Miguel E. Canosa
Me propuse observar los acontecimientos que suceden en Argentina los últimos días y en ausencia pública de la presidenta Cristina, dado su cuadro clínico de sigmoiditis que la mantuvo internada en el sanatorio privado Otamendi de la ciudad de Buenos Aires con tratamiento de antibióticos, reposo y dieta especial que deberá mantener por unos 10 días más.
En estos días, solamente algunos sucesos acontecieron en el campo político y llamativamente se originó en un diputado kirchnerista, Edgardo Depetri, que viene del sector gremial y que estaba muy vinculado a Néstor Kirchner en vida. Depetri sugirió que debía lograrse presentar un único precandidato a presidente por el kirchnerismo que compitiera en las elecciones primarias, abiertas y obligatorias PASO, para dirimir la candidatura contra Daniel Scioli, actual gobernador de Buenos Aires.
Los dichos del diputado generaron cierto revuelo a la interna del kirchnerismo pues son ridículamente tantos precandidatos que quieren ser presidentes y nadie parece haber estado de acuerdo en «bajarse» de la candidatura, pues, como en general sucede, la egolatría y el delirio de grandeza los hacer creer que realmente pueden ser candidatos a presidente. De allí que la propuesta de Depetri parece bien fundada dado que Scioli es el representante del partido justicialista y tendría que competir, según el diputado, con algún candidato kirchnerista, no justicialista, para intentar ganarle la interna al candidato, que hasta ahora parece liderar las encuestas dentro del kirchnerismo, aunque no hay certezas que pueda conseguir ganar el balotaje en las presidenciales 2015.
El comentario del diputado kirchnerista fue interpretado, por otro lado, como que de alguna manera estaba legitimando la posibilidad que Scioli sea seguro candidato, cuando aún la campaña electoral por las internas no ha comenzado y faltan varios meses para que eso suceda. Casualmente la propuesta fue lanzada con la presidenta Cristina en una cama del hospital, hecho que no debió caer muy bien al círculo presidencial que parece comandar el gobierno en ausencia de Cristina, es decir, su hijo Máximo, Zanini, y alguno más dependiendo el tema de que se trate, Kicillof, Parrilli, o algún otro más, aunque ninguno con la capacidad, el coraje y la experiencia de Néstor o Cristina, dos estadistas que, sin embargo, no han dejado un sólido equipo político que pueda conducir el gobierno y el bloque de aliados para garantizar un truinfo el año próximo, necesario para la continuación del proyecto político iniciado en 2003 y que avanza, no sin tropiezos, y ante arremetidas económicas, políticas y mediáticas, sin dar tregua a la presidenta, ni por enfermedad, sino lanzando denuncias que socavan de alguna manera la imagen presidencial y que parece continuará en lo que reste del año y el siguiente.
La sociedad argentina se enfrenta a otro fin de año tormentoso, por el aumento de precios, los indicadores de pobreza, el endeudamiento de la población, los elevados costos de alimentos y medicamentos, la gasolina, alquileres y vivienda, la falta de crédito razonable y un cansancio generalizado de la población de las malas noticias y la guerra psicológica que irradian los canales y medios del nefasto Grupo Clarín, envalentonado por las disidencias y contradicciones del gobierno en la ley de telecomunicaciones que se trata en el Congreso y que ha generado rispideces en las propias filas del kirchnerismo.
El gobierno y su variante sciolista parecen perfilarse como la salida más honrosa de un grupo político desconectado de los problemas reales de la población y pensando en su salvación personal y grupal luego de 2015, cuando sean oposición a un gobierno no kirchnerista, siendo Scioli el presidente o no siéndolo, con Macri o Massa como otros posibles presidentes en un país controlado por las transnacionales norteamericanas del petróleo, las semillas, los alimentos, medicamentos, automóviles y grupos de medios y bancos que manejan la riqueza del país, habiendo recibido por parte del gobierno todos los dólares para importación, los dólares para remesar a sus casas matrices, y por el pago de la deuda externa a los acreedores, buitres y no buitres, que han desangrado las arcas del Estado por mas de 300.000 millones en 10 años y al borde del Default o Jaque Mate financiero.