Miguelangel Hernández
La izquierda Latinoamericana se encuentra actualmente en un periodo de retroceso, los gobiernos de centro izquierda que inauguraron el siglo XXI y renovaron las esperanzas de los sectores subalternos, quienes veían esfumarse las posibilidades de un cambio tras el esparcimiento de la doctrina neoliberal por el mundo entero -bajo el auspicio político y militar de los Estados Unidos-, comienzan a desgastarse corroídos por sus propias contradicciones, resultando en el posicionamiento de los grupos mas conservadores, inclusive, dentro del espacio político heterogéneo en que consiste su propia base de apoyo.
Esto puede evidenciarse en la lógica política que esta gobernando dichos procesos en la actualidad, desde la creación de las “Zonas Económicas Especiales” – Pequeños oasis neoliberales – en Venezuela, hasta la posible candidatura de un empresario -Scioli- por el peronismo en Argentina. Todo esto, genera un escenario bastante difícil para la izquierda, en tanto, mientras el descontento fortalece a la derecha, la necesidad de conservar los logros se traduce en la inacción por parte de los primeros, permitiendo que los segundos se presenten como la única alternativa de cara a los múltiples problemas que se han suscitado en lo referente a la acción de gobierno y la erosión institucional -fenómenos común en “las crisis orgánicas” que se vienen produciendo desde los años 80 en dichos países-.
Así las cosas, el surgimiento de nuevas circunstancias requiere repensar las tácticas implementadas hasta el momento, y para ello resulta enormemente útil la conceptualización que sobre el término hegemonía desarrolla Ernesto Laclau, como la forma en que una particularidad, que puede estar representada por algún sindicato, movimiento social, partido político, liderazgo o cualquier otro sujeto político que reclame una demanda corporativa insatisfecha, pasa a materializar la plenitud de la sociedad.
Ilustremos brevemente lo argumentado, la estructura social es indecidible, es decir, el campo social es heterogéneo y no existe un sujeto universal que pueda representarlo como conjunto a priori, de modo tal, que la conformación de un sujeto político que materialice esa plenitud inalcanzable solo es posible mediante una operación política, donde una demanda particular se vacíe tendencialmente de contenido hasta representar a la totalidad, sin perder en dicho proceso sus rasgos específicos.
Por ejemplo, la clase obrera no era particularmente numerosa en la Rusia Zarista, el sistema económico estaba enormemente atrasado en comparación con Europea occidental puesto que en un mismo espacio temporal convivían los residuos del esclavismo y el feudalismo, junto a un naciente capitalismo. Por ende, el éxito de los bolcheviques no se debió a una reacción racional de la superestructura frente al desarrollo de las fuerzas productivas, sino a la capacidad de los mismos de representar esa plenitud ausente en un país devastado por el hambre, la miseria y la guerra.
Todo esto nos devuelve a nuestro argumento principal, frente al proceso de retracción que se esta viviendo en Latinoamerica, la única posibilidad viable es la articulación de una izquierda autónoma que logre conformar un discurso capaz de volverse hegemónico. La mesa esta servida para una revolución conservadora en todo el continente, sin embargo, el miedo a perder los espacios conquistados solo ha generado un estado de quietismo, cuyos resultados han sido la burocratización, la cooptación de dirigentes y el fortalecimiento del enemigo.
En Venezuela ya comienzan a perfilarse distintos movimientos que si bien están dispuestos a prestar su apoyo electoral a determinados candidatos oficialista, exigen un viraje hacia la izquierda. Los mismos, han generado reacciones de todo tipo, desde el rechazo total bajo la etiqueta de traidores, hasta la renovación de la esperanza entre los sectores insatisfechos, sin embargo, el futuro es impredecible y en política todo es posible, habrá que esperar los resultados.
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