Comprar comida y medicinas resulta una práctica normal. Sólo que hoy al tener que hacer colas obliga a reflexionar nuestros saberes y prácticas en el ámbito nutricional y de la salud.

En el ámbito nutricional los venezolanos no sabemos alimentarnos bien. Alienados por estilos de vida foráneos muchas mujeres y hombres viene asumiendo pasivamente dietas con el fin de «mantenerse en forma», para adelgazar. Otros, desechando costumbres de nuestros antepasados prefieren asumir la tendencia vegetariana (consumir productos verdes y no carnes) y la más reciente es la vegana (no consumir ni siquiera productos derivados de los animales, los lácteos, los huevos, entre otros). Ahora existen otros que prefieren consumir productos enlatados, refrescos, chucherías, de marcas reconocidas que se venden en los grandes supermercados, generalmente importados. Tenemos los consumidores de alimentos clasificados como chatarra que se encuentran en establecimientos de comida rápida de origen extranjero que además de alto costo son bajos de nutrientes, y también aquellos que prefieren frituras provenientes de los vendedores de la calle, muchas veces sin permiso sanitario. Sin incluir entre estos, pero que es necesario también reflejar a los consumidores de drogas, de licores y de cigarrillos que vienen a poner la guinda en enfermedades graves que afectan a las familias y la economía de un país. Respeto los gustos de cada quien y el poder adquisitivo de cada persona, familia y grupo socioeconómico pero no se puede pretender estar debidamente nutrido y con salud cuando no nos alimentamos bien. De esto resultan muchas dolencias y enfermedades leves y crónicas como el cáncer. Tanto que disminuyen las capacidades y los refuerzos hasta para aguantar una gripe que resulta para muchos hasta mortal.

Todos los venezolanos y extranjeros que viven en el país, ya sea como habitantes o ciudadanos debemos considerar esto un problema de dominio público pues el sistema de salud y el farmacéutico hacen fiesta y se aprovechan de esto, al aumentar la demanda de sus servicios tanto del sector público y del privado. Obliga al Estado invertir más dinero, mas estructuras y por tanto, a mas recursos humanos que hagan frente a tantos enfermos que hay entre nuestra población (infantil, juvenil, adulta y de la tercera edad) como producto de la mala alimentación, y por otra parte, todas las medicinas que hay que adquirir a las trasnacionales farmacéuticas, que hacen y deshacen con nuestros ingresos, en la que no sabemos qué hacer: Comprar comida o comprar las medicinas que el médico, para colmo dijo que era de por vida.

¿Qué hacer? Es necesario invertir en la promoción de vida saludable a través de los medios de comunicación social (de modo sistemático y permanente), para que tomemos decisiones ya sea como individuos, como grupo etario, como ciudadanos orientadas al cuidado consciente y permanente del cuerpo, pues esta es una forma de respetarnos y de valorarnos como seres humanos.

Un Estado y una familia como instituciones no pueden darse el lujo de enfermos por la ausencia de responsabilidad de sus propios miembros. No se está formando para el cuidado del cuerpo sano, fuerte, pleno, productivo y sobre todo orientado a la autosanación.

Basta ver el fenómeno que se está dando en Venezuela como es el exceso de peso, de fondo es mala alimentación, como también procesos de ansiedad en la que se busca compensar con el exceso de dulces y harinas. (Basta recordar la mala costumbre de muchos padres para que sus niños se tranquilicen o «los dejen quietos» se le ofrece caramelos y así «los contentamos». Ya grandes lo hacemos hacia nosotros mismos.) Lamentablemente hemos enseñado y aprendido mal y repetimos los errores de generación en generación.

El Estado y sus instituciones, así como los ciudadanos tenemos que asumir nuestros errores o lo que hemos dejado de hacer al no considerarlo tan importante. Pero lo obvio resulta imperceptible para muchos por considerarlo intrascendente pero resulta ser el camino para hacer los cambios verdaderos y profundos. Comenzar por nosotros mismos. Comenzar por cuerpos sanos, nutridos, inteligentes y sabios y tendremos espacios saludables y para un buen vivir.

Necesitamos un Ministerio del «Poder Popular» de la Salud e Institución de Nutrición que trabajen en conjunto y no cada una por su lado y peor compitiendo como si una es más importante que la otra. Necesitamos instituciones sanas para que den salud y promocionen la vida, la nutrición de nuestros pueblos y se conviertan en maestros de la vida de nuestros pueblos. Y junto a estas instituciones invitar a los medios y agencias de publicidad que se unan en campañas que promocionen estos valores y acciones de un buen vivir. Y como pueblo, exigir al Estado que niegue la venta de productos alimenticios que vayan en contra de los venezolanos y boicotear aquellos productos que son malos para nuestra salud, simplemente no comprándolos y difundiendo entre sus familiares, vecinos y amigos lo nocivo que son.

No podemos eludir esta tarea, si tenemos colas es para aprender algo que aún no hemos aprendido y se nos repetirá la lección hasta tanto no la aprendamos. Por ahora hacer las colas será un espacio de enseñanza, una gran aula donde todos podemos aprender de nosotros mismos.