Miguel E. Canosa
Como presidenta que defiende a raja tablas un proyecto capitalista con inclusión social, Cristina Kirchner realizó una negociación con el ala demócrata representada por el presidente Barack Obama que incluía pagar los juicios del CIADI a las empresas estadounidenses, incorporar a Chevron a la explotación del yacimiento «Vaca Muerta» y de esta manera el presidente de los Estados Unidos garantizaría un canal de comuncación con bancos extranjeros para que la Argentina accediera a préstamos internacionales para continuar tranquilamente su gobierno e intentar prolongar su proyecto político más allá de 2015.
Como es costumbre en los pactos con el país del Norte, Obama no cumplió su parte del acuerdo pero sí consiguió todo lo solicitado al gobierno argentino: no solamente se pagaron 190.000 millones de dólares de deuda en 11 años, 10.000 al FMI, 9.000 a REPSOL, 6.000 al Club de París, se fugaron 80.000 y se tranfirieron otros 90.000 por ganancias de las empresas, aunque a pesar de todo este desangramiento de divisas, Obama envió a los FONDOS BUITRE a obstaculizar el salvataje y blindaje del gobierno argentino.
El capitalismo salvaje imperante en el Mundo finalmente fagocitó a un imaginario «capitalismo serio» argentino relatado solamente a partir de una estrategia de marketing político diseñada para quienes no tienen tiempo de analizar en profundidad que ocurre realmente con la geopolítica mundial y la economa del imperio, quien utiliza a los yacimientos de shale gas o gas de exisito para bajar el precio internacional del petróleo y perjudicar a los países exportadores, tal como lo hiciera Bush HijoDP en su campaña por la producción de reemplazo de gasolina por etanol en la que intentó utilizar al gobierno de Lula como socio y perjudicar a Venezuela, principal exportador de petróleo de Sudamérica.
Nuevamente las debilidades ideológicas, falta de conocimiento y asesoramiento geopolítico llevó a Cristina Kirchner a una nueva derrota en la gran guerra del capitalismo financiero que hunde al pueblo argentino en una nueva crisis de su economía real por cumplir con los «compromisos internacionales» de un gobierno «pagador serial» como el post-kirchnerismo de Cristina Fernández.