Manuel E. Yepe
“La incertidumbre de los mercados financieros internacionales, el
estancamiento de la reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI) y
la fragilidad de la recuperación económica mundial son los factores
determinantes del avance de los diversos mecanismos de cooperación
financiera liderados por China, la internacionalización del yuan y la
desdolarización global, que marchan en paralelo”.
Así lo sostienen Oscar Ugarteche, economista peruano que trabaja en el
Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, (México) y Ariel
Noyola, columnista de la revista Contralínea (México) y colaborador de
la Red Voltaire (Francia), en un artículo que titulan Yuan, moneda
clave de la desdolarización global.
Inicialmente, la desdolarización está llamada a amortiguar los efectos
de la volatilidad de los tipos de cambio, las tasas de interés y los
mercados de valores. Luego, la marcha del yuan alcanzará una dimensión
sistémica y enfrentará al dólar en una dura batalla por conseguir
reconocimiento global. Actualmente, más de cuarenta bancos centrales
mantienen el yuan como referencia en la acumulación de reservas junto
a las divisas dominantes (el dólar, el euro, el yen japonés y la libra
esterlina).
Cuando en 1999 comenzó a circular el euro, los bancos centrales
mantenían un 70% de sus reservas en dólares y, a finales del pasado
año 2013, la divisa estadounidense representaba el 60%. En cambio, en
las cuentas del FMI, en ese mismo período de 15 años, el rubro “otras
divisas” creció de 1.62% a 6.51%, por efecto del peso creciente del
yuan chino.
Según los autores del estudio, la fuerza principal para la
internacionalización del yuan chino está en la expansión comercial de
Beijing, que ya tiene acuerdos con unos 25 bancos centrales y ha
creado un mercado global del yuan.
En cambio, el principal desafío que enfrenta el yuan radica en que
China es un país con doble superávit (cuentas corriente y capital) y
no inyecta yuanes a la economía mundial, situación que desaconseja
guardar yuanes físicos. Para revertir esa situación, China ha abierto
una cuenta de capital que pone el yuan a disposición de inversionistas
foráneos, lo que ha multiplicado por diez en los últimos cinco años
los depósitos en yuanes.
No obstante, esta apertura hace más vulnerable a China frente a los
vaivenes especulativos y los procesos indeseables de apreciación que
ya están teniendo lugar.
El proceso de internacionalización del yuan ha contado con un apoyo
importante en Europa. Luego que, tras los bancos de Alemania, Francia
y Luxemburgo que iniciaron en Europa el comercio del yuan, se
incorporó a la corriente la City de Londres con la primera emisión de
bonos soberanos en yuanes fuera de China, generando fondos para
financiar la acumulación de reservas en yuanes del Banco de
Inglaterra.
El Banco Central Europeo discute la posibilidad de incluir la moneda
china en sus reservas internacionales, lo que tendrá un efecto grande
en el estrechamiento de los vínculos económicos entre Europa y Asia,
al incrementar el uso del yuan en la facturación del comercio entre
los países de ambos continentes. Gran Bretaña y Alemania han visto
incrementados en más de un ciento por ciento sus pagos bilaterales en
yuanes entre 2013 y 2014, por ejemplo.
Según Ugarteche y Noyola, el yuan también ha encontrado, más que un
aliado, un socio estratégico en Rusia, a raíz de las sanciones
económicas que le han sido impuestas por Occidente. China concretó, a
principios de octubre, la firma de un acuerdo cambiario bilateral con
el banco central de Rusia por un monto equivalente a 25 mil millones
de dólares, el segundo firmado con un país integrante del grupo BRICS
(Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) ya que el primero fue con
Brasil por un monto de 30 mil millones de dólares. China es hoy día el
principal socio comercial tanto de Rusia como de Brasil.
El comercio entre Rusia y China alcanzó los 89 mil millones de dólares
en 2013 y los acuerdos de divisas crean condiciones para aumentar los
intercambios bilaterales, al tiempo que operan como mecanismo
defensivo frente a los bloqueos de las cuentas rusas en dólares en
Europa y Estados Unidos.
Actualmente, Rusia y China estudian poner en marcha un sistema de
pagos alternativo al SWIFT (por las siglas en inglés de Sociedad para
Comunicaciones Interbancarias y Financieras Internacionales). Los
problemas resultantes del congelamiento de esas cuentas en dólares por
diferencias con Estados Unidos sobre aspectos de política exterior,
como los casos de Irán, Cuba y más recientemente Francia (BNP
Paribas), podrían neutralizarse realizando operaciones bajo una
institucionalidad nueva, y con instrumentos de pago distinto del
SWIFT.
Ugarteche y Noyola terminan su artículo recordando que, para fines de
este año, China será la primera economía mundial y el Sistema
Monetario Internacional, cada vez menos centrado en el dólar, seguirá
abriendo espacios regionales a favor del yuan.