bloque oficialista donde se percibía un espíritu de lucha renovado.
Mientras tanto, importantes dirigentes del PT realizaban en Brasilia un encuentro con el PC Chino en el que se debatía la importancia de construir un mundo multipolar y Dilma volaba hacia Rusia donde hoy se inician las deliberaciones de la VII Cumbre de Presidentes del Grupo Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
La realización de la gira europea, que incluye una escala en Italia, es una demostración de que pese a las bravatas opositoras al gobierno le resta bastante sustentabilidad política: si la crisis fuera tan grave, o terminal, como se la describe en los medios la presidenta no podría ausentarse del país hasta el domingo.
En la ciudad rusa de Ufá, Junto a Vladimir Putin y Xi Jinping, Dilma ajustará los últimos acuerdos para poner en funcionamiento el Nuevo Banco de Desarrollo lanzado durante la VI Cumbre realizada hace un año en Fortaleza, nordeste brasileño.