Miguel E. Canosa

 

Con el destape de la olla de los servicios de inteligencia argentinos que provocara la muerte del fiscal de la causa AMIA, Alberto Nisman, se supo que además de los más de 1000 (mil) «trabajadores de la inteligencia» que conforman la planta permanente de la estructura burocrática de los «Servicios de Información», existen 3000 agentes inorgánicos o encubiertos.

 

Esta revelación que surge a partir del caso matiene en vilo a la sociedad argentina, pone en evidencia la podredumbre de los servicios de seguridad e inteligencia en el país y explica además la catarata de causas judiciales iniciadas contra funcionarios del gobierno, incluida la presidenta Cristina Fernández, quien, ante tanto estropicio, decidió desplazar a una parte (los que vendieron la información a los jueces, fiscales y periodistas, la CIA y el Mossad) de los agentes de inteligencia orgánicos que ya no respondían al poder formal.

 

Ante tal estado de cosas, y luego de 11 años de convivir con la carroña que se sospecha ha ocasionado varias muertes, el gobierno envió entonces un proyecto de ley de creación de la Agencia Federal de Información AFI, para reorganizar las actividades de captura, análisis y gestión de la información sensible para un buen desempeño de cualquier gobierno democrático que posee enemigos poderosos dentro y fuera del país, y que con las nuevas tecnologías están generando un feroz daño al gobierno kirchnerista a pocos meses de las elecciones presidenciales.

 

La guerra de espías desatada con colaboración de servicios de inteligencia extranjeros está produciendo una serie de eventos coordinados en maniobra de pinzas que va escalando en magnitud y va generando las condiciones propicias para el desarrollo de un «push» o zozobra política que permita a las fuerzas que lo impulsan acorralar al gobierno y forzar su salida.

 

Seguramente esos 3000 agentes secretos inorgánicos que nadie sabe donde están, que función concreta realizan y sobre todo para quien trabajan son una de las causas de la actual situación por la que atraviesa la realidad argentina en una nueva fase de violencia política que depara nuevos eventos inesperados en la guerra psicológica que se desarrolla desde los medios de comunicación privados con el guión y asesoramiento de la CIA y sus agentes locales.

 

Es necesario abrir toda la información que sea necesaria para enfrentar a estas mafias mercenarias que asolan a la población civil por televisión intentando generar un clima de  angustia, pesadumbre y malestar psiquico a quienes desean vivir sus días en paz y felicidad pese a los agoreros y agitadores a sueldo en un país que ha sido saqueado por el pago de la deuda exerna, la remisión de ganancias, la fuga de capitales, los sobreprecios, la corrupción y la traición a la Patria.