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22-01-15.- El referente de Quebracho, Fernando Esteche, rechazó las acusaciones en su contra por la investigación del atentado en la AMIA. Además denunció que la muerte del fiscal Nisman es producto de “las mafias enquistadas” en el poder.

 

Por el supuesto encubrimiento de la participación de Irán en el atentado perpetrado a la mutual judía AMIA en el año 1994, el pasado 14 de enero el fiscal Alberto Nisman pidió llamar a declaración indagatoria a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, al canciller Héctor Timerman, al dirigente Luis D’Elía, el diputado Andrés Larroque, y al referente de Quebracho Fernando Esteche.

En una entrevista realizada por los periodistas Mauricio Polchi y Santiago Rodríguez en el programa La Patria Transpirada (AM 750), Esteche rechazó las acusaciones en su contra afirmando que esta causa es un gran “disparate” y reclamó que “además de hacer preguntas en facebook”, la presidenta “también debe dar respuestas”. Reconoció también ser “amigo” de Jorge Yussuf Khalil, dirigente de la comunidad islámica en la Argentina, y desacreditó cualquier vínculo de éste con el terrorismo internacional.

¿Te sorprendió aparecer involucrado en una denuncia de tamaña magnitud?

Fue una gran sorpresa por los personajes involucrados y por mi presencia. La denuncia se trata de un gran disparate, de una elucubración, inconsistente. Lo preocupante, más allá de la denuncia, es lo que ha sucedido. Un día un fiscal denuncia, a los dos días aparece muerto. Es un ataque a la Argentina. Más que hacer preguntas por facebook, más que preguntar quién está detrás de esto, quién es capaz de hacerlo habría que dar respuestas. Más allá de elementos probatorios, que nos den las respuestas, aunque sean como valoraciones políticas. Hace menos de un año, Cristina decía en Naciones Unidas que si pasaba había que mirar al norte. Entonces, que nos den explicaciones porque acá se está atacando, no al gobierno como creen algunos, sino que están atacando y condicionando la producción política e histórica de la Argentina actual y de los próximos tiempos.

Hay una mafia enquistada en la Argentina. Ya tenemos al hijo de un presidente que fue derribado en su helicóptero, un empresario que aparece ahorcado con un artículo de un diario en la boca. No tenemos que ver lo chiquito, hay sacar la mirada de lo doméstico y ver lo más grande y quiénes son los intereses que se benefician con esto, porque hay un contexto internacional más que interesante.

¿Por dónde empezarías a dar respuesta a esos interrogantes que planteás?

Hay una estructura mafiosa que tiene que ver con personajes como Stiusso, que ahora nadie sabe dónde está y que nadie lo llama a declarar y a dar explicaciones. Hay tercerizaciones en la lógica militarista en el mundo, como el complejo militar-industrial norteamericano asociado a Israel, que no es la lógica pública u oficial del gobierno norteamericano. Pero sí hay una lógica desde la dinámica interna automatizada. El libro de Santiago O’Donell (Argenliks) lo dice muy bien: la hipótesis sobre lo de la AMIA la imponen los norteamericanos. De la misma manera, alguien impone esta denuncia, que es un mamarracho, y le imponen a Nisman su propio destino como hombre. Es una misma maniobra, con la denuncia y esta muerte dudosa. El daño ya se hizo por más que después la denuncia se vuelva inconsistente. La amenaza, la cosa mafiosa de “mirá lo que podemos hacer”, y eso condiciona la producción histórica de Argentina.

En la denuncia de Nisman se te involucra por tus llamados telefónicos a Khalil…

Sí, es mi amigo personal, es compañero y amigo. Es dirigente de la comunidad islámica en la Argentina, es descendiente de libaneses y un importante dirigente comunitario. Es hincha de All Boys, amigo mío y hablo asiduamente con él.

¿Descartás cualquier posibilidad de que haya tramado el encubrimiento?

Lo descarto, por capitales políticos y sociales, por capacidad de despliegue, porque no tiene relación con el gobierno nacional y porque no es más ni menos que un dirigente comunitario religioso.

¿Te sorprende que digan que es un agente de la inteligencia iraní?

Eso es un disparate absoluto. No me sorprende en el sentido de que en este país cualquiera dice cualquier cosa y una vez que lo dice ya parece verdad. Acá siempre se revierte la carga de la prueba, por cómo se producen las narrativas dominantes y por cómo se produce lo judicial. Seguramente la elucubraciones de Nisman están sustentadas, y esto lo descuento, sobre alguna jactancia en una conversación telefónica de uno u otro personaje. Cualquiera que conozca el paño de lo político puede darse cuenta de que se trata sólo de jactancias y no de revelaciones reales.

¿Cuál es tu relación con el diputado Larroque?

Ninguna, absolutamente ninguna. Tengo relación con muchos diputados, como muchos dirigentes políticos, pero especialmente con Larroque no tengo ninguna.

¿No hablás con él?

No. En abril del 2002 lo vi en una reunión con muchas organizaciones políticas. Intentamos como organización comunicarnos con los dirigentes de La Cámpora hace dos o tres años para ver por qué se nos perseguía, porque era inminente que íbamos a ir presos, pero no tuvimos respuestas. Me consta que Khalil tampoco tiene ninguna relación con Larroque.

¿Cuál es tu posición en cuanto a la investigación del atentado a la AMIA y la insistencia de Nisman de apuntar hacia Irán?

Es la indignación y la impotencia que creo tienen que tener la mayoría de los argentinos que buscan la verdad. El libro de O’Donell creo que es contundente en eso. Hay una hipótesis de investigación que fue impuesta y que en todos estos años lo único que se hizo fue alejarnos de la verdad, con insistencia en la imputación a los iraníes. No lo digo yo, lo han dicho (Gabriel) Levinas, (Jorge) Lanata y yo no soy devoto de ellos… En su libro, O’Donell lo manifiesta claramente: la sujeción y el subordinamiento que tenía Nisman con la embajada norteamericana. Son cosas que han sido publicadas y que nadie ha cuestionado.

¿Conocías a Ramón Alan Bogado?

Con ese nombre no. Yo estuve con Khalil, con (Luis) D’Elia y teníamos relaciones con Cristian, porque era el hombre que puso el oficialismo para darnos la explicación de por qué se nos estaba persiguiendo antes de ir presos La explicación del gobierno fue ninguna.

¿Y uno de ellos era Bogado?

Seguramente uno de ellos era él.

¿Te sorprende esto?

No, en el mundo de la política estas cosas van y vienen. Sí me sorprende la denuncia. Me parece que es un operador político, por eso te digo que hay mucho de jactancia acá.

¿Operador político de quién? ¿Quién los pone en contacto con él?

En su momento, la Jefatura de Gabinete, era la época de Abal Medina.

¿A Héctor Yrimia lo conocés?

No lo conozco. Un periodista me dijo que Yrimia estuvo alguna vez como juez en una causa nuestra por un piquete. Pero no sé quiénes. Dicen (en la investigación) que yo digo que tienen que hablar con Yrimia porque es el tipo que sabe de la AMIA, de eso me entero ahora.

¿Cómo estás viendo el trabajo de la fiscal?

No puedo hacer una valoración de eso, pero sí me sorprende la muerte de Nisman más allá de que sea suicidio, inducción o asesinato. Creo que como está el Poder Judicial en la Argentina, se puede construir cualquier prueba. Estoy muy descreído del Poder Judicial, lo digo por experiencia propia.

¿Ponés en duda la hipótesis del suicidio?

No sé, pero esto no me cabe duda de que es parte de la misma maniobra. Si se suicidó o lo mataron es exactamente lo mismo. Es el segundo capítulo de la misma maniobra. Primero fue instalar la denuncia y después la muerte de Nisman. Ese daño ya se produjo acá. El tipo que denunció a la presidenta de la Nación apareció muerto dos días después. La mafia ya dio la señal diciendo: “podemos hacer esto”. Si queremos meternos en discusiones de lo doméstico, si fue una maniobra de Massa o de Magneto, si es una pelea de Stiusso con alguna gente, esas son cosas que terminan banalizando la realidad. Y la realidad son las preguntas que se hace la presidenta en su carta pública. Hay que dar esas respuestas para ver quién nos está atacando, no al gobierno, sino al conjunto de los argentinos.