Lucas Martínez
Como grandes relatores de realidades falsas, el grupo de jóvenes autodenominados La Cámpora dirigido por el hijo de Néstor y Cristina han llevado a cabo el sábado 13 de septiembre un acto que concentro una 30.000 personas en el estadio de futbol del club Argentinos Juniors en una localidad de la ciudad de Buenos Aires llamada Paternal.
Lo novedoso del evento fue la aparición en el escenario y la emisión de la palabra de Máximo Kirchner, quien increiblemente y fuera de toda lógica política de cara a la sociedad, no había emitido palabras en público en 5 años de existencia de la agrupación kirchnerista.
Esta actitud antipolítica y de cuasisecta, no le ha impedido a la agrupación integrar varios organismos del estado nacional y cargos legislativos con personas de poca formación política y experiencia laboral, aunque con salarios muy superiores a la media de un salario estatal que ronda los 8 mil pesos argentinos. Este hecho junto con una cultura de militancia sin trabajo real en sindicatos, universidades o territorio, han colocado a este grupo en una posición de debilidad política frente a la población y de satanización desde los medios privados de comunicación, generando sensaciones de resentimiento colectivo ante lo que se denomina una corporación nepotista y amiguista entronada en cargos; todo por orden de Cristina Fernández.
La idea que el hijo de la presidenta surgiera inesperadamente en público generó sentimientos encontrados de satisfacción y estupefacción, pues, se alimenta una idea de continuación del proyecto por línea sanguinea más que por capacidad política, que generó rechazos inclusive dentro de las propias filas kirchneristas preexistentes a La Cámpora, a quienes se desatendió políticamente dentro de espacio oficialista.
Así, el acto político fue más un fuego de artificio y blanqueo de Máximo para futuras elecciones, que un efecto de demostración de poder real del kirchnerismo nepotista juvenil de fuerte impronta clientelar y poca conciencia militante, con poca formación política en valores populares y más cercanos a una burguesía construída desde posiciones de poder relativo dentro del Estado.
Al no ser una estructura consolidadada ni un dispositivo que sume votos para las próximas elecciones, solo quedará para ellos la opción de colar cargos legislativos «a dedo» en 2015, que no superaran los 30 legisladores en más de 250 diputados del congreso y ninguno como senador. tampoco obtendrían más que un puñado de intendencias en todo el país, y algunos pocos legisladores provinciales.
Esta debilidad política sumada a la imposibilidad de Cristina como candidata presidencial pone en riesgo la continuación del proyecto político originario que desviado en los últimos años deba degenerar ahora acompañando a algún candidato como el gobernador Scioli, de fuerte impronta conservadora liberal, o ir a una derrota irreversible de ganar el candidato peronista disidente Sergio Massa, ubicado a la centro derecha y alineado a sectores estadounidenses, al igual que Mauricio Macri, o demas candidatos conservadores como Julio Cobos o Hermes Binner.
La retirada camporista tendrá seguramente más fuegos de artificio en el camino de retorno a la actividad privada con muchos recursos para pocos y una gran cantidad de militancia que comienza a percibir los problemas que deberá enfrentar a partir de 2016.