Un sistema capitalista agónico y en fase terminal que tiene que jugarse su última carta, porque arrinconado y sin nada en la caja fuerte y con valores del tesoro –de papel toilette— que no valen ni siquiera un dólar devaluado, trata de mutarse desesperadamente desde su fase de negación, para evitar lo inevitable; aún a costa de aliarse con el diablo, para impedir en ese estado extremo, su absoluta desaparición.
No es casual ni son meras especulaciones lo que vivió Chávez ¿magnicidio en ciernes o mera casualidad? en el piso 10 del hotel de Doha, a raíz de la reciente cumbre del Sur-Países Árabes en Qatar. El hecho es que por un cable auto portante y con una persona alojada en su soporte, viniendo desde la azotea, se apareció en la terraza de la habitación que ocupaba Chávez un fulano trabajador, que con señas y un poco desconcertado hizo saber que ese no era el piso… y luego de improviso fue izado de nuevo hasta la azotea. ¡Ojo Pela’o Chávez! Eso no es casualidad ni mucho menos un error fortuito…. Las casualidades no existen… Ya que para nadie es un secreto que todo obedece a un plan estructurado por los dueños del circo desde los grandes centros del poder mundial, y si no dejemos que lo que denunció Evo recientemente en la Cumbre del Alba, sobre su develado magnicidio, se quede en el cesto de la basura…
Chávez, los Estados Unidos –cual perfectos encantadores de serpientes del poder imperial en el mundo— no les importa un comino el comunismo, socialismo, marxismo, leninismo, marcianismo o lunismo… A ellos solo les importa cuánto tienes o cuánto posees, y basado en ello esos desalmados capitalistas te registran en los superordenadores o ‘Cosa Nostra’ del Gran Capital, te cuantifican por satélites tus reservas acuíferas, agroecológicas, energéticas o estratégicas, y una vez conseguido eso te ubican en el molde ‘vales por cuanto tienes’… Recuerda amigo presidente lo que advertía, allá por 1913, el presidente norteamericano Woodrow Wilson “es que nosotros no damos concesiones”.
Camarada presidente, una cosa es la cara y la sonrisa que te ponen por delante los manejadores de fantasías, sueños y ficciones, que además de ser genios en el arte de mentir y engañar, genios en el arte de predicar y no practicar lo que predican, y genios en el arte del mágico mundo del cine, modelos virtuales, internet, holgrafía, etc., y otra cosa es la realidad que se persigue desde sus perversos fines. Ya que desde el descubrimiento hasta nuestros días (a decir de Galeano), todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Vale decir, Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos.
No es nada sorprendente que con inusitada rapidez se venga abajo un sistema o modelo capitalista que más que un buen sistema –a decir de ellos— fue el tiempo el encargado de decir todo lo contrario… Y es quizás desde aquel refrán en que “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, bajo el cual se solazó el común del pueblo para sacudirse o quitarse de encima, una pava o nudo gordiano, que lo asfixió por más de 500 años.
En otro artículo publicado en aporrea.org dije que hay que andar con mucha cautela y prudencia porque el enemigo está herido y acorralado, y más con el omnímodo poder que en sus agónicas horcas caudinas, todavía detenta. A pesar del encantamiento del ahora nuevo titiritero encantador de serpientes-Mr. Obama, hay que estar siempre atento de los diabólicos movimientos que se facturan desde el Estado Corporativo Mundial manejados desde la CIA, FED, Pentágono y la White House. Porque aunque está agónico y en bancarrota, todavía se arrastra por inercia un modelo que es muy difícil que cambie de la noche a la mañana.
¡El imperio es imperio y no dará su brazo a torcer, a pesar de que este se encuentre en su fase terminal! Por tanto, hay que tener muy en cuenta lo que nos dice “Venas abiertas de América Latina” de Galeano: “Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos. En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se convirtieron en veneno”. ¡Más claro no canta un gallo…, camarada presidente!