El tiempo no pasa para él

 

Enrique Sacristán-Sinc

 

18-04-15.- El 18 de abril de 1955, justo hace ahora 60 años, murió Albert Einstein, el científico más popular del siglo XX. El aniversario coincide este año con el centenario de su teoría de la relatividad general, que presentó en 1915 ante la Academia Prusiana de las Ciencias. Tres físicos españoles valoran para Sinc la figura de este genio y su famosa teoría, que cambió para siempre nuestra visión del espacio, el tiempo y el universo.

 

“Es de mal gusto prolongar artificialmente la vida. He hecho mi parte, es hora de irse. Lo haré con elegancia”. Con estas palabras Albert Einstein (Ulm, Alemania-1879, Nueva Yersey, EE UU-1955) rechazó una nueva cirugía en el hospital de Princeton tras la rotura de aneurisma de aorta abdominal que había sufrido el 16 de abril de 1955.

Dos días después murió a la edad de 76 años. De acuerdo a sus deseos y en la intimidad, su cuerpo enseguida fue incinerado y las cenizas arrojadas al río Delaware. Solo su cerebro ha permanecido a lo largo de las décadas por la sustracción que hizo el patólogo del hospital durante la autopsia. Confiaba en que algún día la mente del genio de la física pudiera desvelar sus secretos.

Pero Einstein dejó su legado como hacen los científicos: publicando sus trabajos. Su Annus Mirabilis fue 1905, cuando presentó cuatro artículos fundamentales. Uno sobre el efecto fotoeléctrico le valió el Premio Nobel de Física en 1921, otro trataba sobre el movimiento browiano de las partículas –esencial para entender el átomo– y un tercero planteó su famosa fórmula E=mc2, indicando que la energía de un cuerpo es igual a su masa por la velocidad de la luz al cuadrado.

El cuarto artículo versaba sobre la electródinámica de cuerpos en movimiento, donde ya establece que la velocidad de la luz es constante y presenta la ‘teoría de la relatividad especial’, cuyos cálculos se plantearon en ausencia de fuerzas gravitatorias.

Una década más tarde, en 1915, Einstein presentó ante la Academia Prusiana de las Ciencias la ‘teoría de la relatividad general’, en la que ya tiene en cuenta los efectos de la gravedad. Esta teoría, cuyo centenario celebramos este año, supuso toda una revolución para la ciencia, revelando que el espacio y el tiempo –que no transcurre igual en todas partes– están entrelazados y se pueden deformar. El avance ha deslumbrado desde entonces a los físicos.

 

El chiste favorito de Einstein

 

Frank Wilczek, premio Nobel de Física en 2004, suele contar lo que él llama ‘el chiste favorito de Einstein’. Tiene buenas razones para estar bien informado al respecto, dado que vivió en la propia casa del genio judío cuando trabajó en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, EE UU. El chiste cuenta que una persona tiene un problema en su coche, un ruido persistente que nadie ha podido resolver. Se lo comenta a un amigo, diciéndole que ya ha pasado por decenas de talleres y nadie ha dado en el clavo. Este le dice que conoce a un mecánico excepcional y le aconseja visitarlo.

El mecánico recomendado enciende el coche, lo escucha un rato y piensa en silencio. Finalmente, gira de manera casi imperceptible una tuerca con una llave inglesa y dice: «Ya está». En efecto, el ruido ha desaparecido. De la sorpresa inicial, el cliente pasa rápidamente al estupor cuando el mecánico le indica que le debe 1.000 dólares por el trabajo. «¡Pero si no hizo prácticamente nada! ¡exijo una factura pormenorizada!». El mecánico, impasible, desglosa la factura con dos conceptos. Uno, girar una tuerca del motor: 1 dolar. Dos, saber qué tuerca hay que girar: 999 dólares.