Las denuncias contra García Rubio, sacerdote de origen cubano, surgen de una investigación de los abogados de Miami, Staurt Mermelstein y Jessica Arbor.
Según los abogados, tanto el Vaticano y la Arquidiócesis de los cubanos de Miami conocían que García Rubio era una “amenaza” para los niños y sin embargo “no hicieron nada para advertir a sus feligreses”.
“Como el caso de abusos de los niños sordos en Wisconsin – dijo Mermelstein – la respuesta a las denuncias de abuso cometido por el padre García Rubio muestra un completo desprecio por la seguridad y el interés de los niños” por parte de las autoridades religiosas.
García Rubio comenzó su carrera pastoral en Estados Unidos destinado en Miami, a pedido de la Santa Sede a fines de la década del 70.
Sin embargo, los abogados aportaron documentación que demuestran que el nuncio Apostólico Vaticano en Estados Unidos, Luigi Raimondi, había enviado un dossier confidencial al arzobispo de Miami, Coleman Carroll, advirtiendo sobre “la mala conducta sexual” de García Rubio.
La advertencia de Raimondi indicaba que García Rubio “estuvo obligado a salir de Cuba a causa de su mala conducta sexual” y pedía al arzobispo de Miami que hiciera “todo lo posible para proteger a este sacerdote, con su amor paternal de siempre”.
La Arquidiócesis de Miami en 2004 accedió a pagar 3,4 millones de dólares en compensación a las víctimas de sacerdotes pedófilos como García Rubio, para evitar juicios.