«Únicamente con el dominio absoluto de sus finanzas un país es soberano (…) la revolución comienza en las finanzas». Salvador Ferla

En el artículo queremos resaltar dos cuestiones. Primero: que el origen de la deuda externa no es una cuestión meramente económica, sino que es ante todo, un problema eminentemente político. Segundo: el endeudamiento es utilizado por las potencias occidentales como un instrumento de colonialismo y de dominación.

Los países sin una política nacional profundizan los ciclos de endeudamiento y sus economías son eternamente subdesarrolladas

En la Republica Argentina los gobiernos que impulsaron una política nacional independiente, desendeudaron al país en paralelo a que lo desarrollaron. Fue el ciclo político de Juan Domingo Perón el que inició una política nacional de recuperación de los principales resortes de nuestra soberanía y demostró con ello, la potencialidad del país para desarrollarse con sus propios recursos. Néstor y Cristina Kirchner continuaron algunas de sus políticas y Argentina protagonizó una etapa de importante crecimiento sin el apoyo de organismos como el FMI.

Por el contrario, los proyectos liberales y dependientes endeudaron a los argentinos y como resultado de su gestión, no se produjeron aportes considerables al desarrollo nacional. Un caso que expresa lo dicho, es el ciclo neoliberal que condujeron Carlos Menem y Fernando De La Rua. En el año 1989 la deuda externa era de 63.000 millones de dólares y en el año 2001 aumentó a 142.000 millones. Mientras tanto, el Estado vendió las empresas públicas, privatizó buena parte del patrimonio nacional y la sociedad protagonizó al año 2002 un deterioro social dramático, alcanzando cifras de desempleo del 24%, de indigencia del 27% y de pobreza del 54 %.

En el siglo XX la cuestión de la deuda externa adquiere relevancia a partir del golpe de Estado del año 1955. Éste último año la deuda era de 500 millones de dólares, en 1976 subió a 8.000 millones y en 1989 alcanzó la cifra de 63.000 millones. La dictadura cívico militar que derrocó a Perón trajo consigo el abandono de una política nacional y ello determinó la pérdida de soberanía financiera, judicial, política y cultural.

Soberanía financiera.

La revolución justicialista iniciada en 1945 nacionalizó los depósitos bancarios y el comercio exterior. Ambas medidas le daban al Estado soberanía financiera y altos niveles de autonomía frente al sistema financiero internacional. Completó el esquema la nacionalización del Banco Central, que generó las condiciones para poner el ahorro nacional y la política financiera al servicio de los planes de la revolución (primer y segundo Plan Quinquenal).

Luego del golpe militar de 1955 el Banco Central adquirió «autonomía», cuestión que en los hechos implicó que lo controlen los grupos económicos trasnacionales. Algo similar ocurrió con la desnacionalización de los depósitos bancarios, que favoreció el manejo del sistema por parte de los especuladores. Los bancos privados trasnacionales fueron ganando mercados, captando y acaparando el ahorro nacional. Actualmente incluso, los depósitos del pago de deuda son efectuados en instituciones del extranjero. Luego de 1955 el comercio exterior quedó en manos de oligopolios y de empresas extranjeras y el Estado perdió un instrumento estratégico de adquisición de divisas.

Desde el año 1955 el país dejó de apostar al ahorro nacional como fuente primaria de financiamiento, para ingresar al Fondo Monetario Internacional (FMI) o al Club de París. El capital extranjero dejó de estar subordinado al interés nacional y obtuvo importantes beneficios para la exportación de remesas y para el manejo de la política económica.

Soberanía judicial.

Luego de derrocado Perón, el Estado argentino fue delegando soberanía política, económica, científica, cultural y tema importante, a partir del año 1958 el país incluyó a los tribunales extranjeros como ámbitos para la negociación de diferendos. A partir de acá, la Argentina delegó soberanía judicial e inició un camino que décadas después nos incluyó en el CIADI y que actualmente permite a los tribunales de Ney York y a la justicia de los Estados Unidos, favorecer al imperialismo financiero (fondos buitres).

Con el CIADI los Estados Unidos están promoviendo una judicialización mundial de los diferendos, permitiendo a sus corporaciones ubicarse por sobre los intereses de los Estados.

Soberanía política y cultural.

Desde el año 1955 y cuestión que profundizaron la dictadura de 1976 y Carlos Menem, el Estado Argentino es manejado por corporaciones locales y extranjeras. Estos mismos grupos económicos controlan los instrumentos de formación de opinión pública y ocupan lugares importantes en las universidades y centros de estudio.

Como resultado de la pérdida de soberanía, representantes directos del establishment dominaron lugares de responsabilidad decisiva en las acciones de gobierno. La intervención de éstos intelectuales al servicio del extranjero, permitió que se generen estafas de la talla del Mega-canje de De La Rua, que aumentó la deuda externa en más de 50.000 millones de dólares. La propuesta original fue de David Mulford y la impulsó activamente Domingo Cavallo en su condición de Ministro de Economía.

Organismos como el FMI o el Banco Mundial adquirieron potestades importantes en la planificación de las políticas públicas de la Argentina e Iberoamérica. Ambas instituciones son, ante todo, representantes de los intereses norteamericanos. El Banco Mundial tiene su sede en Washington, sus 12 presidentes fueron ciudadanos de los EUA y varios de ellos ocuparon lugares en instituciones políticas de ese país, como es el caso de Robert McNamara (Secretario de Defensa) o en instituciones financieras como el Bank of América o el JP Morgan. Conociendo el resultado de éste tipo de manejos antinacionales, Brasil y Argentina cancelaron la deuda con el FMI y países como Bolivia y Venezuela se retiraron del CIADI.

En el caso argentino, posiblemente fue Bernardino Rivadavia uno de los iniciadores del vinculo estrecho entre las finanzas públicas y la banca extranjera. El Banco de Descuentos que promovió el mandatario se componía con directores ingleses y Rivadavia recibió dividendos de empresas mineras y comerciales extranjeras, con las cuales el Estado inició contratos. Desde ésta época, el imperialismo financiero y las potencias occidentales, impusieron un control político e institucional de los destinos del país.

El endeudamiento es utilizado por las potencias como un instrumento de colonialismo

«La deuda externa se ha convertido en una actualizada forma de esclavitud, que condiciona de manera irreversible las posibilidades de desarrollo de cualquier país soberano».Alejandro Olmos

Durante los últimos dos siglos las potencias occidentales utilizaron la deuda como un instrumento de dominio político. Existen diversos sucesos históricos que documentan las prácticas colonialistas de las potencias y de los grupos financieros.

A partir del año 1861 España, Francia e Inglaterra aduciendo que México no pagó sus deudas, ocuparon militarmente el país. La asonada militar permitió a los franceses organizar un imperio imponiendo a Maximiliano de Habsburgo.

Con la supuesta finalidad de cobrar una deuda, en el año 1902 Inglaterra, Alemania e Italia agredieron a Venezuela con una numerosa flota naval. José María Drago en su condición de canciller argentino, repudió la medida inaugurando la «Doctrina Drago», que establece que un problema de deuda no puede vulnerar la soberanía de un Estado y derivar en un acto de fuerza.

Con estos antecedentes, debe quedar claro que el reciente secuestro de la Fragata Libertad argentina, lejos de ser una anomalía histórica, es una expresión más de la impunidad de los grupos financieros.

Los procesos de endeudamiento debilitan políticamente a los Estados y generan las condiciones para que los organismos financieros ocupen lugares preponderantes en los países morosos. Una vez que los Estados caen bajo la égida de entidades como el FMI o el Banco Mundial, van perdiendo capacidad de decisión y son obligados a tomar medidas de política económica contrarias a sus intereses nacionales y populares.

Los organismos financieros internacionales utilizan el crédito con fines políticos, favoreciendo o perjudicando a gobiernos considerados afines a los EUA. Un caso paradigmático de ésta actitud, fue el apoyo de los EUA y del FMI al gobierno golpista de Carmona que derrocó ilegalmente al proceso democrático de Hugo Chávez en el año 2002. Algo similar ocurrió en Brasil cuando el FMI no autorizaba préstamos a Juscelino Kubitschek y a Joao Goulart y si lo hicieron ágilmente en el año 1964 con la dictadura pro norteamericana de Castelo Branco.

Además de económica y financiera, la tarea de los organismos es cultural y de sus usinas de pensamiento se difundieron las teorías de ajuste estructural, de reducción del Estado y de apertura comercial que aplicó América Latina y buena parte del planeta. Los países de distintas latitudes y realidades que se valieron de éstas formulas, hoy se encuentran en plena crisis.

Frente a éste diagnóstico, consideramos que la única solución de fondo al problema de la deuda externa, es la conformación de una política nacional independiente que recupere la soberanía financiera, judicial, cultural y política de Argentina e Iberoamérica.