Miguel E. Canosa

Hotel Alto Calafate

 

Como bien afirmara Cristina Fernández en más de una alocución pública delante de empresarios, sindicalistas y banqueros: «esto se trata de capitalismo, muchachos». Así, la presidenta espantaba todo tipo de hipótesis que tímidamente intentara apartarse de las reglas de la economía que rigen hasta el día de hoy la realidad de la Argentina en materia de administración de los recursos del Estado.

El problema que surge en la actualidad y que viene horadando la credibilidad fronteras adentro del país de Perón es la riqueza personal que el presidente Néstor y luego Cristina han acumulado en el sector privado, siendo al mismo tiempo presidentes del país.

Por medio de denuncias realizadas a través de los medios del grupo Clarín y con información evidentemente suministrada desde usinas de espionaje internacional enquistadas en el país, desde el programa televisivo del pseudoperiodista Jorge Lanata, se han destapado ollas, que si bien no fueron contundentes en términos de procesos judiciales, si lo han sido en el campo de la guerra mediática y psicológica desatada contra la presidenta argentina y su familia.

Según su última declaración de bienes publicada anualmente y presentada por la mandataria, su fortuna personal sumaba con la de Néstor 6 millones de dólares en 2003, habiéndose elevado en la actualidad a 55 millones de dólares.

 

Pero no estoy aquí para juzgar los millones que posee Cristina Fernández, sino para manifestar mi desacuerdo con la realización de emprendimientos productivos o prestación de servicios privados cuando una persona se encuentra en funciones presidenciales, pues estas actividades socavan los apoyos que un gobierno necesita de su pueblo para continuar eficientemente con la administración del país.

Al mismo tiempo, denuncias relacionadas con falta de pagos de impuestos de esos emprendimientos productivos de la presidenta, le quitan autoridad al momento de solicitar a la población el pago de impuestos, y hasta puede llegar a ocurrir que sectores productivos llamen a no pagar impuestos y desfinanciar al Estado nacional, generándose una disminución en la recaudación al Tesoro Nacional.

Los medios de comunicación replican cada semana una nueva denuncia que si bien no cuenta con las suficientes pruebas documentales, son suficientes para ser creíbles -al menos para buena parte de la sociedad opositora al gobierno- y poner en duda a un porcentaje de la población que simpatiza con el proyecto kirchnerista, sin ser afín al gobierno de Cristina.

Sucede además que la respuesta que ofrece el propio gobierno a cada una de las denuncias lanzadas desde la cloaca televisiva de canal 13, han causado mella en la población al momento de las elecciones del 27 de octubre de 2013, cuando el gobierno perdiera la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, la capital federal, Corrientes, Santa Cruz, San Luis, Jujuy y las principales ciudades del país, al punto que solo 2.7 de cada 10 ciudadanos votaron a favor del gobierno.

En la actualidad y ante el inicio del año electoral, que no contará con la presidenta como candidata a la reelección, este daño a la imagen gubernamental producida por los laboratorios de la CIA y el grupo Clarín, están produciendo un clima de zozobra institucional cercano a la desestabilización, pues las denuncias van socavando la credibilidad de la presidenta que no es bien defendida por sus voceros gubernamentales, o al menos no de manera eficaz y eficiente.

Estas reflexiones valen también para los próximos candidatos a presidentes: Macri, Scioli, Massa, Binner, Cobos. ¿Cuanto dinero han acumulado en la función pública y cuento en la privada? A cuánto ascienden sus patrimonios personales? Argentina es un país de presidentes ricos con una sociedad pobre? No es hora que emergentes de las clases trabajadoras se hagan cargo de las riendas de un país como la Argentina?

 

O es el capitalismo, muchachos?